Cómo frustrarse mejor

La frustración suele tener la capacidad de hacer que nos tiremos al piso y de que perdamos de vista incluso el objetivo más convincente que teníamos.

Pasa más o menos así:

Has intentado estudiar francés unas tres o cuatro o 15 veces, y aunque ya estabas dejándolo de lado, algo dentro de ti quiere volverlo a intentar.

Decides que ahora sí, que este intento será el bueno y no dejarás que nada te detenga.

Pero pasa algo (por lo visto, siempre pasa algo, es inevitable).

Ya sea que tu mente comience a recordarte todas las razones por las que seguramente fallarás, o porque la maestra que te caía bien se va, o por cualquier otra situación, regresas a un lugar conocido:

la frustración

El conocido «Ay, esta vez tampoco fue la buena porque algo se cruzó en mi camino».

Le damos mucho poder

El problema no es frustrarnos, sino qué hacemos cuando empezamos a sentir la frustración.

Es lo que hacemos que signifique y el poder que le damos sobre nuestras decisiones.

Si algo no te sale como querías, es natural y sano sentirte frustrada/o. Si no lo sintieras así, probablemente es porque no te importaba aquello que estabas intentando conseguir.

Las cosas se ponen feas, sin embargo, cuando permitimos que esa frustración opaque todo lo demás que podemos sentir y pensar. Cuando dejamos que arrase con nuestros logros de este intento, e incluso con los de intentos anteriores.

Lo que sucede es que nos dejamos llevar por lo que sentimos en nuestro cuerpo y por los recuerdos de situaciones anteriores.

Es curioso porque, por un lado, culturalmente no le damos tanta importancia a las emociones y tratamos de reprimirlas 24/7 pero por otro, las hacemos lo más grande del mundo cuando encajan en nuestra visión de nosotros mismos.

Si yo me cuento la historia a mí misma de «Nada de lo que intento funciona», y de repente me conecto con mi poder o mi optimismo e intento algo, y ese algo falla, me siento frustrada y permito que esa frustración me abrume y sea la confirmación de mi historia.

Una persona que no tiene esa historia, sino que se cuenta algo distinto, como «Es de esperarse que no todo salga como lo estoy imaginando y el fracaso es algo temporal», que intenta hacer algo nuevo y ese algo falla, se puede sentir frustrada pero no permite que esa frustración abarque toda su existencia y puede seguir adelante.

Al final, también se acaba confirmando su historia.

Es como un iceberg

Es muy raro que, a estas alturas del partido, una emoción sea nueva en nosotros. Es decir, si te sientes muy frustrada/o porque tu último intento de aprender francés no funcionó y te está haciendo querer tirar todo por la borda a tal punto que una parte de ti siente que no es proporcional lo que sientes con lo que sucedió, seguramente es porque estás reviviendo algo del pasado.

Ni siquiera te tienes que acordar o ser consciente de qué es para que tenga efectos en ti. De hecho, muchas cosas que estamos reviviendo todo el tiempo, a nivel emocional, vienen desde que éramos muy bebés o incluso desde el vientre materno.

Una vez una maestra me dijo que prácticamente cualquier reacción emocional que podamos tener (sobre todo aquellas que sentimos como «fuertes») son 20% de ahora y 80% de «antes», es decir, de todas las veces que hemos sentido algo parecido y se ha ido quedando la emoción reprimida o sin procesarse en nuestro ser.

Algo así como un iceberg del que sólo podemos ver una parte pero su mayor porción se encuentra debajo del mar.

Pero es muy real

Lo que menos quiero es que al leer esto sientas que si tienes frustración en tu interior la intentes evadir o minimizar, intentando convencer a tu mente de que no es real. Nonono.

Mi intención es que logremos llegar a un punto —y sé que es difícil y, en mi experiencia, lleva años de práctica— en el que le podamos quitar un poco del poder que actualmente le damos a la frustración.

Es decir, que aprendamos a identificar cómo se siente en nuestro cuerpo (yo lo siento como un nudo en la boca del estómago) y poco a poco digamos, solo es una sensación en mi cuerpo, y después recordar, si se siente tan fuerte en este momento probablemente sea porque algo de mi pasado la está aumentando, y luego pensar, no tiene por qué significar nada malo sobre mí.

Significado

¿Qué significa para ti sentir frustración?

Como dije arriba, está muy relacionado con el tipo de historias que nos contamos a nosotros mismos.

Seguramente has visto cómo, de entre dos personas que están peleando, una de ellas (A) dice algo y la otra persona (B) se SUPEROFENDE y pone palabras en la boca de la otra persona. Tipo:

A: —Yo no vi que la puerta estuviera cerrada

B: —¿Entonces yo estoy loco y alucino y no se puede confiar en mí?

A: —¿?

No sé qué opines tú, pero yo veo claramente que, en mi ejemplo, redactado con una creatividad desbordante, B está poniendo significados que no son inherentes a lo que A dice. Los trae de su experiencia, de su pasado, o no tengo idea, pero no están ahí ahí.

Lo mismo hacemos con… todo. Pero, en este caso, con las emociones, y con la frustración en específico.

Queríamos tener nuestra primera plática con un francés y creíamos que nuestro nivel era bueno pero, al no entender nada y al trabarnos intensamente, nos damos cuenta de que todavía necesitamos practicar más.

Entonces: frustración.

En vez de decir un templado «Bueno, me hace falta practicar, no pasa nada, eso haré», acabamos poniendo palabras en la boca de la frustración, por decirlo de algún modo, y terminamos pensando:

«Por ESTO no intento nada, seguramente el amigo francés pensó que soy una perdedora, no sirvió de nada todo lo que estudié estos meses, sabía que esto de aprender otra lengua no iba a ser fácil para mí, ya mejor me doy de baja del curso».

¡Uouououo! 

En este caso, el significado que se añade al hecho «Mi nivel de francés no es tan alto como creía como para tener una conversación fluida» (lo cual es comprobable objetivamente) es:

-Es una prueba de que cada vez que intento algo, no sale como esperaba y mi destino es fallar por siempre

-Puedo leer la mente de la gente y estoy 100% segura de que el amigo francés piensa que cuando alguien no habla bien su lengua, implica que ese alguien es un perdedor (what)

-Todas las palabras que sí aprendí (y que me convencieron en primer lugar de que mi nivel era lo suficientemente alto) dejaron de existir porque «no sirvió de nada lo que estudié».

-Todo lo nuevo que hago tiene que ser fácil para mí o no vale la pena intentarlo. Y cuando algo es difícil, implica que yo soy una mala persona y debo sentirme avergonzada porque la gente buena aprende bien y rápido.

-La única respuesta que se le puede dar a esta situación es abandonar el estudio de la lengua porque claramente no tiene otra solución y tiene que ser «todo o nada» para que valga.

-Etcétera

Qué se puede hacer

Ahora ya vimos más o menos cómo se va haciendo que la frustración sea uno de Los Obstáculos.

Se siente en el cuerpo y se le da mucha importancia. Se le dan significados —que no necesariamente son inherentes a la misma—, sobre nuestro valor como personas. Se le otorga mucho poder para decidir qué camino tomar después de una «falla» o situación inesperada.

Quizá solo con haber leído lo anterior algo se aclaró en tu mente.

También puedes, de ahora en adelante, poner atención en cómo se siente la frustración en tu cuerpo para que la identifiques más rápido. Saber que puedes tolerar esa sensación, por más desagradable que sea, y que no te va a hacer daño. Puedes convivir con ella. (De hecho, entre más te permitas sentirla, menos fuerte se hará).

Y si quieres ir más allá…

  1. Haz una lista de las veces que has intentado estudiar [idioma] y la frustración te ha detenido. Analiza cada una de ellas: ¿Qué tanto poder le diste? ¿Cómo fue el proceso?
  2. Recuerda o deduce qué significado le añadiste a esa sensación de frustración. Dicho de otra forma, si la frustración fuera una «señal» que confirma algo, ¿qué sería? (Por ejemplo, «la señal de que no debo intentar cosas nuevas»).
  3. Escribe cómo te gustaría reaccionar de ahora en adelante a la sensación de frustración. ¿Qué te gustaría pensar? ¿Cómo te gustaría actuar después de un «fracaso»? ¿Qué necesitas recordar para llegar a ello?

Espero que esto contribuya a que la frustración ya no te detenga, o al menos no tan fácilmente.

¿Y si vuelve a suceder? No pasa nada. De lo que se trata es de ir recabando información e ir practicando nuevas formas de relacionarnos con lo que nos pasa.

Tenemos toda la vida para hacerlo. Literal 🙂


Cuéntame en los comentarios cómo sueles reaccionar cuando te frustras y, sobre todo, qué pasó si intentaste algo de lo que escribí en esta entrada.

Y, si sientes que necesitas un tipo de apoyo más personalizado con una situación frustrante, considera apuntarte a una sesión de Orientación

No huyas de lo que no entiendes

Si me dieran un peso por cada vez que escucho que alguien dice: “Ay, qué lástima que eso está en inglés, no le voy a entender, no tiene sentido ni siquiera abrirlo”, sería millonaria.

Es lógico pensar que si no lo comprendes no tiene ningún sentido ver ese video, oír ese podcast o poner esa película.

Nota: Puedes extrapolar todo lo que dice esta entrada
a cualquier cosa que no domines o que te frustre o que te intimide.

Pero esto conlleva algo más complejo:

El miedo a no sentirnos competentes

Cuando alguien se rehúsa a ver algo sólo porque está en un idioma que no entiende a pesar de haberlo estudiado antes, realmente no está huyendo de no comprender las palabras per se, sino de lo que le hace sentir el hecho de no entender. Eso es lo incómodo.

Lo más seguro es que no entender un video, por ejemplo, te haga sentir algo de lo siguiente (o todo junto):

  • Frustración: “No puedo creer que siga sin entender nada, ¡llevo 5 años estudiando inglés!”.
  • Enojo: “»#$%& gringos, hablan demasiado rápido, los odio”.
  • Desesperanza: “Esto solo demuestra que nunca voy a poder aprender la lengua”.
  • Inseguridad: “Seguramente tengo un problema muy grave y algo anda mal en mi cerebro y por eso no entiendo esto”.
  • Tristeza: “Me gustaría ya poder entender todo esto, siento que me estoy perdiendo de un montón de cosas”.
  • Miedo: “¿Y si nunca logro entender esta lengua y toda mi vida me quedo sin acceso a lo que el inglés puede ofrecerme?».
  • Vergüenza: “No quiero que mis padres vean que sigo sin comprender lo que dice este video después de todas las clases que pagaron para mí”.

Y un largo etcétera.

Como ves, llega un punto en que, para algunas personas, enfrentarse a que no comprenden algo que escuchan o ven en otro idioma se vuelve algo hasta doloroso.

Y entre más tiempo pasa, más desagradable se vuelve. Como una bola de nieve que va creciendo.

Es absolutamente comprensible (ja) que quieras huir de todas estas emociones desagradables y por lo tanto decidas no exponerte a un material que no entiendes.

El problema es que ocurre algo como lo siguiente:

Círculo vicioso

Huir nos mantiene en el ciclo (ligeramente absurdo) de:

no quiero sentir algo feo al darme cuenta de que no entiendo -> no me expongo a la lengua -> sigo sin aprender (y de hecho se me está olvidando lo que sí sé con cada día que pasa) -> entiendo menos cada vez -> vuelvo a sentir feo, y de hecho ahora es peor porque ya perdí más tiempo.

Sería más agradable si fuera así:

no quiero sentir algo feo al darme cuenta de que no entiendo -> veré ese video, y muchos otros más, sin expectativas y sin dejar que mi mente me haga sentir mal  -> poco a poco voy aprendiendo y familiarizándome más con la lengua -> cada vez entiendo más -> me siento feliz porque veo un progreso, aunque sea pequeño.

¿Cómo se llega de un punto al otro?

Quizá con leer lo de arriba algo cambió en tu perspectiva y ahora tienes más disposición de pasar por la incomodidad de rodearte de materiales que no comprendes del todo. (De cualquier forma, es temporal).

Pero si no fue así, estas son algunas cosas que puedes hacer:

Paso cero: Decide soltar el drama. Date permiso de sentirte como te sientas, pero no le añadas capas de sufrimiento innecesario. Intenta quedarte con las emociones en su esencia.

La próxima vez que alguien te pase un video (o lo que sea) en una lengua que no entiendes, en vez de contarte la misma historia que te cuentas todas las veces, pon atención en lo que sientes.

Y después, solo obsérvalo, sin juzgarlo. Si puedes, te recomiendo escribir eso que tu cabeza te está diciendo, esas frases como las de arriba o del tipo: “No tiene caso, no le voy a entender nada”.

Una vez que identifiques esas frases o creencias, respira profundo y proponte pasar tiempo con el material sin ninguna expectativa más que eso, escucharlo con curiosidad, para ver qué sucede.

Intenta no tener ninguna reacción emocional al hecho de que algunas palabras se te fueron, o de que no comprendiste ni siquiera la idea principal. No le pongas significados sobre ti o la vida, no tiene caso.

Solo míralo un par de veces, o tres, o las que quieras, y concéntrate en lo que sí entiendes, aun si es solo una palabra. No te agobies por intentar memorizar vocabulario o abstraer ideas. Solo ve el video o lo que sea como un espectador más.

Lo que logres comprender será ganancia, y si no, no pasa nada, pero al menos ya no habrás perdido una oportunidad de exponerte a la lengua, que es lo más importante que puedes hacer cuando sientes que te falta mucho para dominar un idioma.

Si quieres explorar más a fondo esto y comenzar a desmenuzar qué te pasa cuando te enfrentas a algo que no comprendes, he aquí algunas preguntas que te puedes hacer a ti misma(o):

  1. ¿Qué significado le estoy dando al hecho de que no comprendo lo que escucho o leo? (Por ejemplo: Soy tonta; Lo que he intentado no sirve, etc)
  2. ¿Ese significado es el único que podría tener eso? ¿No podría significar otra cosa?
  3. ¿Qué emociones surgen en mí cuando me doy cuenta de que no entendí todo lo que quería?
  4. ¿Qué “historias” me estoy contando sobre mi capacidad a raíz de que no comprendo lo que escucho? ¿A qué conclusiones estoy llegando sobre mí? (Por ejemplo, «Seguramente no entiendo nada porque ya soy demasiado mayor para aprender idiomas»)
  5. ¿Podría ser que algunas de estas historias o conclusiones sean falsas? ¿Cómo las podría sustituir con creencias más acertadas u objetivas?
  6. ¿Cómo me gustaría sentirme frente a un material que no comprendo del todo? ¿Qué reacción mía promovería más mi aprendizaje?
  7. Y, sobre todo, ¿qué necesito hacer para sentirme así y permitirme exponerme a lo que aún no entiendo y recordar que algún día lo entenderé si sigo sin huir?

Porque ese es el secreto: entre menos huyas, más aprenderás.

Y por último, te regalo una palabra (que, por cierto, puedes usar para todo y con todo de todo y por todo) que puede cambiar cómo te acercas a las cosas que aún no dominas:

«Todavía»

No le entiendo a ese video todavía.

Siento que los gringos hablan muy rápido y todavía no puedo seguir lo que dicen.

Si te sigues exponiendo a la lengua, poniendo atención en ella y confiando en tu capacidad para aprender, vas a entender algún día (y probablemente sea más pronto de lo que te imaginas).

No huyas, estás a salvo. 🙂


¿Qué opinas? Dímelo todo en los comentarios.

Cómo evitar que te distraigan cuando estás estudiando

Durante varias semanas (¿o fueron meses?) me di de topes contra una pared invisible.

Llegaba a mi casa a las 7:00 pm, me sentaba a escribir o a leer o a hacer cualquier cosa para la que necesitara concentración, y cuando menos me daba cuenta, eran las 10 de la noche, tenía hambre y sueño y no había hecho lo que me había propuesto.

Lo peor era que no entendía qué rayos había pasado, simplemente me frustraba, me prometía que al día siguiente sería diferente y la historia se repetía.

¿Por qué no estaba logrando hacer lo que quería?

Un buen día, no recuerdo muy bien cómo fue, pero me di cuenta de algo que parece totalmente obvio pero que—lo juro—no había notado: no me distraía, me distraían.

No me había dado cuenta de que las personas con las que vivo llegaban a las 8:00 pm, la hora en la que yo había por fin logrado concentrarme, y aunque no me hablaran directamente, hacían un montón de ruido y se comunicaban en voz alta de cuarto a cuarto, platicando de cosas que ni me interesaban ni me eran totalmente indiferentes pero que lograban que rompiera mi tan preciada concentración.

A veces sí me hablaban directamente y me pedían favores, o ayuda, o pasaban a saludarme o a contarme su día, frente a lo cual yo no reaccionaba con mi atención plena, sino—lo confieso—esperando a que se fueran. (No porque los odie sino porque ya estaba en “modo de concentración”).

Bien dicen que si no puedes contra el enemigo, te le unas, pero el primer paso, creo yo, es identificar y observar a este “enemigo” (que en realidad solo es una situación, neutral en sí misma).

En mi caso, puse muchísima atención, cuaderno en mano, en varias cosas:

  • A qué hora llegaba yo y cuánto tiempo tardaba en preparar todo para sentarme a concentrarme
  • Cuánto tiempo tardaba en lograr concentrarme y entrar en estado de flow (o lo más cercano a eso; no siempre lo logro)
  • A qué hora llegaban Las Personas
  • Cuánto tiempo duraban las conversaciones de cuarto a cuarto / los saludos / las “interrupciones” / el ruido en general (he notado que cuando la gente llega a su casa hace mucho ruido pero poco a poco, conforme se va enfocando en alguna actividad, el ruido disminuye).
  • A qué hora me daba hambre (yo con hambre ya no puedo concentrarme ni ser feliz)
  • A qué hora me daba sueño

Y así, con esta información y otras observaciones antropológicas tanto de mí como de las circunstancias, pude elegir más conscientemente qué hacer en ese momento, de 7 a 10pm.

Tenía varias opciones:

  1. Pedirle a Las Personas que cuando llegaran no hicieran ruido y/o encerrarme en mi cuarto y poner un letrero de no molestar (esto podría funcionar, pero entre más personas son, más difícil es modificar su comportamiento). (Además, la manera más fácil de mejorar una situación ajena a nosotros es cambiar cómo nos sentimos al respecto).
  2. Salir durante esas horas y llegar cuando estuvieran dormidos (este… no).
  3. Llevar a cabo una actividad que de cualquier forma tuviera que hacer pero que a) no importara si me interrumpían y b) no necesitara de un periodo largo de concentración mental.
  4. Resignarme y ver mi feed de Instagram hasta el día siguiente.

Al final me decidí por dejar de nadar contra corriente e hice una lista de cosas que cumplieran los requisitos que puse en 3., es decir, algo que de cualquier forma necesitara hacer y que no requiriera del silencio por un tiempo prolongado.

Ahora, cuando llego a mi casa a las 7:00 pm y noto el silencio de ser la primera en llegar, soy más consciente de que no durará mucho y me apuro a aprovecharlo, sabiendo que en cuando la primera Persona entre por la puerta el ambiente cambiará.

Además, busqué concienzudamente un nuevo momento para La Actividad Enfocada que quería llevar a cabo, con la finalidad de que no se quedara sin hacer. (Casi siempre es leer o escribir, soy súper predecible, ya lo sé).

Este simple (jaja, simple) cambio ha hecho que dejen de incomodarme las “interrupciones” de las otras personas (que de cualquier forma solo son intentos por satisfacer la muy humana necesidad de comunicarse y conectar), y me ha hecho sentir que tengo más poder sobre mi vida y mi tiempo, que puedo tomar decisiones de manera deliberada y que me puedo adaptar a mis circunstancias.

Yeah, baby.

Claro que no siempre funciona así y muchas veces se me olvida, o a veces yo misma llego haciéndole ruido a las Personas; a veces necesito usar ese tiempo y les pido por favor que no hagan ruido (y a veces me hacen caso y otras no).

Pero la idea ahí está, y los recuerdos de los momentos en que «el plan ideal» ha funcionado y salido bien me ayudan a seguir buscando la satisfacción que he llegado a sentir al final del día, esa sensación de:

Wow, hoy hice un montón de cosas que quería hacer y hasta lo disfruté; me siento orgullosa de mí misma.

Tu turno:

¿Cómo influyen las personas que te rodean en tus niveles de concentración?

¿Estás intentando concentrarte para aprender [idioma] o hacer lo que sea mientras hay una situación que no lo favorece?

¿Qué circunstancia o momento de tus días podrías observar para obtener más información y tomar decisiones más conscientes?

Me encantaría saber qué opinas sobre esto. 🙂

15 claves para aprender un idioma por tu cuenta

Nota: Este artículo fue escrito por un invitado que realmente sabe de lo que habla*. Te sentirás feliz de poner atención a lo que él tenga que decir. Sobre todo si se trata de su libro, donde puedes leer una entrevista mía en la que comparto muchos detalles sobre cómo aprendí inglés (de los que nunca he escrito en el blog). 

Alejandro Castrelo en la Ciudad de México
Alejandro en la Ciudad de México

Después de un período de intercambio académico en Rumanía, me conceden una beca de intercambio para San Luis Potosí (México) en el primer semestre del curso 2013-14. La buena fortuna me sonrió de nuevo.

Tras escuchar muchos comentarios de familiares y amistades de tipo: “Estás loco”, “¿No sabes lo peligroso que es México?”, “Te van a matar”, en mi mente se reforzó la idea de que marchar para allá era la decisión correcta. Lo mismo que con Rumanía: si todo el mundo estaba en contra de la idea, ahí tenía que haber algo bueno.

Aterrizado en la capital mexicana y después de cambiar unos euros a pesos, me dirijo a la ciudad de mi intercambio en uno de esos lujosos autobuses de la compañía Primera Plus, donde me dan mi “Bimbo” y “Boing” a juego con una agradable bienvenida.

Una vez en San Luis Potosí, después de unos días de haber encontrado alojamiento y arreglado las asignaturas que iba a realizar, me dan la oportunidad de hacer la prueba de nivel para entrar en uno de los cursos de inglés que ofrecía la Universidad.

Con los resultados en la mano, la evaluadora me indicó que para mi nivel avanzado ya no tenían cursos de inglés que ofrecerme, pero que si estaba dispuesto, podría colaborar como facilitador de inglés en el aula de conversación del nivel avanzado.

Después de pensarlo durante 2 segundos, acepté. Alumnos de distintas facultades venían a practicar conversación. A veces hacíamos juegos, otras veces conversábamos acerca de temas que me parecían interesantes.

Entre los alumnos, había personalidades de todos los tipos. Algunos muy atrevidos e interesados en el idioma, que no tenían miedo a participar y expresarse en el idioma de Shakespeare mientras que otros eran más tímidos y no les lograbas sacar una palabra de sus bocas.

Entusiasmado con el éxito experimentado en las aulas de conversación y con ganas de seguir compartiendo mis conocimientos acerca del aprendizaje independiente del idioma, me decido a crear un blog.

Tras buscar maneras de crear páginas web en Internet, y barajar posibles nombres para la web, me decanto por la marca “largalengua” en los conocidos servidores de Weebly.

Después de varios artículos sin mucho éxito de audiencia, poco a poco voy publicando con menos regularidad. Otras actividades prioritarias se me cruzaron en el camino y eventualmente dejé el blog aparcado. Aunque esta idea nunca continuó, la semilla había sido plantada.

Tras entrar a trabajar de profesor en una preparatoria y dar clases en una academia de idiomas, sigo animando a los alumnos a que trabajen en casa, que escuchen audios, vean películas y en general, que vivan el idioma cada día. Les decía que 2 clases a la semana no bastaban si querían tener un nivel decente de inglés.

Frustrado de alguna forma con la situación, y aunque algunos alumnos captaban el mensaje, la mayoría confiaba en que sus escasas sesiones semanales de una hora de duración los llevarían a convertirse en nativos en el idioma. Good luck.

De vuelta a España por Navidad, y en una conversación—al parecer—casual con mi hermano, surge la idea de poner todo mi conocimiento acerca del aprendizaje del inglés en un libro. Seguidamente, agarro un bolígrafo y me dispongo a escribir toda mi sabiduría sobre el papel.

Con letra furiosa, vuelco todo eso que tenía dentro. Todas esas ideas, pensamientos y estrategias de aprendizaje que había acumulado a lo largo del tiempo. El libro iba tomando forma. Ahora solo quedaba estructurarlo, encontrarle un título y buscarle una portada. Casi nada.

Siguiendo los consejos del prolífico autor Steve Scott, me dispongo a escribir todos los días, entre 500 y 1000 palabras. Nunca había escrito nada, pero esta era la prueba de fuego: tenía que demostrarle al mundo que se podía aprender inglés de manera independiente.

Había días en que seriamente dudaba de lo que estaba escribiendo. No tenía ninguna validación y no sabía si a la gente le gustaría. Mi amigo Pablo se comprometió conmigo y yo con él a enviarle de manera regular los extractos escritos. Esto me ayudó enormemente a completar el primer manuscrito.

Primero la escritura del primer borrador, edición. Encontrarle un título. Buscarle una portada. Promocionarlo. Muchas cosas tenía que hacer uno para llegar al público.

Un buen día, uno de mis amigos más emprendedores que conozco y creador de uno de los blogs más populares en español sobre estilos de vida alternativos y emprendimiento online, me dijo:

Alejandro, tenemos que hacer dos cosas: 1. Pegarnos un viaje juntos, 2. Tienes que publicar un artículo en mi blog, “Vivir al Máximo”. 

Voilà! Así fue. Días más tarde ya estaba el artículo publicado: Cómo aprendí inglés por mi cuenta — sin colegio bilingüe, padres nativos ni novia extranjera”, contando mi historia y ofreciendo mi recién publicado libro , habiendo llegado el post a la friolera de 200.000 visitas únicas.

Recibo comentarios y mensajes de todo el mundo hispanoparlante: Cuba, México, Venezuela, Perú, Colombia, España… entre otros. El mensaje había calado hondo. Las descargas de mi libro eran estratosféricas. Atrás quedaron momentos de frustración y dudas.

Con el aprendizaje de idiomas pasa lo mismo:

A menudo no nos consideramos capaces, no encontramos la motivación para estudiar diariamente y nos autoflagelamos con el insidioso pensamiento de “no llegaré a la meta”.

Déjame decirte que si has aprendido tu lengua materna sin problema, serás capaz de aprender cualquier idioma que se te ponga por delante.

Y una vez hayas comenzado, en ocasiones te alegrarás del progreso realizado y otras veces te sentirás estancado. Al igual que un camino entre valles y montañas, el proceso por el que todos tenemos que pasar está lleno de altibajos.

Hemos de aceptarlo desde el principio y prepararnos para lo que viene. Por tal motivo, y para que estés bien preparado, quiero compartir contigo los principios que sigo durante los primeros meses del estudio de un idioma.

15 claves para aprender un idioma por tu cuenta

1. Empezar a estudiar un idioma es la parte más difícil. Empieza hoy. Si tienes poco material, utiliza el que tengas para comenzar de inmediato.

2. No tengo ni idea acerca del idioma. En lugar de preocuparme, me enfoco en aprender acerca de ello. Razón suficiente para motivarse al máximo, no para estar asustado por el desconocimiento.

3. Los primeros pasos con el idioma los daremos con métodos de aprendizaje de lenguas extranjeras. De hecho, esa es la razón de su existencia.

4. Al principio, no entenderé nada y todo lo que diré probablemente esté mal. El propósito de ello es deshacerse del miedo a hablar y comenzar la interacción en conversaciones reales, no demostrar tus habilidades orales en el idioma.

Así que no tengas miedo; al igual que James Bond tenía licencia para matar, tú tienes licencia para equivocarte.

5. Aunque puedes irte al país sin saber ni pizca del idioma, tu curva de aprendizaje se acelerará si te familiarizas con él a través de un buen método de estudio durante un tiempo, con la finalidad de pasar de la etapa de principiante.

Idealmente, deberías ir al país donde esa lengua es oficial del nivel intermedio en adelante.

6. La pronunciación debe ser prioridad absoluta durante el primer mes. De otra forma, es posible que la interferencia de tu lengua materna te lleve a una pronunciación defectuosa.

7. Encuentra 1-2 personas con las que puedas practicar el idioma con regularidad. Pueden ser amigos, profesores o penpals. En italki y lang-8 puedes encontrar estos “tándems”.

8. Si te aburres con el mismo método, prueba a cambiarlo o intercalarlo con otro. Haz actividades diferentes con otros recursos que te ayuden a mantener tu interés tanto en el contenido como en el idioma.

9. Aprender un idioma lleva tiempo. No te presiones.

10. Si alguna vez te sientes abrumado, para de estudiar. Date un tiempo para reconciliarte con el idioma. Reflexiona en lo que no funcionó, recarga pilas y empieza de nuevo cuando estés preparado.

11. Ponte objetivos a corto plazo. Aumenta tus habilidades comunicativas a través de la persistencia y esfuerzo constantes. Dale tiempo al tiempo.

12. Durante los primeros 5-6 meses, enfócate en aumentar tu vocabulario, y en practicar lo más pronto posible tus habilidades orales en conversaciones reales. El 20% de tus actividades te dará el 80% de tus resultados.

13. Combina listening con reading. Asocia el mayor número de sentidos con una palabra para que seas capaz de recordar vocabulario a largo plazo.

14. Revisa regularmente lo que has visto en lecciones anteriores, así asimilarás de una forma duradera nuevas palabras, frases completas y estructuras gramaticales.

15. La gramática se aprende mejor a través de la exposición constante a textos y diálogos reales. No te dejes abrumar por ella. La mayoría de nativos no tienen ni idea del funcionamiento de su gramática y sin embargo manejan su propio idioma con soltura.

Para que comiences a aplicar estas 15 claves, te adjunto un pdf con los mejores recursos que he encontrado para aprender inglés (o incluso algún otro idioma) por tu cuenta. Haz click aquí para descargarlo.

Y tú, ¿cómo aprendes idiomas? ¿Cuáles son tus reglas a la hora de abordar el estudio de una lengua extranjera?

*Alejandro Castrelo, español sureño de 28 años, ingeniero industrial de formación y emprendedor de vocación. Desde que descubrió la comunidad políglota de Internet, no ha parado de poner en práctica toda la información para aprender idiomas de manera autodidacta. Amante de la tecnología y de los felinos. Cuando no está viajando, está leyendo libros de ensayo. Además, le gusta conversar con amigos y entre copas sobre las verdades profundas de la vida. Puedes encontrar sus artículos en: www.casinativo.com

No dejes que tu fuego se apague

Nunca he sido muy buena para disfrutar las cosas. Es algo para lo que me he tenido que educar y reeducar frecuentemente.

fogo de Natal

Hasta hace poco, cada vez que se me encendía una especie de fuego interno que me hacía querer investigar sobre un tema, o crear algo, o aprender otra lengua, o leer un libro, me convencía a mí misma de que no era el momento adecuado, de que tenía que hacer otra cosa vitalmente importante (muchas veces no era cierto) o que el tiempo que usara para eso iba a ser mejor invertido durmiendo.

Muchas veces ese convencimiento funcionaba y perdía el interés que tenía por algo, o a veces (muy pocas veces) la pasión lograba esperarme a que terminara lo vitalmente importante que tenía que hacer hasta que podía poner manos a la obra.

Ahora entiendo que esto es algo muy triste porque la pasión es algo extremadamente valioso y escaso.

Pienso que en el mundo en el que vivimos sentirse apasionado o entusiasmado por algo no es muy frecuente. Creo que es cierto que la mayoría de las personas viven el día a día y por conveniencia (y porque la vida es dura) han tenido que tragarse sus sueños y aquello que realmente les gustaría hacer.

Cenizas

Cuando tenía como 19 años, era la cinéfila más empedernida que te puedas imaginar. Realmente creía que me quería dedicar a eso. Veía 3 películas a la semana (además de ser estudiante de tiempo completo) y todos mis momentos libres se los dedicaba a planear qué filmes vería después. Filmaffinity era mi homepage, pues escribía una reseña de todas las películas que veía.

Un buen día, decidí que, como estaba en entregas finales en la universidad, no vería ninguna película hasta terminar un artículo que tenía que entregarle a una maestra muy exigente. Y entonces le decía a esa pasión que sentía por el cine que me esperara, que en cuanto terminara ese trabajo (y otros dos) iba a poder hacer un maratón de películas, etc.

Unas semanas después, pasó algo completamente inesperado: me dejó de interesar el cine en un 100%.

Pensé que era solo una etapa, que en cuanto volviera a ver mis películas favoritas mi amor iba a regresar, pero no. Se había ido y hasta la fecha sigue sin venir.

En este momento mi vida está perfectamente bien sin el cine, y no me acongoja porque he tenido varias nuevas pasiones durante todo este tiempo, pero desde entonces tengo más cuidado de no echarle tierra a los fuegos que crecen dentro de mí. (A veces me sigue fallando).

Más cenizas

Algo parecido me sucedió con el hindi. Hace unos años me moría por aprender esta lengua, hasta me imaginaba yendo a la India para practicar.

Pero a diferencia de lo que me sucedió con el cine, simplemente decidí ignorar esa vocecita que quería que estudiara hindi. A veces tengo reglas extrañas en la cabeza y como en ese momento estaba estudiando alemán, decidí dejarlo de lado porque la Regla decía que primero debía llegar a X nivel de una lengua para aprender otra.

Ahora ya tiré esa Regla a la basura, pero en ese momento se sentía muy real.

Y entonces nunca estudié nada de hindi. En mi explorador de Internet sigue habiendo varios marcadores de recursos para aprender el alfabeto devanagari, pero cada vez que los veo no se me mueve nada. De hecho estoy pensando borrarlos.

El punto de esta entrada es recordarle a quien lo necesite que sentirse alocadamente emocionado por algo es un privilegio y, según algunos estudiosos del tema, aquello que nos ayuda a generarle un sentido a la vida. Y que, sobre todo, es irremplazable.

Si pudiera hablar con la Geo del pasado le diría que cada chispazo que tiene, por más inconveniente que parezca, merece ser atendido y alimentado. Que tiene sentido que tema distraerse de sus obligaciones y parecer (o ser) irresponsable.

Que no necesita ver una película completa para mantener su amor por el cine, que ver una en partes a lo largo de una semana está muy bien.

Le diría que puede aprender una palabra en hindi al día, que no es necesario privarse del gusto y la emoción, y que la aproveche mientras dura porque quién sabe si vuelva a aparecer y después le parezca algo más bien insulso.

En resumen, no mates la pasión que sientes por algo, sobre todo si se trata de una situación inocua (ver películas, leer libros, aprender cosas). Si se muere sola, déjala ir, pero no le temas a sentirla y a que rija tu vida durante un tiempo.

Puede ser una pasión inconveniente, pero creo yo que lo es más la sensación de vacío que queda al recordar el gozo que pudo haber sido. En palabras de Barbara Sher, deja que tu cerebro sea feliz bailando al ritmo de su propia música.

Y, en la medida de lo posible, no dejes que tu fuego se apague.

“Do not let your fire go out, spark by irreplaceable spark in the hopeless swamps of the not-quite, the not-yet, and the not-at-all». —Ayn Rand

___

Foto de Gustavo Veríssimo

Claves para entender qué es la traducción

Nota: Esta informativa entrada fue escrita por un invitado*. Recuerda que tú también puedes ser publicado. ¡Que la disfrutes!

La traducción es un mundo maravilloso que esconde un sinfín de secretos y que no deja indiferente a nadie. Y escribo sabiendo de lo que hablo, puesto que soy traductor desde hace varios años. Por ese motivo, me gustaría explicar algunas dudas que puedan surgir a cualquier persona que, aunque no se mueva en el mundo de la traducción, sí que sienta cierta interés por todo lo que lo rodea.

R0012587

Un traductor no es un diccionario

No, por muy bien que un traductor hable otro idioma no tiene por qué saber el significado de todas y cada una de las palabras que existen en esa lengua. Ni tampoco implica que sea bilingüe. Pero esto no quiere decir que no sea bueno en su profesión, ¡ni mucho menos!

La figura del traductor está especializada en comunicar y transmitir ideas de forma clara y natural. Si es capaz de conseguir este propósito y hacer llegar el mensaje en la lengua de destino, entonces ha logrado su objetivo.

Mejor traducir hacia la lengua materna

No es lo mismo traducir desde tu lengua materna que hacia ella. En mi caso, soy traductor nativo de español (o castellano) y, por muy bien que hable otras lenguas como el inglés o el francés, me considero mucho mejor preparado para transmitir esa información original en castellano.

Y no se trata de un caso aislado, sino bastante común. ¿Por qué? La naturalidad, los giros del lenguaje, los juegos de palabras, los mínimos detalles… la forma más efectiva de reflejar todas estas características innatas a un idioma solo las puede conseguir una persona nativa en la lengua de destino.

Ni un amigo que sepa idiomas, ni Google Translator

Salvo que quieras un lenguaje codificado, los programas de traducción automática no sirven. En realidad te van a hacer más lío. Te pueden dar una ligera idea de qué trata de el texto, eso sí, pero si quieres presentar la traducción (y que esta esté bien hecha), créeme que dedicarás más tiempo del que piensas a revisar y comparar su versión.

Asimismo, alguien que «solo» sepa idiomas no te garantiza una traducción de calidad. Pídele una traducción sobre un juicio o sobre el Fondo Monetario Internacional y ya verás la cara que se os queda a los dos.

En otras palabras:

Un traductor no es una máquina, por eso busca la naturalidad, y la formación y experiencia adquirida le permite lidiar con cualquier posible contratiempo y dificultad.

¿Traductor jurado?

Sí, traductor jurado, oficial, público, notarial… Según el país en el que te encuentres se llamará de una u otra forma, pero la figura siempre es la misma.

Un traductor jurado tiene la potestad necesaria y acreditada por el Estado para traducir ciertos documentos oficiales, como por ejemplo partidas de nacimiento, títulos universitarios, expedientes académicos, testamentos… Los documentos de los que se encarga un traductor jurado llevan su firma y sello oficial para darles el valor pertinente.

Si quieres pedir una beca, buscar trabajo, casarte en el extranjero, solicitar un visado, viajar a otro país con un justificante médico… probablemente necesites uno.

Grosso modo, estas son las principales preguntas que le pueden surgir a cualquier persona ajena pero interesada por el mundo de la traducción. Pero si tienes cualquier otra duda que inquiete tu curiosidad, tan solo tienes que hacerlo saber. Espero que a partir de ahora veas a un traductor con otros ojos.

___________

*Me llamo Rubén Sánchez y formo parte de Translation-Traducción, un proyecto que se dedica a los idiomas y a la traducción, tanto general como jurada. Tenemos un blog sobre curiosidades lingüísticas, anécdotas de doblaje, consejos para aprender inglés y francés, guías para hablar el español correcto… y mucho más.

__

Imagen de Svet Ivantchev