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La traducción es un mundo maravilloso que esconde un sinfín de secretos y que no deja indiferente a nadie. Y escribo sabiendo de lo que hablo, puesto que soy traductor desde hace varios años. Por ese motivo, me gustaría explicar algunas dudas que puedan surgir a cualquier persona que, aunque no se mueva en el mundo de la traducción, sí que sienta cierta interés por todo lo que lo rodea.
Un traductor no es un diccionario
No, por muy bien que un traductor hable otro idioma no tiene por qué saber el significado de todas y cada una de las palabras que existen en esa lengua. Ni tampoco implica que sea bilingüe. Pero esto no quiere decir que no sea bueno en su profesión, ¡ni mucho menos!
La figura del traductor está especializada en comunicar y transmitir ideas de forma clara y natural. Si es capaz de conseguir este propósito y hacer llegar el mensaje en la lengua de destino, entonces ha logrado su objetivo.
Mejor traducir hacia la lengua materna
No es lo mismo traducir desde tu lengua materna que hacia ella. En mi caso, soy traductor nativo de español (o castellano) y, por muy bien que hable otras lenguas como el inglés o el francés, me considero mucho mejor preparado para transmitir esa información original en castellano.
Y no se trata de un caso aislado, sino bastante común. ¿Por qué? La naturalidad, los giros del lenguaje, los juegos de palabras, los mínimos detalles… la forma más efectiva de reflejar todas estas características innatas a un idioma solo las puede conseguir una persona nativa en la lengua de destino.
Ni un amigo que sepa idiomas, ni Google Translator
Salvo que quieras un lenguaje codificado, los programas de traducción automática no sirven. En realidad te van a hacer más lío. Te pueden dar una ligera idea de qué trata de el texto, eso sí, pero si quieres presentar la traducción (y que esta esté bien hecha), créeme que dedicarás más tiempo del que piensas a revisar y comparar su versión.
Asimismo, alguien que «solo» sepa idiomas no te garantiza una traducción de calidad. Pídele una traducción sobre un juicio o sobre el Fondo Monetario Internacional y ya verás la cara que se os queda a los dos.
En otras palabras:
Un traductor no es una máquina, por eso busca la naturalidad, y la formación y experiencia adquirida le permite lidiar con cualquier posible contratiempo y dificultad.
¿Traductor jurado?
Sí, traductor jurado, oficial, público, notarial… Según el país en el que te encuentres se llamará de una u otra forma, pero la figura siempre es la misma.
Un traductor jurado tiene la potestad necesaria y acreditada por el Estado para traducir ciertos documentos oficiales, como por ejemplo partidas de nacimiento, títulos universitarios, expedientes académicos, testamentos… Los documentos de los que se encarga un traductor jurado llevan su firma y sello oficial para darles el valor pertinente.
Si quieres pedir una beca, buscar trabajo, casarte en el extranjero, solicitar un visado, viajar a otro país con un justificante médico… probablemente necesites uno.
Grosso modo, estas son las principales preguntas que le pueden surgir a cualquier persona ajena pero interesada por el mundo de la traducción. Pero si tienes cualquier otra duda que inquiete tu curiosidad, tan solo tienes que hacerlo saber. Espero que a partir de ahora veas a un traductor con otros ojos.
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*Me llamo Rubén Sánchez y formo parte de Translation-Traducción, un proyecto que se dedica a los idiomas y a la traducción, tanto general como jurada. Tenemos un blog sobre curiosidades lingüísticas, anécdotas de doblaje, consejos para aprender inglés y francés, guías para hablar el español correcto… y mucho más.
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Imagen de Svet Ivantchev
Traducir es un arte, creo, pues tienes que hacer equivaler dos lenguas que en realidad por estructura no son equivalentes (o si no, el hablar otras lenguas sería pan comido), lo cual no es facil. Y si no me creen, ¿alguna vez han escuchado «esta traducción es mejor que esa» cuando han comprado un libro?
¡Saludos!
Muy interesante el articulo, sin duda visitare su blog.