Ya van varias veces que veo que alguien se queja amargamente de que—¡agh!—el diccionario está mal en su definición de algún término.
Hay quienes hacen peticiones para que los diccionarios cambien las descripciones del significado de las palabras, como el caso de la palabra «success» en la Strayer University.
Dejando de lado la seguramente buena intención que tienen estas personas, escribo sobre esto porque me parece absurdo y porque, sobre todo, demuestra que existe muy poca comprensión sobre qué son y cómo funcionan los diccionarios.
Ahora bien, yo no soy lexicógrafa (es decir, no me dedico a hacer diccionarios), pero tengo claras un par de cosas por mi formación en lingüística.
1. Los diccionarios no nos enseñan a hablar.
Muchas personas creen que las palabras que usamos todos los días salen de los diccionarios y de las Academias de la Lengua, pero no es así. Nuestros padres nos enseñan a hablar. Nuestra cultura nos enseña las definiciones de las palabras.
Si el diccionario marcara cómo hablar, «torta» significaría lo mismo en México y en España por el simple hecho de que son los mismos sonidos en el mismo orden, y simplemente no es así. Cada cultura llena las palabras del significado que le conviene y así se transmite de generación en generación.
2. Los diccionarios son posteriores a los hablantes.
Un diccionario bien hecho (porque no todos están bien hechos) registra la forma en la que las personas hablan. Es decir, los lexicógrafos escuchan cómo se usan las palabras y con base en ello redactan definiciones para que cuando un extranjero, o una persona que nunca ha oído una palabra la escucha por primera vez, pueda saber qué significa.
Si la definición de una palabra cambia con el uso (y el uso es el rey cuando de una lengua se trata), los creadores del diccionario entonces tienen el deber de registrar esa evolución del significado de la palabra, pero no necesariamente «cambiar» la definición, sino añadirla abajo. Hay palabras que tienen dos o muchas definiciones porque tienen dos o muchos usos.
3. Pocas personas usan los diccionarios monolingües.
La idea detrás de estas campañas para modificar la definición de una palabra surgen de la idea extraña de que quienes van a usar una palabra (sobre todo si es tan común como «éxito») buscan antes su significado y después la usan. No inventen. ¡Nada podría esta más alejado de la realidad!
En términos generales, las personas que buscan palabras en un diccionario de su lengua materna son muy pocas y, de cualquier forma, lo usan a posteriori, esto es, ya que han usado la palabra 10 millones de veces y solo cuando necesitan la definición para escribir un ensayo o algo por el estilo.
Un hablante común y corriente difícilmente va a buscar la definición de una palabra frecuente en el diccionario para usarla cotidianamente.
No sé muy bien de dónde sacaron que «90% of Americans associate success with happiness rather than “the fact of getting or achieving wealth, respect, or fame,” which is the current Merriam-Webster definition of success«. ¿En serio?
Y aun si así fuera, «happiness» tendría que ser una definición MÁS de «success«, dado que tanta gente está comenzando a considerarlo así, según ellos.
Entiendo la idea detrás de la campaña. Entiendo que parte de una necesidad de redefinir el éxito porque la gente es muy exigente consigo misma, y todo eso.
Pero cambiar la definición del diccionario (suponiendo que los lexicógrafos de Merriam-Webster cedan ante la presión o también estén de acuerdo) no va a hacer nada para que la gente deje de asociar el éxito con la riqueza, el respeto o la fama. Para eso se necesitan siglos de evolución del inglés.
Si quieren que eso pase, van a tener que ser mucho más pacientes de lo que lo están siendo, pues será un cambio paulatino que se dé en la percepción de las personas.
Y, además, las nuevas ediciones de los diccionarios tardan mucho tiempo en salir a la luz. Para que esté bien hecho, un diccionario debe ser trabajado durante varios años por lo menos.
Sí, la lengua cambia y está evolucionando todo el tiempo, y es seguro que la definición de «éxito» está evolucionando al ritmo de la cultura (tan es así que estos señores de la universidad lo están sintiendo), pero eso no significa que al modificar un diccionario que pocas personas leen se vaya a generar un cambio social o cultural.
Y, por si fuera poco, eligieron una palabra exageradamente subjetiva. Cada quien, aunque no sea consciente, define a su manera el éxito. Algunas personas nunca se van a sentir «exitosas» a menos que ganen su primer millón de USD, mientras que para otras el éxito reside en tener suficiente tiempo para ver a sus hijos crecer.
Además, la definición que le demos al éxito va cambiando conforme cada persona crece y conforme cambian sus circunstancias. Alguien que quería mucho respeto, por ejemplo, se da cuenta de que se siente muy solo en esa cima y decide que ahora será exitoso cuando sea parte de una comunidad de pares.
Miren, yo entiendo. Está muy bien que la gente le avise a los lexicógrafos que las definiciones de una palabra han evolucionado. Pero no es como que ellos no se hayan dado cuenta. Los lingüistas son personas obsesionadas con el lenguaje. Todo el tiempo están escuchando cómo habla la gente, no pueden evitarlo. Y más si a eso se dedican (!!!).
No digo que los creadores de diccionarios sean personas perfectas, son humanos que se pueden equivocar y que seguramente lo hacen, pero definitivamente podemos confiar en que están haciendo su trabajo y que si un hijo de vecino que no sabe mucho acerca del lenguaje se está dando cuenta de que el uso de una palabra está cambiando, los lexicógrafos y otros lingüistas también se están dando cuenta, pues su formación lo fomenta. (Y además les gusta hacerlo).
Pero bueno, el punto es que dudo mucho que cambiar la definición de un diccionario sirva de gran cosa para el cambio social. Puede influir, como cualquier otra cosa, pero realmente creo que no debe ser el centro de una campaña.
En mi opinión, hay varias causas mucho más importantes y urgentes que necesitan todas esas firmas.
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Foto de Steve James