Por qué estoy en contra de la televisión (y no es porque amo los libros)

Ver la transmisión de los Juegos Olímpicos de este año ha sido toda una novedad para mí.

En realidad, son los primeros que veo con plena conciencia de qué significa ver compatriotas luchando por medallas y todo eso. Disfruto enormemente deducir de qué país viene un atleta sólo con ver tres letras y/o la bandera, e incluso felicitarme por saber qué lengua(s) se habla(n) en ese país, o en qué continente se encuentra. Me encanta ver cómo personas de diferentes razas y culturas se mezclan, cómo sonríen y celebran los que ganan, cómo el esfuerzo y la lucha de tantos años da fruto y cómo sólo algunos pasan a la historia. 

Sin embargo, me causa conflicto que sea en la televisión donde los veo porque en lo personal tengo muchas razones para estar en contra de pasar tiempo frente a esa pantalla (ten en cuenta que en mi vida cotidiana paso a lo mucho media hora a la semana viendo algo [y eso porque alguien más está viéndolo] y que no sé prender el módem [el control tiene muchos botones, ¿qué quieres que haga? 😛 ]).

the fabled lost graveyard of old television sets

Lo que me asusta es lo siguiente:

1. No es la pasión de la vida de nadie

Si este post fuera en contra cualquier otra actividad, alguien podría decirme: Oye, pero eso me apasiona, es la fuente de mi felicidad, hace que mi vida tenga sentido… Pero ¿alguien podría decir lo mismo sobre ver la televisión? Si lo que causa no es satisfacción profunda, me atrevo a pensar que nos está quitando tiempo de desarrollar algo que realmente nos apasiona.

2. Es demasiado fácil

Sentarse, mirar fijamente un objeto y dejarse llevar por lo que alguien más programa es lo más fácil del mundo que una persona puede hacer para pasar su tiempo. Salvo honrosas excepciones, la mayoría de las transmisiones funcionan simplemente como «entretenimiento», lo que yo interpreto como: mira, como no tienes nada que hacer porque te da miedo salir a buscar algo que te apasione, vamos a hacer que estas horas se vayan más rápido para que llegue la hora de dormir.

O si no, como: mira, yo sé que tienes un sueño pero que ya dejaste de intentarlo porque no sabías que podías no rendirte, por lo tanto, vamos a hacer que se te olvide tu frustración hasta que te dé hambre.

3. Trae mucha inercia

Una de las cosas que más detesto de ver la televisión es que no puedo detenerme tan fácil. Aunque tenga proyectos, ideas, planes, libros que leer, trabajo que hacer; aunque tenga que lavar la ropa o simplemente quiera salir a caminar, encuentro extremadamente difícil apagarla. Un programa más. Bueno, esta y ya. Que ganen la medalla y le apago. Bueno, que salga la premiación de la gimnasia. Ok, nada más ver quién gana… Ya me aburrí, pero en el otro canal está la serie que me hace reír. Hay doble programación, qué tan malo puede ser. 

Hasta el infinito.

Y cuando logro separarme, me doy cuenta de que ya pasaron dos o tres horas. Y cuando me doy cuenta de que ese tiempo es el que me propongo dedicarle a mi tesis cada día, muero porque siento que no hice nada.

Si esto sucede varios días seguidos, y después dos o tres semanas, se hace un hábito que poco a poco desplaza otras cosas de nuestra vida, y un buen día nos damos cuenta (si tenemos suerte) de que somos adictos a la televisión, de que nos fue poseyendo (¿casi?) imperceptiblemente.

4. Juegan con mi mente

Las personas detrás de los anuncios que salen entre programa y programa saben a la perfección cómo meterse en nuestra mente, y yo realmente creo que lo hacen muy bien. Bien para sus fines (obtener dinero). Pero ¿y los de los espectadores? Se suspende lo que pensamos y lo que queremos y nos convertimos en compradores de productos que no necesitamos con dinero que no nos sobra. Nos permiten seguir creyendo que la felicidad se encuentra en la siguiente compra. Pero no es cierto. No les preocupa llenarnos la cabeza de ideas nocivas o incluso de mentiras. Y sin embargo lo hacen. Como saben hacerlo, no nos damos cuenta.

(feb/13):

5. Estándares de ¿belleza? inalcanzables

Por cuestiones de biología, nos sentimos atraídos por las personas saludables, y cuando nos preguntan, decimos que son bellas. Sin embargo, es falso que las imágenes de mujeres huesudas y hombres ultra musculosos representen el espectro más sano de la población. Prácticamente nadie puede alcanzar un cuerpo igual a ese, y mucho menos seguir siendo saludable en el intento.

No obstante, nos repiten que debemos ser así en tantas emisiones, que nos sentimos mal con nosotros mismos. Aunque estemos sanos. De hecho, no es raro escuchar que la salud de muchos actores se va deteriorando por las modificaciones que les hacen a sus cuerpos al intentar entrar en estos moldes artificiales.

Realmente creo que los estándares actuales de belleza hacen mucho más daño que bien, pues son los responsables, más que otras cosas, de que la gente en general se imponga restricciones alimenticias que no sólo no requiere, sino que terminan causando problemas y enfermedades que no se sufrirían si no fuera por las dietas y el estrés que causan.

En fin.

Tiene cosas buenas

A veces pasan películas en francés y practico. Sí, se le puede cambiar el audio a los programas para que estén en su idioma original. En ocasiones, la historia de una serie o una telenovela hace que te identifiques con el protagonista y tomes una buena decisión para tu vida. Casi siempre hay documentales muy interesantes. La TV puede incluso ser tu ventana al mundo, a otras culturas, a otras formas de pensar. Pero lo que yo he visto es que puedes obtener las cosas buenas  de otras formas, de preferencia interactuando con otros humanos. Y que, de hecho, suele crear una historia más interesante para tus nietos o tus amigos.

Conozco varias personas que dicen que no tienen tiempo para hacer ejercicio y cuando pienso que si vendieran su tele tendrían automáticamente 3 horas más en su día, me da una mezcla de alegría y tristeza. La están usando como pretexto.

Nota: Sé que el internet está tomando el lugar de la televisión para muchas personas. La diferencia es que uno puede decidir qué ver y, sobre todo, uno puede crear, aportarle algo al mundo. Uno puede elegir no ser pasivo. Con la televisión, siempre se es pasivo.

Lejos de ponerme en el discurso intelectualoide de «La tele idiotiza» (y mira que por estudiar donde estudié me resultaría fácil ponerme en esa postura), lo que busco con esta entrada es que pienses qué necesidad o qué hueco está llenando la programación en tu vida.

¿Realmente te perderías de mucho si por un mes (sólo 30 días) no la prendieras, sólo para ver qué pasa? (Anda, es un experimento inocuo… 😀 )

Sería un poco cerrado de mi parte decirte  Apaga la tele, abre un libro  porque no a todos nos gusta leer. Resultaría encantador y me sentiría feliz, pero de lo que se trata es de que tú mismo decidas qué vas a hacer si alguna vez te animas no sólo a apagar la televisión, sino a dejar de prenderla.

Todo esto no es más que mi opinión. A lo mejor me equivoco y debería sentarme en el sillón en vez de escribir esto. Pero no lo creo.

(ene/14:

He estado pensando mucho y, por alguna razón, creo que los programas en sí no son tan malos como la publicidad. No es que odie toda la publicidad [aunque a veces me veo tentada], pero definitivamente sí la de la televisión.

Y, sobre todo, creo que escribí este texto pensando en la televisión mexicana, tanto en los programas «informativos» como las telenovelas, que desde mi punto de vista están creados con la finalidad de lavar el cerebro del pueblo mexicano. Pero he visto algunas series estadounidenses y creo que no son tan malas… Las historias son muy pegajosas y los personajes muy reales.

Me sigue causando conflicto el hecho de que muchas personas usan la televisión como un sustituto de las emociones que podría darnos pero no la vida que tenemos, pero entonces todos somos «culpables» de adormecer nuestro malestar con algo.

Creo que tal adormecimiento es algo sano y hasta saludable, pero si estoy escribiendo esta actualización en lugar de haber borrado el presente artículo, fue porque sigo sosteniendo que el exceso de televisión es dañino, y que es endemoniadamente difícil evitarlo porque tanto la programación como la publicidad están diseñadas para atraparnos y tenernos pidiendo más.

Además, sigue sin gustarme ver la televisión. Creo que esa es mi principal razón para mantener mi punto. Tal vez algún día me guste y escribiré otro artículo diciendo que cambié de opinión, pero no lo sé aún.

A ver qué pasa.)

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Foto de byronv2