Soy una persona ansiosa

Hasta hace no mucho (digamos, a principios de este año) me resistía a admitir las señales de que yo era una persona ansiosa.

Era un poco porque temía que, al decirlo en voz alta, se fuera a empeorar. O que al ponerme esa etiqueta (que más bien parece un diagnóstico clínico), no iba a poder encontrar pruebas de otra cosa.

Pero como con cualquier situación que resistimos, cuando dejamos de resistirla se aligera; mencionarlo y dejármelo en claro me dio mucha libertad. Ahora ya no tengo que gastar energía en ocultármelo a mí misma ni a los demás. Soy una persona ansiosa.

Admitirlo me hizo darme cuenta de que era importante hacer algo al respecto. No porque fuera un «deber», sino porque sabía que me beneficiaría. Por eso empecé a meditar, pues había leído que era muy útil para eso (sí lo es).

Gracias a ello, comencé a observar todos los lugares en mi vida en los que existen obstáculos relacionados con la ansiedad.

Por ejemplo, que muchas veces no me doy permiso de hacer las cosas que quiero porque hacerlas me genera mucho estrés y siento como si no valiera la pena pasar por eso.

O que a veces realmente la vida es un poco más difícil para mí que para las personas que son más «zen» por naturaleza. Y que tal vez toda esta ansiedad es una respuesta sana en mundo que, tristemente, no está tan sano.

Empecé a notar las actitudes y acciones que aumentan mi ansiedad (no dormir bien, dejar que me dé mucha hambre, alimentar un pensamiento negativo hasta volverlo catastrófico, identificarme con ella y pensar que TODO lo que soy yo es la ansiedad, lo cual no es cierto).

Vi esas conductas también en mi mamá, que mitad me modeló y mitad me heredó la mayoría de ellas. Y comencé a tenerle compasión, porque sé que no empezó con ella. Alguien se lo heredó y se lo modeló, y a esa persona también, quién sabe cuántas generaciones atrás.

También puse atención en las cosas que me ayudan a reducir la ansiedad. Dejar de ver las noticias (sobre todo las de este año, qué pedo). Estar menos tiempo en redes sociales o por lo menos dejar de seguir cuentas que no ayudan.

Respirar, estar en mi cuerpo en vez de en mi mente, dejarme sentir el miedo. Concentrarme totalmente en lo que estoy haciendo a cada momento. Escribir, bailar, leer literatura. Pensar en que yo no soy la ansiedad, soy mucho más que eso aunque la contengo.

Acostarme en el piso boca arriba por unos 10 minutos y permitirme sentir lo que siento, aunque sea incómodo. Ir a terapia. Identificar mis pensamientos y darme cuenta de cómo me hacen sentir. Evitar aislarme porque eso solo lo hace todo peor  (t-o-d-o).

Saber que soy una persona ansiosa me permitió entender que tenía que cuidarme a mí antes que a los demás cuando la tierra se movió el mes pasado. Que me iba a tardar un bueeeen rato en tranquilizar a mi sistema nervioso, quizá un poco más que los demás.

Que necesitaba poner mucha atención en lo que hacía para cuidarme a mí misma, que me iba a costar trabajo dormir y que tenía que poner mucha atención en lo que me pedía mi cuerpo porque no hacerlo iba a empeorar las cosas.

Comprender todo lo anterior me hizo predecir que, a diferencia de lo que se supone que debería ser según las verdades absolutas que hemos aprendido en las películas, me la iba a pasar francamente mal al inicio de una relación en la que estuve. Demasiada incertidumbre para mi sistema.

Me ha permitido practicar la compasión hacia mí misma. No es fácil, nada fácil, pero creo que voy mejorando. Estoy aprendiendo a aceptar esa parte de mí y poder decir, así soy, y no me avergüenzo aunque la sociedad entera está empeñada en hacernos creer que lo único que te convierte en un ser humano valioso es una salud mental (y física también) perfecta. (No lo es. Also: ¿eso existe?).

Es lidiar con el estigma y con la opresión. Con los consejos no solicitados acerca de qué debería o no hacer. Con la gente que no entiende y dice cosas como «¡Relájate!» o «No te preocupes». JAJAJA.

Aunque no me gusta tanto, ver que soy una persona ansiosa también me da razones para exigirme cambiar y perfeccionarme y mejorar. Me ha hecho ser un poco cruel y hasta violenta conmigo misma.

O enojarme y decirme que no debería ser así, sobre todo cuando veo que mi ansiedad me hace pasármela mal en algún momento en que otras personas se ven estúpidamente felices. Sí, me hace compararme con los demás. Y, sobre todo, me hace juzgarme a mí misma.

Pero también veo todo lo bueno que viene de ello. Y sobre todo, las cosas que he aprendido y sigo aprendiendo. Veo que si no fuera tan miedosa no sería tan valiente. O que si me fijo en el progreso que he tenido, siento esperanza en que quizá lo que ahora me abruma en algún momento será parte de lo que me parezca normal.

También pienso que mi forma de ser incluye cosas positivas, que me gustan mucho de mí, y cosas no tan agradables, como la ansiedad; viene todo junto en el mismo paquete, y para dejar de tener las no agradables necesitaría no tener las positivas.

Me ha ayudado mucho comprender mi personalidad, y ver que todas las personas que la compartimos somos así. Unas más, y otras menos, claro está, pero tenemos eso en común. No estoy sola en eso, sé que un montón de gente me entiende y yo las entiendo 🙂 (…aunque lo intenten ocultar porque está estigmatizado y «mal visto»). (Fuck that shit).

Era importante para mí hablar de esto porque he visto que existe mucha presión en torno a las personas que tenemos blogs, sobre todo cuando hablamos de los temas de los que yo hablo, como de que tengamos la vida resuelta, o que seamos felices todo el tiempo, o ese tipo de cosas.

Lo que yo he notado con las personas que sigo es que me ayudan mucho más si se muestran como realmente son, en toda su humanidad, a que si intentan poner una cara de perfección y Photoshop.

Soy una persona ansiosa, eso no me define y soy muchas más cosas también.

¿Y tú?

Si quieres comentar, ten en cuenta que se necesita ser vulnerable para hablar de estas cosas y que muchas veces no es tan fácil. Y, sobre todo, que no necesito ni deseo leer consejos de ningún tipo.

Puedes compartir tu historia con la ansiedad (si es el caso) o escribir de lo que te diste cuenta sobre ti mientras leías esta entrada.

Gracias por leer y hasta la próxima.

Dos mil diecisiete en retrospectiva 2/3

Tradición del blog: escribo recuentos del año en curso tres veces, una en abril, una en agosto (esta que lees) y otra en diciembre. Me gusta hacerlas porque tomo una pausa para ver con calma qué ha sucedido y porque mi sabiduría actual le echa luz a mi pasado y siempre me doy cuenta de cosas útiles. 

Debo confesar que se me andaba olvidando que a finales de agosto corresponde hacer esta segunda parte de la retrospectiva del año.

Eso, y que también siento mucha resistencia a revisar o repasar los últimos meses. La verdad no entiendo muy bien por qué, pero es como si me diera miedo encontrar cosas que ya había medio bloqueado o negado.

Siempre me sorprende lo mucho que olvido cosas que en su momento parecían lo más grande o importante de mi vida (y bueno, en cierto sentido lo eran porque constituían mi presente).

Eso solo me recuerda que todo pasa, lo «bueno» y lo «malo», nada permanece.

Bueno, ya.

Mayo

Este fue uno de esos meses raros donde pude concentrarme muchísimo en un proyecto. Todos los días, hasta los fines de semana, trabajaba en él, pero no porque me forzara, sino porque había tomado un ritmo hermoso.

Al mismo tiempo, fue un mes en el que sentí que había progresado mucho en un [tema en específico que he venido arrastrando prácticamente toda mi vida] y después… no, lo cual fue muy fuerte para mí porque volví a visitar esas temibles cavernas de mi mente que tienen escrito en las paredes: «Nada de lo que has intentado funciona».

Sin embargo, ahora que lo veo con distancia, fue realmente un mes en el que se gestaron muchas cosas muy buenas que ahora estoy disfrutando. Pero vaya que fue difícil.

Junio

En junio escribí el primer cuento que he escrito en mi vida motu proprio. Soy mundialmente famosa por no poder escribir ficción pero este cuento fue especial. No, no lo puedes leer (¿aún?). Quizá en un par de años.

Es sobre algo muy fuerte que estuvo a punto de pasarme pero no pasó y recurrí a la ficción para sacarlo de mi sistema. Amé (re)encontrarme con la parte de mí que encuentra un valor muy grande en la literatura.

En otro sentido, mi cuerpo resintió mucho este mes. Parte de lo que escribí arriba, sobre cómo estaba logrando proyectear a un ritmo agradable, etcétera, mi mente lo convirtió (algo que me pasa mucho) en un deber y en una meta y en una razón para exigirme resultados a mí misma.

Este es un patrón muy arraigado en mí, que no me sirve mucho que digamos, pero que está presente. Este mes me enfermé del estómago nivel antibiótico y me torcí el tobillo cayéndome en un hoyo en la calle bajo la lluvia, por mencionar sólo lo más aparatoso.

Aquí también comencé otra vez desde cero a meditar porque lo había dejado porque si no no sería yo. Intenté darle mil vueltas a no pagar la app de Headspace en los meses anteriores, buscando alternativas y todo eso, pero nada la supera. De verdad vale la pena, al menos para mí, y cada peso pagado tiene sentido, al menos para mí.

En resumen, siento que en junio aprendí lecciones que no había aprendido en años y tomé un montón de riesgos que no me había atrevido a tomar antes.

Además, terminé un curso que había comenzado a tomar hace más de dos años (¿o eran tres?) y eso siempre ayuda, como que se pone en movimiento la energía o algo así.

Julio

Empecé este mes un poco destanteada porque hice un pequeño viaje y eso siempre me desorienta. Pero esa falta de oriente (sic) no se comparó con lo que sentí como a mediados del mes, cuando una coach me hizo ver algo que de verdad no quería ver; es más, que llevaba años ignorando casi activamente porque dolía.

Fue uno de esos momentos fundamentales en la vida que son como un turning point, un antes y después, en los que ya no puedes seguir fingiendo que la realidad no existe y enfrentarse a ella DUELE UN MONTÓN.

Claro que al final fue lo mejor que me pudo haber pasado en lo que va del año, pero estuve en una crisis bastante fuerte un par de días.

Este mes mi cuerpo también sufrió considerablemente por un [desequilibrio] persistente que me generaba mucho malestar. Y luego fue el Jiu Jitsu. 😀

Fui a un par de clases de este arte marcial japonesa gracias, de hecho, a una lectora de este blog (¡hola, P!) y fui profundamente feliz por dos días. Después mis músculos sufrieron mucho por otros dos días pero valió la pena.

En julio también hubo un cambio bastante grande en mi vida que hizo que muchas cosas cambiaran y ahora que lo veo con los sabios ojos del futuro, me doy cuenta de que realmente no me di la oportunidad de dejar ir lo que fue y darle la bienvenida a lo que es, lo cual tiene que ver con que no le quise dar mucha importancia (pero sí la tuvo y la tiene).

Julio marca el mes en el que me abrí un poco más a sentir y a recibir la vida más como es y menos como yo creo que tiene que ser. Sobra decir que no es fácil, pues por algo (o muchos algos, en realidad) me he aferrado durante toda mi vida a querer controlar todo lo que pasa.

En fin.

Agosto

Creo que parte de aquello por lo que me resistía a hacer esta retrospectiva era este mes. Ay, agosto, ¿qué onda contigo? Si agosto es el mar, yo me quedé atrapada en las olas y me di unos 15 revolcones. Al día.

Leo mis notas y digo «auch por siempre» de todo lo que me pasó, sobre todo a nivel emocional. Es muy largo de contar, pero solo diré que tener apego ansioso is a real bitch y no se lo recomiendo a nadie.

Luego: las lluvias. Ya sé que no me puedo quejar porque cientos de personas han perdido sus pertenencias e incluso hasta la vida por los huracanes, y de verdad lo siento mucho, me gustaría que no fuera así, y mi corazoncito de pollo sufre mucho cuando ve las noticias.

Sin embargo, negar el hecho de que para mí, aun con los privilegios que tengo, ha sido muy difícil (sobre todo emocionalmente) moverme en la ciudad con las lluvias, sería una especie de auto abandono, y eso es lo que menos quiero hacer.

Hola, sí he sufrido y mi sufrimiento es válido aunque haya gente que sufre mucho más que yo. No es una competencia. 

De hecho, hablando de eso, este mes por fin comprendí lo que se siente como La Clave de la Vida: que si logramos validar y presenciar todas las emociones de nuestra(o) niña(o) interna(o), ella o él dejan de sufrir, y por lo tanto, nosotros podemos ser más libres.

Esto ya lo «sabía» intelectualmente, gracias en gran parte al hermoso y sumamente importante trabajo de Bethany, pero por fin lo comprendí de comprender, a un nivel muy profundo.

El resultado de los revolcones en el mar de agosto fue, entre otras cosas, un resfriado, a fin de mes, que se complicó (otra razón por la que publiqué esto casi una semana después del 31) y todo el estrés-por-hipocondria que eso conlleva.


No me deja de sorprender lo intenso que fueron para mí estos cuatro meses, ahora entiendo por qué lo evadía tanto 🙂

Pero me fue muy útil notar todo lo que ha pasado; hasta me di cuenta de que hay cosas que todavía no he procesado muy bien, y sobre todo entendí por qué de repente solo dejé de trabajar en el proyecto al que tanta diligencia puse en mayo.

Cosas maravillosas de estos cuatro meses:

  • Comprar una lata entera de mi té favorito :3
  • Las diosas. El oráculo de las diosas (¡!). Los oráculos aunque no sean de diosas. Ohmygod(dess) esto me hace muy feliz.
  • Dar un salto cuántico para sanar [tema de años que mencioné arriba], algo con lo que, estaba convencida, sentía que nadie me iba a poder ayudar. SÍ ME ESTÁN PUDIENDO AYUDAR, TODO EN ORDEN, GRACIAS MÉXICO.
  • Por fin por fin por fin terminar una relación-no-relación que me desgastaba considerablemente.
  • Aprender y volver a reaprender (sic) a disfrutar la vida. Suena fácil, no lo es.
  • Sentirme agradecida por poder caminar y moverme y tener movilidad (que no es lo mismo), así como por la resiliencia de mi cuerpo y su mágico poder de sanación. ❤
  • Hallar y leer algunos de los maravillosos libros de JSB y todo el orden que le trajeron al caos.
  • Reencontrarme con partes de mí que creía que estaban perdidas o que pensaba que ya no eran mías. (Sí lo son y están vivas).
  • Reunirme con mi profundo amor a la literatura en inglés gracias a bp.com.
  • Conectarme con mi fuerza creativa, poco a poco. Todavía no sé muy bien hacia dónde me quiere llevar, pero puedo sentirla y creo que es una buena señal.
  • Tener los recursos necesarios, de todo tipo, para navegar la vida. Aunque a veces las olas me arrastren un poco, aquí sigo y no he hecho más que aprender y crecer. Y eso es lo que cuenta.

Tu turno. Cuéntamelo todo. ¿Qué aprendiste o cómo creciste en estos cuatro meses? ¿Qué te pasó, qué creaste o qué construiste?

No necesitas escribirlo aquí en público, puedes escribirlo para ti misma. Lo importante es generar una pequeña reflexión sobre nuestros días, pues hay mucha riqueza en ello.

Si te diste cuenta de algo de tu vida al leer sobre la mía, me encantaría saberlo 🙂

Siete años

Uno

No sé qué mosca me picó pero un buen día de hace siete años decidí crear un blog.

Como he escrito en ocasiones anteriores, creo que lo que me permitió hacerlo fue que era muy ingenua y que no tenía tanta conciencia de muchas de las cosas que escribir un blog implicaba.

Sin embargo, esa decisión desencadenó una serie aparentemente infinita de movimientos que siguen y siguen y siguen.

Dos

Cuando yo comencé a escribir este blog no tenía idea de que fuera a durar tanto tiempo haciéndolo, porque soy el tipo de persona que piensa en comenzar muchos proyectos, inicia tres y termina 0.219 (en promedio).

Mucho menos me imaginé que iba a empezar a desarrollar algo así como una forma [innovadora] de acercarme al aprendizaje de idiomas.

Pero es lo que he estado haciendo, para mi sorpresa.

Y digo que me sorprende porque yo no decidí crear esto en el sentido de que no me senté un día y dije: “Voy a hacer lo posible por encontrar una manera de enseñarle a la gente a aprender lenguas que sea como nada de lo que he visto hasta ahora”.

Lo que siento, más bien, es que este tipo de trabajo me eligió a mí para que yo lo trajera al mundo.

Todas mis experiencias, mi muy particular forma de ver el mundo, incluso el país en el que nací y la lengua que me fue dada al crecer (el español) se han ido sumando para crear no solo el blog, sino todas las cosas que he estado construyendo alrededor (el libro, las consultorías, las Anticlases, y todo lo que viene).

Cada entrada que escribo, cada comentario que respondo, cada libro que leo (aunque no tenga, directamente, nada que ver) me van ayudando a descubrir mi aporte a este tema, porque ni yo misma sé qué es ni cómo se va a acabar viendo en unos años.

Este enfoque y el trabajo que hago aquí han tomado vida propia y tienen su muy particular esencia. Este blog me pide ciertas cosas, me rechaza otras, me lleva por caminos que ni yo misma había pensado que andaría nunca.

Se conecta con personas con las que yo, de otra manera, no me pude haber conectado, y saca cualidades mías que no demuestro en otros lugares o en otras áreas de mi vida.

Es una cosa muy rara y profundamente hermosa.

Tres

Seguramente has escuchado hablar de que —en teoría— 10 años son el tiempo que se necesita para ser “experta” en algo.

Si eres como yo, seguramente 10 años te suena como toda una vida, como un periodo después del cual vas a ser otra persona totalmente distinta a lo que eres ahora.

Pero ahora que llevo siete años de escribir aquí veo que en realidad no es mucho tiempo, que lo bueno apenas está comenzando, y ahora entiendo por qué dicen que se necesita tanto tiempo:

Yo, en los primeros 3-4 años realmente no tenía muy clara cuál era mi postura al respecto del aprendizaje de los idiomas. Me sentía como alguien que sólo aportaba su unicidad a una conversación ya gastada.

Ahora no me veo así. Ahora noto cuán distinto está siendo y es mi enfoque, y cuántas cosas me ha tomado llegar a este punto.

Tengo mucha emoción por ver cómo será en tres años esto. Tengo muchas ideas y planes, y realmente espero que se realicen porque me hace muy feliz la idea, pero no lo sé.

Lo único que sé y que puedo hacer es enfocarme en este día, escribir esta entrada, preguntarle a NOL qué necesita de mí hoy y hacerlo, y volver a empezar mañana.

Un día a la vez es lo único que se puede hacer.

Y es suficiente.

Cuatro

Si tienes un proyecto que te eligió para traerlo al mundo, te quiero invitar a que le pongas atención y le des cariño, espacio y tiempo.

Muchas veces nuestras cabezotas se ponen en el camino y nos dicen cosas como «tú quien eres para hacer esto», o queremos verlo de una manera supuestamente práctica y juramos que no tenemos tiempo, etcétera.

Pero si algo he aprendido a lo largo de estos años es que las personas somos más pequeñas que las ideas. Muchas ideas han sobrevivido siglos y siglos, mientras que las personas vivimos a lo más 100 años y eso si bien nos va.

Me gusta pensar que si tenemos una idea que no nos deja en paz, tenemos la obligación moral de por lo menos escuchar qué dice y entregarnos a ser el vehículo para que se materialice.

(Sí, esto lo saqué primordialmente de la TED Talk de Elizabeth Gilbert, de quien siempre acabo hablando en mis entradas aunque ni siquiera me gusta tanto).

Nuestros egos son muy pequeños y muy ridículos, y no se trata de nosotros.

Cinco

En realidad esta entrada no tenía ningún punto contundente, solo es una serie de ideas en torno al aniversario de este blog (que, por cierto, no tiene fecha exacta, sólo sé que es entremayoyjunio).

Me haría intensamente feliz que te tomaras 3 minutos de tu tiempo para escribir en un comentario (o en un mensaje privado, si te gusta más la idea) qué te ha aportado o te ha dado este blog, por más pequeño que sea.

Sería el mejor regalo de cumpleaños del mundo. 🙂


Gracias por leer, aun si llevas dos minutos o siete años haciéndolo.

Sé que suena raro porque probablemente no te conozco (¿aún?) pero siento mucho aprecio y mucho agradecimiento por ti, por tu sola presencia y por la conexión que se crea entre tú y yo cuando estas palabras pasan por tu cerebro y tu corazón. ❤

Dos mil diecisiete en retrospectiva 1/3

Tradición del blog: escribo recuentos del año en curso tres veces, una en abril (esta que lees), una en agosto y otra en diciembre. Me gusta hacerlas porque tomo una pausa para ver con calma qué ha sucedido y porque mi sabiduría actual le echa luz a mi pasado y siempre me doy cuenta de cosas super útiles. Altamente recomendado. 

Enero

En este mes sentí como si no fuera real que el 2017 ya había comenzado.

Como dije en esta entrada, los últimos meses del 2016 se sentían como si el mundo se fuera a acabar en cualquier momento, y por lo tanto, los primeros meses de este año también fueron un poco así por todo lo que pasó (y sigue pasando) en Estados Unidos.

Este mes me gustó mucho al final porque me invitaron a participar en un curso de educación popular y di un taller sobre emociones, una de las cosas que más me gusta hacer en el mundo. Aprendí muchísimo y fui muy feliz. 

Febrero

Este mes, entre otras muchas cosas, vi muy claramente cómo las decisiones que tomo no sólo me afectan a mí, tanto para bien como para mal.

Mi amiga I y yo queríamos tomar desde hace mucho un taller y ninguna de las dos habíamos encontrado cómo ni dónde, y yo conocía a una persona que podía darme informes pero no me había atrevido (desde noviembre) a contactarla. 

Un buen día de febrero me armé de valor y le pregunté sobre el taller y le comenté a I. Ella a su vez invitó a otras personas (porque el taller estaba a punto de empezar por esas fechas, señal divina) y al final yo no pude entrar por el horario pero ellas sí.

Noté que cuando me atrevo a hacer cosas que me da miedo hacer, no sólo se trata mí, repercute en otras personas para bien. Quizá el anterior es un ejemplo un poco soso, pero fue muy tangible y creo que eso pasa todo el tiempo pero no lo vemos:

Lo que hacemos resuena en los demás, no estamos solos en el mundo.

Esto puede dar mucho miedo si lo pensamos de cierta forma, pero en otro sentido también libera.

Por ejemplo, si yo supero un trauma que llevo arrastrando durante años o si yo aprendo a manejar mis emociones o si yo aprendo a desengancharme de las peleas, otras personas también se benefician, por dos razones fundamentales:

1) Porque todos los seres humanos estamos conectados y relacionados, aunque no queramos.

y 2) Porque según algunas formas de pensar, en realidad todos somos uno, una misma cosa. (Yo sí lo creo). 

Marzo

Aquí comencé a centrarme, por fin, al mismo tiempo que la incertidumbre global empezó a reducirse un poco gracias a que el miedo que le tenemos al presidente de EU se convirtió en… burlas.

Una vez leí un artículo (ojalá puedas leerlo) que decía que cuando las personas estamos en una situación muy difícil nos da una cosa llamada “low-level dread”, algo así como terror de bajo nivel (¿?), que implica, entre otras cosas, que dejamos de pensar en el futuro.

Cuando lo leí, en febrero, dije: “No inventes, yo tengo eso”, y así me sentía, era muy real.

Quería esforzarme por pensar en el futuro y simplemente no podía. Me resultaba imposible hacer planes, ni se diga creer que era posible lograrlos.

Pero poco a poco, a lo largo de marzo, me fui dando cuenta de que esa sensación se iba quitando y que por fin estaba teniendo un poco de esperanza en el futuro. Y comencé a tomar cartas en el asunto.

Por otro lado, comencé a meditar de manera sustentable.

Lo había intentado de varias maneras, pero no lo había logrado y estaba comenzando a pensar que yo era un caso perdido con respecto a esto, a pesar de que hace unos dos años había logrado hacerlo por 30 días gracias a un curso que tomé por Internet.

Lo que realmente me ayudó a lograrlo esta vez fue una app llamada Headspace, la cual recomiendo y recomendaré por siempre (ok, tal vez no por siempre, pero de verdad es muy buena).

(Por cierto, si conoces alguna app o canal de YouTube o lo que sea, en español, que te haya ayudado a tener un hábito de meditación sustentable escríbelo en los comentarios, te lo agradeceré mucho).

Abril

En este mes que acaba de terminar entré en labor de parto, figurativamente hablando. (Si te incomoda esta analogía es porque nos han enseñado a desdeñar todo lo femenino, pero no te preocupes, no pasa nada). 

Comenzaron a tomar forma en mi mente un montón de ideas que habían estado flotando y que no aterrizaban en nada concreto (sobre todo porque no era su momento y necesitaban más gestación).

La palabra (que tomé de Havi) es “percolar”. Se oye mejor en inglés que en español, pero es la idea: como cuando dejas un líquido pasar a través de un filtro y poco a poco se van quedando las partes más sólidas e importantes.

Eso fue lo que me pasó. Gracias a eso, estoy actualizando mi libro y convirtiéndolo en algo mucho mejor. Nivel: infinitamente mejor. 

Me di cuenta de que no sólo a las personas que interactúan con extranjeros se les puede poner la mente en blanco al hablar. Por ello estoy creando algo que ayude a cualquier persona que en cualquier situación se ponga nerviosa al hablar cualquier lengua, incluyendo la materna.

Es decir, personas que se bloquean en exámenes orales o entrevistas de trabajo, que quieren conocer personas pero nunca se les ocurre qué decir para acercarse, que quieren dar una buena impresión en algún lugar al que acaban de llegar (un nuevo empleo o escuela o un nuevo país) y muchas cosas más.

A un año de la publicación de la guía, he aprendido una cantidad increíble de cosas y me emociona sobremanera compartirlas contigo. La nueva edición estará lista, si todo sale bien (y espero que sí) a finales de junio.

Pero por lo pronto me la estoy pasando muy bien creando.

Cosas maravillosas de estos 4 meses:

  • Ver cómo todo se acomodó cuando decidí embarcarme en una misión que había parecido imposible por más de dos años.
  • Sentir que tengo algo muy, pero muy bueno en mi interior y que el mundo se perjudicaría si lo obstruyera o guardara. Claro que me siguen atacando las dudas, pero en el fondo existe esa certeza: lo que soy y lo que sé sirve para algunas personas. (Eeeeeeeeeeeek!).
  • El cielo se está despejando. (Sí, estoy hablando de mi vida en términos metafóricos).
  • Experimentar cómo una ensalada (ni siquiera me gusta comer ensaladas) pudo generar en mí una experiencia estética sublime o: de cuando la gastronomía realmente es un arte.
  • Mi nueva postura existencial: todo lo que me pasa, sea doloroso o agradable, me sirve para aprender algo de mí que no habría aprendido de otra manera y por lo tanto, nada de lo que me pasa puede ser malo.
  • Experimentar sororidad en carne propia. La mejor. sensación. de la vida.
  • Esta mujer y su 1,000 veces maravilloso trabajo.
  • Haber conocido a un hombre hermoso que probablemente jamás se fijará en mí pero cuya sola presencia me ayudó a entender 3,498 cosas sobre el mundo y la vida (y yo) que han sido absolutamente invaluables y que no cambiaría por nada.
  • Estar abierta a la magia de la existencia.

¿Y tú? ¿Qué hiciste estos meses? ¿Alguna cosa maravillosa que quieras compartir? ¿Algo de lo que leíste te dio luz sobre algo de tu vida?

Dos mil dieciséis en retrospectiva 3/3

El mes de diciembre y el 2016 terminó, lo que significa que es hora de hacer el tercer y último recuento del año. La primera parte fue publicada en abril y la segunda a finales de agosto.

El objetivo de estos recuentos es 1) hacer un esfuerzo por plasmar mi vida, lo cual me permite ver qué va bien y qué puede mejorar, así como recordar lo que he hecho y me ha pasado; 2) que me conozcas más, 3) contagiarte las ganas de escribir algo similar.

Vamos.

La última parte del año fue como una montaña rusa de emociones.

Septiembre

En septiembre no tengo recuerdos muy claros de qué hice, pero recuerdo que a mediados de ese mes algo dentro de mí me dijo:

Si quieres lanzar las Anticlases, tienes que hacerlo AHORA.

Y así fue, así lo hice. Es lo que más orgullosa me hace sentir de todas las cosas que hice en el año, pero necesité quitarme unas 28.4 telarañas mentales por segundo.

Octubre

En este mes, que por ser el de mi cumpleaños siempre trae consigo mucha reflexión y una sensación de cambio de piel (como serpiente o algo así), fue bastante intenso y sentí que varias cosas se acomodaron dentro de mí. También comencé unas sesiones de [terapia en el sentido etimológico de la palabra] súper buena pero muy extraña en la que todavía no sé si creo pero veo que funcionan. Ya sé, es raro.

Noviembre

No recuerdo casi nada de los primeros días del mes, pero vaya que recuerdo la sensación horrible que tuve por varios días cuando me enteré de que Trump había ganado las elecciones de Estados Unidos. Estas últimas semanas he estado pensando mucho en si realmente es una tragedia, como se sintió en ese momento, o no.

Y la verdad es que no sé. Económicamente, van a cambiar muchísimas cosas, sobre todo para México, muchas de las cuales no van a ser positivas al inicio, pero tengo cierta esperanza en que de cualquier cambio siempre surge algo positivo, aun si tarda en llegar.

Lo que realmente me preocupa a mí y a mucha gente que lloró lágrimas amargas el 9 de noviembre son las personas en desventaja socioeconómica, tanto de EU como de otros países.

Porque si algo no entiende Trump es la justicia social, la empatía hacia las personas que no son como él, la opresión y el privilegio. Y no lo culpo. Si eres un hombre blanco y eres norteamericano, no tendrías por qué nacer entendiendo eso. El privilegio es invisible para quien lo tiene.

Pero Teal Swan dice que si quieres que alguien desee mucho algo tienes que torturarlo con lo opuesto, y si el resultado de que ese hombre esté en un lugar de tanto poder será violencia, división, odio, opresión y fanatismo, entonces tal vez la gente despierte y desee lo contrario: la unidad, la empatía, el respeto, la diversidad.

E incluso si no es cierto, si casi todo va a ser un caos mundial durante los siguientes 4-8 años, necesitamos mantener viva la esperanza y hacer lo que podamos por nosotros mismos y quienes nos rodean, un día a la vez.

O al menos eso es lo que voy a hacer.

Uno de los aprendizajes más grandes que tuve cuando vi que ese señor había sido elegido fue que muchas de las cosas que quiero hacer (en NOL y en otros lados) no se tratan de mí.

Es decir, que si por mis dudas, mis «fantasmas», mis miedos, mis creencias limitantes dejo de hacer algo que podría beneficiar a los demás, ayudarles a sufrir un poco menos en sus vidas, estoy siendo profundamente egoísta.

Esa idea es mi nuevo faro.

No le sirve a nadie que yo no use y desarrolle las habilidades que contribuyen algo a los demás. No le sirve a nadie que me deje empequeñecer por mis miedos. No le sirve a nadie que no escriba las miles de palabras que siempre he querido escribir. No le sirve a nadie que me espere a ser “perfecta”.

Eso me motiva.

Diciembre

En este mes fui muy afortunada y comencé a formar parte de un [lugar] que me ha ayudado a tener bastante estructura en mi vida, algo que me fui dando cuenta a lo largo del año que me faltaba (aunque en cierto sentido ya lo sabía).

También comencé a escribir un libro-guía (que no tiene nada que ver con los idiomas) y que espero terminar y compartir a mediados del año porque… ver “noviembre” arriba.

En general el año 2016 fue de comenzar a verme como alguien que tiene algo que aportar (que yo diría que lo somos todas y todos), y de empezar a creerme las cosas buenas que poseo, lo cual, si eres como yo, resulta profundamente difícil.

Asimismo, fue el año en el que descubrí una dimensión espiritual en mí (gracias, en gran medida, a estos videos) y en el que más me lancé a hacer cosas afuera de mi «zona de confort» con la intención 100% consciente de desarrollar una confianza mucho más sólida en mí misma y mis habilidades.

Esto último ha sido lo más incómodo que he hecho en mi vida, y también agotador, porque no ha sido una incomodidad que dure unos días, sino que va conmigo casi todo el tiempo, pero también ha valido la pena cada segundo.

En resumen, siento que todo lo que hice este año fue darme permiso de ver mi propia luz y de llevarle (a quien lo necesita o busca) un poco de ese brillo.


¿Y tú?

¿Cómo estuvo tu año? ¡Nunca es tarde para hacer este tipo de recuentos!


PD: Me interesa mucho que los comentarios sigan siendo un espacio libre de discusiones de política internacional. Gracias  ❤

Dos mil dieciséis en retrospectiva 2/3

El mes de agosto terminó, lo que significa que es hora de hacer el segundo recuento del año. La primera parte fue publicada en abril y la tercera lo será a finales de año, en diciembre.

El objetivo de estos recuentos es 1) hacer un esfuerzo por plasmar mi vida, lo cual me permite ver qué va bien y qué puede mejorar, así como recordar lo que he hecho y me ha pasado; 2) que me conozcas más, 3) contagiarte las ganas de escribir algo similar.

En cuanto a estos cuatro meses del 2016, ya sé que es el cliché más común del mundo, pero se me pasaron súper rápido.

Mayo

En mayo me dediqué a desarrollar un programa para ayudarte directamente (es decir, no a través de un libro o curso) a encontrar una manera de aprender idiomas que funcione para ti.

Por una parte fue muy emocionante y por otra fue aterrador (como cada vez que lanzo algo nuevo que yo creé y que nadie me dijo que creara).

Y aunque me veo obligada a lidiar con mucha incertidumbre, al final vale la pena porque es lo que me gusta hacer, poner mis conocimientos y mi(s) experiencia(s) al servicio de la gente que lo necesita, y porque aprendo muchísimo sobre… todo.

Junio

Necesitas otra lengua cumplió 6 años. Seis. Años. What. The. F***.

Entre otras cosas, tomé por azares del destino un taller de musicoterapia humanista y aunque fue un poco incómodo, me ayudó a entender por fin algo feo que me pasó hace varios años y que, a pesar de que había hecho un montón de cosas para sanarlo / comprenderlo / tratarlo / trabajarlo / etc., no había avanzado tanto como lo hice en las 12 horas del taller.

Quizá suene exagerado, pero en muchos sentidos hubo un antes y un después de ese taller, y siento un gran alivio cuando pienso en todo aquello a lo que le dije que sí para haber estado ahí, aun cuando pudo haber sido más fácil decirme a mí misma que no.

En junio también descubrí la manera más fácil de hacer hand lettering, algo que siempre había querido hacer pero que creía que era súper complicado, y me puse a practicar y practicar de manera semi obsesiva (como buena Scanner que soy) lo cual me generó mucha satisfacción y alegría.

Julio

Este mes, por fin, después de mucho tiempo de no lograrlo, tomé valor y decidí revisar muchos recovecos de mi cuarto / habitación y me deshice de lo que no me hacía feliz conservar.

Lo sorprendente fue que al final, cuando mi escritorio quedó limpio, me sentí muy ligera y muy feliz pero a otro nivel, no solo en cuanto a «mi escritorio está hermoso» sino como si hubiera hecho una depuración profunda de mis emociones, o algo parecido.

En este mes también empecé a leer e investigar sobre un tema apasionante, extraño y súper útil relacionado con las emociones del que tal vez hable en siguientes entradas (todavía no sé cómo porque no entra en el paradigma actual de… casi nada).

Y en este mes también tuve la maravillosa oportunidad de [trabajar] con un grupo de niñas durante tres semanas en las que no solo le perdí el miedo a los niños en general, sino que me di cuenta de que tienen mucho más que enseñarme a mí de lo que yo podría enseñarle a ellos y ellas.

Agosto

Ni siquiera me di cuenta de cómo fue, pero de repente ya era 20 de agosto, con su respectivo «ya se acabó el año».

Este mes decidí poner manos a la obra en un proyecto más (sí, amo los proyectos, no puedo evitarlo) y creé un par de sistemas que me han hecho, hasta ahora, todo mucho más fácil.

Me siento centrada, comprometida y concentrada en el mejor de los sentidos, y no, como en otras ocasiones, rebelde (hacia mí misma) por estar forzada (por mí misma) a llevar a cabo determinadas actividades en X momento.

Sobra decir que esto ha sido un gran avance y que estoy muy orgullosa de mí misma pues, entre otras cosas, ahora publico todos los días en la página de Facebook del blog (sí le diste «Me gusta», ¿verdad?) y me siento mucho más «productiva» y creativa que antes.

En conclusión, estos meses han sido de experiencias tremendamente enriquecedoras y muy profundas, de cosas que me han hecho sentirme intensamente agradecida de haberme arriesgado a hacerlas, y que me han dejado experiencias que se van a quedar conmigo por el resto de mi vida.

Cosas maravillosas de estos cuatro meses:

  • Tener tiempo para leer muchos libros a la velocidad a la que me interesa leerlos (mi definición parcial de «felicidad»).
  • Haber tenido una conversación «normal» (o sea, no para practicar) con una estadunidense y haberme dado cuenta de que no tuve el menor asomo de nervios o miedo lingüístico antes, durante o después. Confianza total en mi inglés, aun cuando sé que no es 100% perfecto (ni siquiera mi español es 100% perfecto; nada lo es).
  • Ser valiente e ir al doctor por un problema que yo creía que era complicadísimo y que tuvo la resolución más amable del mundo.
  • Ver con una claridad absoluta cómo las cosas que sí eran para mí fluían y salían bien y las que no, simplemente no.
  • Tener una copia de este libro firmada y entregada en mis manos por el autor mismo :))
  • Tomar «té» de jengibre, ajo y canela con miel y limón y ver cómo se me quitaba, en 7 días exactos y como por arte de magia, una tos incomodísima que me había durado varias semanas y que los medicamentos no arreglaban.
  • ¡Ir al teatro! ¿Ya dije que me gusta mucho el teatro? Pues eso, me encanta.
  • Seguir escribiendo aquí después de tanto tiempo, y sobre todo, atreverme por fin a que Necesitas otra lengua evolucione.
  • Darme cuenta de toda la gente maravillosa que este blog me ha permitido conocer, y de todas las formas en las que, a través de él puedo «actualizar»—como se dice en inglés—mucho de aquello por lo que siento que vine al mundo.

Gracias por estar aquí, y ___________ [inserte cursilerías mil]

Y tú, ¿qué has hecho en este segundo tercio del año? ¿Alguna cosa maravillosa que te gustaría compartir?