Algo que casi nadie te dice cuando habla de adquirir varias lenguas es que incluye una pequeña complicación:
tienes que aprender a usar tu cerebro de nuevo.
No es poco común que, cuando te concentras en otros idiomas, comiencen a sucederte cosas extrañas:
- Olvidas palabras de tu lengua materna: «¿Cómo se dice artichoke en español?«
- Traduces erróneamente: «…y cuando abres la página, sale un jugadorcito, digo, un reproductor chiquito».
- Haces pausas muy grandes mientras hablas, en lo que piensas cómo se dice un concepto.
- Inventas palabras: «claro, está partiendo de una situación inegual… errr desigual».
- Recurres a explicar el significado de una palabra para comunicarte porque parece imposible recordarla.
- Pasas las preposiciones a lugares donde no van: «¡Mira! Ese es el lugar que te hablé de«
- Jurarías que un artículo o una canción estaban en español y cuando los encuentras de nuevo te das cuenta de que siempre habían estado en la otra lengua.
- Consideras seriamente la posibilidad de que tienes una afasia.
No estás loco
Antes que nada, déjame decirte que es totalmente normal. De hecho, es lo esperable cuando estás llegando a niveles avanzados de una lengua.
No tengas miedo de tu propio cerebro.
Como siempre, sólo está haciendo lo mejor posible para funcionar bien, y lo hace con lo que tiene a la mano. Si eso es una lengua, o diez, no importa: para tu cerebro todo cuenta como «instrumento de comunicación» y lo usa indiscriminadamente.
Hasta que le recuerdas que, dado que tu oyente no te entendería, en realidad no te podrías comunicar, y entonces entra en conflicto.
Si hay algo tranquilizador en la vida, es saber que tu interlocutor conoce las mismas lenguas que tú. Te da la libertad de transmitir el significado exacto de lo que quieres expresar, sin intentar traducir, sin sonar acartonado y sin que parezca que no tienes idea de lo que quieres decir mientras esperas que tu memoria obtenga la palabra necesaria.
Pero, lamentablemente, la vida no es tan bella todo el tiempo, y estarás de acuerdo conmigo cuando digo que hay que hacer algo al respecto.
Ayuda para tu cerebro
Tras haber lidiado varios años con este… asunto (no me atrevo a llamarlo «problema» porque no es algo malo), he obtenido una que otra epifanía.
Una de ellas: he descubierto que es de mucha ayuda crear un inventario de traducciones útiles.
Se trata de hacer una lista de términos conflictivos con su traducción. Está bien si la escribes y la pones donde la veas seguido, pero lo importante es que lo tengas presente cuando estás hablando.
Por ejemplo: después de varias ocasiones de sentirme tonta mientras hablaba español, me di cuenta de que muchas veces necesito usar la palabra address (como verbo) y approach (como sustantivo y como verbo).
Cuando comprendí que el mejor intento de mi cerebro no era suficiente para transmitir la idea que necesitaba explicar, tomé cartas en el asunto:
Agarré un diccionario inglés-español, busqué las traducciones de esas palabras y me las aprendí. Las repetí varias veces para que no se me olvidaran y después me sentí feliz.
Si también sufres, address puede ser traducido como abordar
y approach como acercamiento, o como aproximarse. De nada.
La idea es que tu cerebro pueda seguir una ruta que iría más o menos así:
Bla bla bla… mmm necesito decir que «addressea» un problema pero no puedo porque mi contexto comunicativo me lo impide. ¿Qué hago? ¡Ah! Acabo de recordar que una buena traducción es «abordar». Eso es: aborda un problema.
Y sigues con tu discurso.
Luego de varios intentos esa ruta se hará menos larga y poco a poco se irá borrando la brecha. Pronto «abordar» será la primera palabra que se te ocurra cuando la necesites.
Preposiciones y pausas
Para abordar (lol) el conflicto con las preposiciones rebeldes, lo único que me ha funcionado (que no es lo único que se puede intentar, estoy segura) es buscar sonar muy formal.
En realidad, lo que uno dice con la preposición en su lugar no suena formal, pero ponerla al final (como en inglés y con algunos verbos separables del alemán, por ejemplo) resulta más o menos informal en el sentido de que no hay que hacer un esfuerzo mental.
Por lo tanto, si cada vez que me veo tentada a decir: «Es el amigo que estaba platicando con» recuerdo que sonaría formal y propio decir: «Es el amigo CON EL QUE estaba platicando» (nota que hay un «el» que aparece en la segunda frase) y me siento feliz de hablar un español bonito.
Quizá esto no te sea de mucha utilidad si no te gusta sonar demasiado propio, pero es lo que me funciona y pensé que sería feo de mi parte no compartirlo contigo.
Con respecto a las pausas…
…
…
…
Además de tener mucha paciencia conmigo misma, lo que contribuye a mi paz mental es preguntar: «¿cómo se dice cuando…?»
Un día estaba buscando la palabra «transgredir» para escribirla.
Por más que respiraba, veía una pared en blanco para sacar inspiración, intentaba obtener la palabra completa de los fonemas que tenía («va como con ‘r’ o ‘f’, ¿no?») o buscaba un sinónimo más o menos funcional, simplemente no podía seguir escribiendo porque esa ingrata palabra no me venía a la mente.
Volteé y le pregunté a quien pudiera oírme:
–¿Cómo se dice cuando…
TRANSGREDES
…algo?
–Pues… transgredir, ¿no?
–Sí, gracias.
Ya sabía. Sólo necesitaba preguntarte para acordarme. (En serio).
Una pequeña desventaja de este método es que si lo haces en voz alta, la persona a la que le preguntes se va a reír un poco de ti. Aunque, como podrás recordar, no se reirá de ti, sino de lo que dices, que es diferente.
Pero si realmente necesitas una palabra, casi nunca falla.
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Espero que estas pocas sugerencias te sirvan para desesperarte menos con tu cerebro políglota.
¡Resumen!
- Es normal (y es de esperarse) que tu cerebro juegue con tu mente.
- Puedes frustrarte y espantarte y querer volver a ser monolingüe. Pero te sugiero que no lo veas como algo malo, porque en realidad no lo es.
- Crea un inventario de traducciones útiles y memorízalas muy bien.
- Experimenta con formas en las que le puedes recordar amablemente a tu cerebro que una frase no se dice de tal manera, y guíalo hacia las alternativas hasta que se vuelva habitual.
- Lee mucho en la lengua que se te está «contaminando». (Curiosamente, en este caso hablar mucho o escuchar mucho no funciona tan bien como leer).
Ten paciencia y, aunque lo anterior funcione, encuéntrale lo cómico. Todo el tiempo usamos el lenguaje para divertirnos. (Si no me crees, cuenta cuántos juegos de palabras haces en un día).
Aunque sientas que tu cerebro te está molestando, aprende a reírte de lo que te hace decir.
Después de todo, vale la pena.
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No olvides poner en los comentarios cómo has lidiado (satisfactoriamente o no) con tu cerebro multilingüe. ¡Gracias!
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Foto de Kai Schreiber