El otro día, estaba en la fila para tomar un camión y una chica se me acercó a preguntarme si era el que iba para X.
Noté que no era de aquí porque tenía un acento bastante evidente (aunque no logré descifrar de dónde era) pero hablaba un español muy bueno, no dudaba de las palabras que escogía para hablar y le funcionaba más que bien para comunicarse.
Mi primer impulso fue preguntarle de dónde era para ver si yo conocía su lengua materna y poder practicar con ella, o simplemente para ver si hablaba inglés. Lo típico que nos dan ganas de hacer con los extranjeros.
Pero me detuve porque ya lo he pensado y me estresa que la gente haga eso.
¿Por qué?, te preguntarás
Supongamos que tu lengua materna es el español y que has estado practicando y estudiando francés como si no hubiera mañana.
Un buen día vas a Francia como turista, o a tomar un curso de gastronomía, y hablas francés. Como te sale, con todo y acento, con todo y pausas y muletillas.
Y la gente lo nota y te pregunta de dónde eres. De [hispanohablantelandia], dices. ¡AH!, te contestan,
y se ponen
a hablar
en #$%&
español.
En ese momento, odias tu vida porque no fuiste a Francia a que los franceses practicaran su español. Estás ahí para practicar tu francés.
Y si hablan contigo en tu lengua no te están dejando practicar. Están siendo un poco egoístas…
Otro escenario
Supongamos que pasa lo mismo que en la situación de arriba excepto que la persona con la que estás conversando no habla español.
Tú estás intentando hablar francés y tiene la paciencia de escucharte aunque se desespere porque todavía no hablas tan rápido.
Te va corrigiendo de vez en cuando y de repente quieres decir un número (sí, es normal que a los estudiantes de lenguas nos cueste, en general, mucho trabajo decir rápido los números) y estás buscando en tu mente el recuerdo de tus primeras clases y haciendo tipo matemáticas mentales y en eso la persona te interrumpe: «Quatre-vingt dix!»
Tú la odias porque no te dejó acordarte pero sonríes porque hay que ser amables y hasta le das las gracias, pero en el fondo hubieras preferido que te dejara traer esa información de tu cerebro a tu lengua.
Otra historia
Un día estaba con unas amigas en un café en un lugar muy turístico de la ciudad y llegó una chica con un acento muy marcado (que sonaba como si su lengua materna fuera ruso o uno de esos idiomas) para hacernos un par de preguntas y pedirnos que le tomáramos una foto con un adorno que había en la pared.
Sabía muy poco español pero se veía que lo estaba intentando. He visto cómo muchos otros extranjeros ni siquiera lo intentan y te hablan en inglés aunque saben que no es la lengua oficial de México, por ejemplo, pero este no era el caso.
Yo la estaba viendo con mucha atención para escuchar lo que decía y tener más probabilidades de entenderle y se veía que le estaba costando trabajo, por lo que una de mis amigas me dijo: Tú sabes inglés, ¿no? ¿Por qué no la ayudaste?
Le contesté que era porque si estaba aquí era probablemente porque quería practicar o aprender español.
Porque si ella quisiera hablar inglés o su lengua materna, hablaría inglés o su lengua materna, o preguntaría si alguien usa esos idiomas.
Porque hay que dejar que a la gente le cueste trabajo hablar tu lengua porque sólo así algún día los caminos neuronales en su cerebro se van a consolidar, a través de la práctica, hasta que algún día sean automáticos.
Porque si les hablamos en inglés o si les adivinamos las palabras o les soplamos las respuestas cuando no nos las piden, no les estamos ayudando.
Porque a menos que sea una situación de emergencia o de vida o muerte, no tiene ningún sentido apresurar la conversación de la persona que no domina la lengua, sobre todo si se ve feliz de que lo está logrando.
Porque muchas veces interrumpimos a alguien preguntándole de dónde es y qué lengua habla por nuestras razones, no por las suyas.
Piénsalo: la última vez que abordaste a un extranjero ¿fue por ayudarlo o fue por presumir que conoces su lengua? No tiene nada de malo, pero la honestidad es una cosa hermosa.
Porque queremos sentirnos como los héroes del día al “evitarle el sufrimiento” a la persona que está teniendo dificultades encontrando las palabras.
A menos que de verdad veas que están sufriendo (lo vas a ver en su cara), o te lo digan, o te pidan ayuda con señas o empiecen a gritar en otra lengua para ver si alguien puede entenderlos, deja que la gente «sufra».
No seas ese nacional incómodo que impide que las personas que quieren aprender la lengua practiquen.
Si en tu escuela o trabajo o algún lugar que frecuentes seguido hay una persona de otro país o que hable otra lengua, con el paso del tiempo te enterarás de dónde es y qué lengua habla y cuánto tiempo piensa estar aquí. No necesita ser lo primero que le preguntes.
Si es alguien que te pide ayuda en la fila del camión, quizá puedas ahorrártelo. (Recuerda, es tu curiosidad lo que te está motivando, piensa en que la otra persona probablemente tiene que responder esa pregunta 34.5 veces en un día).
Si ves que una persona tiene acento al intentar hablar tu lengua, deja que se esfuerce, no le hables más fuerte de lo normal (!), usa palabras normales y sólo da información que crees que es útil si te pregunta.
Sé que no voy a poder cambiar este hábito tan arraigado que tenemos en muchos países de hacerle una fiesta extrema a las y los extranjeros (DE DÓNDE ERES QUÉ BIEN HABLAS QUÉ BONITOS OJOS SAL CONMIGO PARA QUE ME ENVIDIEN) pero sí puedo influir en ti para que pienses más en la otra persona y en lo incómodo que debe ser que no te dejen hablar en la lengua que estás intentando aprender y perfeccionar.
Además, qué triste es pensar que si no le tienes paciencia a las personas que están practicando tu lengua, no les estás dejando sentir la satisfacción de:
Wow, hoy tuve una conversación entera con una persona en la fila del camión sin que me preguntara de dónde soy, tal vez eso significa que ya me estoy pudiendo comunicar a un nivel de comunicación y no de persona que solo balbucea y nunca lo logrará.
¿No te gustaría sentir eso tú con las lenguas que has aprendido o estás estudiando?
Obviamente, tú tendrás el mejor juicio in situ y sabrás si es momento de adivinarle la palabra a la persona con la que estás o no, o si es una situación riesgosa y es importante comunicarse como sea y rápido.
Desde luego, no estoy hablando por todos los extranjeros del mundo. Habrá quien sí ame que le pregunten todo el tiempo de dónde es y que le hagan la gran fiesta del mundo por su acento o su color de piel. Hay de todo en la viña del señor.
El único mensaje de este texto es:
Deja de lado tu ego y tus ganas de impresionar y si ves que alguien está haciendo un esfuerzo por practicar tu lengua, y sientes que necesitas salvarla(o) de su “sufrimiento”, no lo hagas.
Deja que lo intente. Deja que las palabras vengan a su mente. Deja de querer lucirte frente a ella o las personas que están alrededor.
Paradójicamente, vas a acabar dando una mejor impresión.
O al menos eso pienso yo.