1 – Cómo superar el miedo a hablar con extranjeros

En esta serie de artículos aprenderás qué necesitas para estar tranquilo(a) al tener una conversación en otro idioma con un extranjero.

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Para saber qué hacer cuando estamos cerca de algún nativo, hay que tener claro es que existen diferentes tipos de comunicaciones con extranjeros.

A lo largo de estos artículos, cuando diga «extranjeros» en realidad me refiero a cualquier persona con la que sientes que podrías practicar el idioma que estás aprendiendo o alguno otro que ya hayas adquirido.

No necesariamente tiene que vivir en otro país y, por lo tanto, puede que hable tu lengua materna.

Hay, entonces, varios tipos de «encuentros» con extranjeros.

1. Estás en una fiesta / viaje / en la calle / en el banco y de repente escuchas hablar a las personas que están cerca de ti y OMG, hablan el idioma que tú estás aprendiendo y consideras que es tu oportunidad para practicar con ellos.

2. Te metiste a una página como polyglotclub.com y te quedaste de reunir por Skype con un extranjero al que no conoces y quien también está interesado en el español que tú le puedas enseñar.

3. Conoces a una persona (quizá el nuevo novio de tu prima) que domina el idioma que tú quieres perfeccionar. A él no le interesa que tú le ayudes a practicar español, y probablemente te lo sigas encontrando en distintas ocasiones.

4. El encargado de una tienda, un maestro en la misma universidad que tú, un colega relativamente distante con el que sabes que podrías practicar pero con el que no te animas a sacar el tema, probablemente ni sabe que hablas su lengua.

5. Todas las personas que ahora te rodean. Es decir, ¡ eres el extranjero! Te mudaste de país o estás de visita y esto te intimida.

6. Una mezcla de los anteriores, ya sean individuos o grupos.

Si bien para acercarse a cada uno de estos tipos de extranjeros se necesitan tácticas ligeramente distintas, en el fondo lo que tienen en común (para la mayoría de las personas) todos estos escenarios es que generan toda una gama de miedos y bloqueos mentales.

Tipos de bloqueos al hablar con extranjeros

Para muchos, la sola idea de acercarse a un extranjero genera un sentimiento desagradable en la boca del estómago.

Para otros, comenzar a interactuar no es el problema, sino ser capaz de emitir algún sonido en el otro idioma (es de lo más común olvidar el idioma en una situación así, se pone la mente en blanco).

En algunos casos, la dificultad no consiste en empezar a hablar ni en recordar la lengua, sino en una preocupación extrema por hablar y pronunciar de manera perfecta y comprender absolutamente todo lo que el extranjero responda o diga.

En otros, el bloqueo radica no en hablar o comprenderlo todo, sino en el contenido de las interacciones, en los significados que se transmiten y en aquello que la otra persona puede estar pensando de nosotros.

Desde mi punto de vista, todos los miedos y bloqueos mentales cuando se trata de hablar un idioma con extranjeros tienen su raíz en eso último: el temor a la opinión que tendrán las demás personas sobre nosotros (y lo que eso implica).

Es decir, los miedos «lingüísticos», por llamarlos de alguna forma, son miedos «humanos», que tienen que ver con aquello que le importa a nuestra parte más elemental: sentirnos incluidos en vez de excluidos, aceptados en vez de rechazados, apreciados en vez de devaluados.

De ahí que no sea un miedo tan fácil de superar para la mayoría de las personas: pertenecer es algo muy importante.

Por eso consejos como «¡Solo lánzate!» no suelen funcionar. Porque no están atendiendo el verdadero problema de fondo.

Yo he pensado mucho en torno a esto, pues desde que tengo memoria he sido una persona bastante miedosa.

Además, soy introvertida, por lo que ciertos tipos de interacciones sociales no me salen de forma natural.

Pero gracias a que soy así, he desarrollado ciertos «apoyos» que me han hecho darle la vuelta a mis preferencias innatas y que me han permitido hacer cosas que me dan miedo, incluso mucho.

Esto me hace sentir muy orgullosa de mí misma, pues todo lo que he aprendido sobre cómo lidiar con el miedo es algo que puedo enseñarle a la gente que no es arrojada por naturaleza y que está frustrada consigo misma por ello.

No hay necesidad de vivir frustrados, enojados y atemorizados.

Es posible hacer cosas que dan miedo—como hablar con extranjeros—sin sufrir demasiado y, sobre todo, sin hacer cosas aparentemente lógicas pero totalmente contraproducentes.

Mucha gente cree que el miedo es un enemigo al que se debe destruir, pero en la práctica, verlo así resulta muy perjudicial.

En resumen,

el miedo a hablar con extranjeros vive en un lugar muy profundo de nuestras psiques, y tiene sentido que nos pase. Es humano bloquearse.

Pero eso no significa que sea nuestro destino por siempre, es posible (y relativamente fácil) cambiar nuestra relación con el miedo y con la imagen que tenemos de los extranjeros.

En la siguiente entrada de esta serie te explicaré qué es exactamente lo que hay que hacer para disminuir el miedo a hablar con extranjeros. Puedes leerla aquí.

Si no lo has hecho, te recomiendo suscribirte al blog para que el nuevo artículo llegue a tu bandeja de entrada.

¿Tienes alguna pregunta o comentario? Te leo.

3 herramientas infalibles para aprovechar el tiempo al máximo

A principios del año leí el libro más reciente de Gretchen Rubin, Better Than Before, y descubrí que contiene un montón de ideas que se pueden aplicar de muy buena forma al aprendizaje de un idioma.

Te recomiendo que lo leas (a pesar de que ya después de revisarlo varias veces no me pareció tan bueno como para ponerlo en La Lista). Sí, sí está en español.

Hay tres estrategias que la autora menciona que me gustaron mucho y que yo misma he aplicado casi sin darme cuenta. Realmente son muy fáciles de implementar y tienen resultados sorprendentes.

Son:

  1. Pairing
  2. Conveniencia
  3. Inconveniencia

Pairing mode

A veces, hacer dos cosas a la vez es contraproducente. Pero en ocasiones puede ser justo lo que necesitas para desestancar un idioma o un proyecto.

La estrategia de «hacer binomios» me ayuda mucho a sentir que hay más horas en el día, y por lo tanto, contribuye a que disfrute más de las actividades que llevo a cabo cotidianamente.

De lo que se trata es de encontrar un par de actividades que mariden a la perfección.

La mejor manera de hacer esto es observar qué actividades ya haces en tu vida cotidiana que podrían ser susceptibles de emparejarse con otra.

Piensa en cosas como lavar los platos, bañarte, vestirte y prepararte para salir de casa, cocinar, manejar, etc. Actividades de mantenimiento y hasta descanso.

La idea es observar en cuáles de esas actividades entraría una segunda actividad relacionada con tu proyecto / idioma. De preferencia, alguna con la que siempre dices «Quiero hacerlo, pero nunca encuentro tiempo». Esta es una buena pista.

Lo más obvio (y que ahora está muy de moda) es poner un audio mientras haces algo que no necesite tu concentración, pero también puedes, por ejemplo, repasar fichas de palabras mientras estás en la caminadora / bicicleta eléctrica, o vas en el metro.

Hace poco, yo ponía podcasts mientras me bañaba, hasta que me di cuenta de que no era algo que me gustaba.

Descubrí que en la ducha se me ocurren muchas ideas (porque me relajo, yo creo) y que ponerle atención al podcast mientras intentaba recordar lo que había pensado, me abrumaba.

Ahora lo que hago es poner música mientras me baño y reproducir podcasts en inglés mientras cocino, y me encanta, es la combinación perfecta.

Aquí no queda más que observar, experimentar y cometer muchos errores hasta que se acomoden las actividades. El punto es disfrutarlo.

Conveniencia

Esta estrategia es, aparentemente, muy fácil: pon cerca de ti lo que te hace bien, haz fácil de acceder lo que quieres añadir a tu vida.

Muchas veces creemos que las cosas solo tienen valor si nos costaron mucho trabajo, o si conllevan un esfuerzo importante. Sin embargo, a veces las cosas más sencillas son las que más nos pueden ayudar.

Algo que a mí me sirve mucho es poner accesos directos en mi celular o en mi computadora de los programas o archivos que quiero usar.

A veces, el simple hecho de ver un icono en mi escritorio me recuerda una meta que tengo, lo cual no sucedería si estuviera oculto en la subcarpeta del fondo del mar.

Se trata de recordar que los seres humanos en general somos un poco torpes y que necesitamos que nuestro alrededor y nuestras herramientas tengan pistas exageradamente obvias sobre lo que queremos lograr.

Es sorprendentemente fácil olvidar una meta si no nos ayudamos a nosotros mismos a hacerla inevitable.

Así, pon el libro que quieres leer en tu buró para que cada que lo veas te acuerdes de abrirlo. Suena muy obvio, pero quizá te sorprenda, con la observación, lo mucho que tendemos a escondernos nuestros objetivos.

Inconveniencia

Por su parte, y como seguramente ya sabes, la inconveniencia consiste en alejar y complicar aquello de lo que queremos menos en nuestras vidas.

Hace poco me di cuenta de que odiaba con todo mi corazón ver mi celular y caer en el laberinto del Internet recién despertaba.

Fue un hábito que yo no planeé tener, simplemente se fue dando. Y sé que le pasa a muchísima gente.

No fue hasta que hice un gran, gran esfuerzo de conciencia que dije «Qué es esto, lo odio, ya no quiero ver mi celular al despertar».

La primera semana que decidí poner mi celular en la cocina la noche anterior, tuve síndrome de abstinencia y me quedaba en mi cama respirando profundamente mientras intentaba alejar de mi mente la idea de que mi vida ya había dejado de tener un sentido.

Pero poco a poco me fui acostumbrando y entonces la magia se hizo presente. Decidí que en lugar de quedarme pensando en la mortalidad de la pila de mi celular, iba a escribir en mi «diario» (journal).

Sustituir una adicción un hábito, con otro mucho más benéfico y agradable fue lo que realmente me ayudó a que ya no hubiera vuelta atrás.

Justamente anoche, por alguna razón, me distraje y dejé mi celular en mi buró y como ya tenía tan arraigado el nuevo y buen hábito, ni siquiera caí en la tentación al despertar, lo cual fue maravilloso y mágico.

En conclusión, este tipo de detalles que no llevan mucho tiempo ni esfuerzo implementar pueden crear grandes cambios que, a su vez, generan un efecto dominó que mejoran una cantidad insospechada de situaciones en nuestras vidas.

Uno cree que sabe cuál va a ser el resultado, pero la vida tiene la costumbre de sorprendernos casi siempre.

Así, te invito a ver qué pasa si comienzas a investigar cuáles actividades podrían embonar con otras; cuáles cosas «buenas» necesitas tener más cerca de ti o volver más accesibles, y cuáles obstáculos puedes alejar o complicar.

La gran ventaja de estas tres estrategias es que te permiten dirigir tu fuerza de voluntad (que es un recurso limitado) a otro tipo de tareas más significativas que evitar caer en una tentación perjudicial.

¿Qué opinas? ¿Ya aplicabas alguna de estas estrategias? Cuéntamelo todo en los comentarios.

10 estrategias para desempolvar cualquier idioma en 2016

El año realmente empieza en febrero, enero es un mes de calentamiento (y vaya que necesitamos calentarnos; en el hemisferio norte ha hecho mucho frío 🙂 ).

Escribí esta lista pensando en personas que ya tienen un nivel algo más que básico y que han intentado estudiar a lo largo del tiempo pero por alguna razón lo han dejado y su idioma ha estado juntando polvo (real y metafórico) en algún rincón.

También puedes aplicar las estrategias si vas a comenzar un idioma desde cero, aunque probablemente tendrás que hacer un par de ajustes. 

Estas estrategias son realmente efectivas si las aplicas. No te preocupes si te abrumas o si sientes que es demasiado.

Lee todas y comienza a usar las dos o tres que te llamen más la atención, y conforme pase el tiempo, regresa a la lista y ve qué más puedes implementar.

Estrategia #1 – Perdona a tu yo del pasado

¿Has intentado varias veces aprender el idioma y lo has dejado ese mismo número de veces?

Entiendo lo frustrante que puede ser. Si eres como yo, seguramente piensas que no tienes remedio y que no tiene caso volverlo a intentar porque ya sabes cómo va a terminar.

Sin embargo, ten en cuenta que siempre has hecho lo mejor que has podido con lo que has tenido a la mano.

Quizá el «problema» no está en ti, sino en… lo que has tenido a la mano. No ha sido tu culpa.

2016 es un año totalmente nuevo que se nutre de todo lo que has aprendido desde la última vez que lo intentaste. ¿Y si esta vez es diferente?

Si aplicas estas estrategias de corazón, será diferente.

Como se dice en inglés:

When you know better, you do better.

Date el beneficio de la duda.

Estrategia #2 – Claridad extrema

Ten claro por qué, dónde y cuándo vas a estudiar tu idioma, así como qué es exactamente lo que vas a hacer para desempolvarlo.

Escribe tu razón (necesita sentirse importante para ti), elige un lugar limpio y libre de interrupciones y escoge un horario tentativo pero probable.

Haz clic aquí para saber más sobre esto. 

Estrategia #3 – Interés

El material que uses para estudiar debe estar basado en tus intereses / sueños / pasiones abandonadas (o no tan abandonadas).

Busca material sobre esos temas en tu idioma meta y guárdalo en una carpeta de Bookmarks o Marcadores en tu explorador de Internet.

Reúne la mayor cantidad de textos y videos interesantes que puedas y comienza a revisarlos hasta que encuentres cosas que real, realmente te gustan. No importa si al principio no lo entiendes todo, no te preocupes por eso ahora.

Con el tiempo, vas a crearte un pequeño mundo de cosas que te apasionan y ni siquiera te vas a dar cuenta de que estás aprendiendo el idioma.

Estrategia #4 – En caso de duda, piensa en pequeño

Cuando no tengas claro qué hacer, o cuando comiences a sentir que ya no tienes motivación o que te estás empezando a distraer, piensa en lo más pequeño que puedas hacer para evitar que le caiga polvo a tu idioma.

¿Aprender una sola palabra? Claro, por qué no.

¿Ver un video de 5 minutos? Excelente.

¿Buscar el significado de una frase en Google? Seguro.

Si esa acción pequeña hace que estudies por una hora, felicidades. Si decides dejarlo ahí, no pasa nada.

Lee esta entrada para comprender mejor este proceso.

Estrategia #5 – Test de habilidades

Identifica las habilidades (lingüísticas y no lingüísticas) que necesitas desarrollar.

Quizá esta lista te ayude:

Lingüísticas:

-Pronunciar
-Comprender lo que escuchas
-Hablar
-Memorizar palabras
-Escribir

No lingüísticas:
-Concentrarte por periodos «largos» de tiempo
-Auto-control (por ejemplo, para no distraerte mientras estás estudiando)
-Perseverar
-Aumentar la tolerancia a la frustración
-Identificar el momento del día en el que más atención puedes poner
-Etc.

Una vez que sepas cuáles son tus puntos débiles, crea un plan para desarrollarlos.

Para lograrlo, encuentra personas que sean buenas en ello y cópiales o pregúntales cómo lo hacen.

Y recuerda que todas las habilidades que obtengas para aprender un idioma se quedarán contigo para el resto de tu vida.

Estrategia #6 – Busca compañía

Esta probablemente es la estrategia más importante.

Consigue una o varias personas (entre más sean, mejor) que tengan el objetivo de aprender un idioma y pónganse de acuerdo para compartir su progreso y sus obstáculos.

Te sorprenderá la cantidad de personas que puedes encontrar si compartes tus intenciones en voz alta dentro de todos los grupos en los que perteneces.

Y en el caso de que no encontraras a nadie que busque aprender otro idioma, amplía tu criterio y busca personas que estén haciendo su tesis, o estudiando para un examen de admisión, o algo parecido.

Lo realmente importante es tener a alguien cerca cuya sola presencia te recuerde tus metas y te anime a seguir.

Estrategia #7 – Busca momentos cruciales

Pon mucha atención en tu día y a día y observa los detalles:

¿Qué te hace querer abandonar? ¿Qué circunstancias entorpecen tu estudio?

Por ejemplo, si usas YouTube para estudiar, es probable que te distraigan las sugerencias de videos de gatitos.

O quizá te des cuenta de que si estudias justo después de X actividad, te cuesta mucho trabajo concentrarte.

Ese tipo de cosas.

Identifícalos y haz lo posible para encontrar una solución. (Sí la hay).

Estrategia #8 – Todo está relacionado

Lo que te suele detener con los idiomas te está deteniendo en algo más. Si lo solucionas con los idiomas, lo solucionas en los «algo más». Recordar esto te puede ayudar a perseverar cuando te ves tentado a abandonarlo.

Estrategia #9 – Todos estamos relacionados

Siempre ten presente a quién o a qué beneficia que tú aprendas ese idioma, y a quién perjudica que no lo hagas y/o que te rindas. Responsabilidad con el resto del mundo: activada.

Estrategia #10 – Inspiración

Haz una lista de personas que te pueden ayudar y otra de materiales que te inspiran.

Tu amigo políglota. Los blogs que lees (como Necesitas otra lengua 🙂 ). Tu buddy de la estrategia #6. Un coach. Un grupo de Facebook.

Crea tus propios recordatorios con cosas importantes que suelas olvidar como: «Enfócate en lo que has avanzado y no en lo que te falta».

Lo que sea que te inspire y te recuerde por qué lo estás haciendo y que vale la pena seguir.

Porque sí vale la pena.

¿Con cuál estrategia te gustaría comenzar? Cuéntanos en los comentarios.

15 claves para aprender un idioma por tu cuenta

Nota: Este artículo fue escrito por un invitado que realmente sabe de lo que habla*. Te sentirás feliz de poner atención a lo que él tenga que decir. Sobre todo si se trata de su libro, donde puedes leer una entrevista mía en la que comparto muchos detalles sobre cómo aprendí inglés (de los que nunca he escrito en el blog). 

Alejandro Castrelo en la Ciudad de México
Alejandro en la Ciudad de México

Después de un período de intercambio académico en Rumanía, me conceden una beca de intercambio para San Luis Potosí (México) en el primer semestre del curso 2013-14. La buena fortuna me sonrió de nuevo.

Tras escuchar muchos comentarios de familiares y amistades de tipo: “Estás loco”, “¿No sabes lo peligroso que es México?”, “Te van a matar”, en mi mente se reforzó la idea de que marchar para allá era la decisión correcta. Lo mismo que con Rumanía: si todo el mundo estaba en contra de la idea, ahí tenía que haber algo bueno.

Aterrizado en la capital mexicana y después de cambiar unos euros a pesos, me dirijo a la ciudad de mi intercambio en uno de esos lujosos autobuses de la compañía Primera Plus, donde me dan mi “Bimbo” y “Boing” a juego con una agradable bienvenida.

Una vez en San Luis Potosí, después de unos días de haber encontrado alojamiento y arreglado las asignaturas que iba a realizar, me dan la oportunidad de hacer la prueba de nivel para entrar en uno de los cursos de inglés que ofrecía la Universidad.

Con los resultados en la mano, la evaluadora me indicó que para mi nivel avanzado ya no tenían cursos de inglés que ofrecerme, pero que si estaba dispuesto, podría colaborar como facilitador de inglés en el aula de conversación del nivel avanzado.

Después de pensarlo durante 2 segundos, acepté. Alumnos de distintas facultades venían a practicar conversación. A veces hacíamos juegos, otras veces conversábamos acerca de temas que me parecían interesantes.

Entre los alumnos, había personalidades de todos los tipos. Algunos muy atrevidos e interesados en el idioma, que no tenían miedo a participar y expresarse en el idioma de Shakespeare mientras que otros eran más tímidos y no les lograbas sacar una palabra de sus bocas.

Entusiasmado con el éxito experimentado en las aulas de conversación y con ganas de seguir compartiendo mis conocimientos acerca del aprendizaje independiente del idioma, me decido a crear un blog.

Tras buscar maneras de crear páginas web en Internet, y barajar posibles nombres para la web, me decanto por la marca “largalengua” en los conocidos servidores de Weebly.

Después de varios artículos sin mucho éxito de audiencia, poco a poco voy publicando con menos regularidad. Otras actividades prioritarias se me cruzaron en el camino y eventualmente dejé el blog aparcado. Aunque esta idea nunca continuó, la semilla había sido plantada.

Tras entrar a trabajar de profesor en una preparatoria y dar clases en una academia de idiomas, sigo animando a los alumnos a que trabajen en casa, que escuchen audios, vean películas y en general, que vivan el idioma cada día. Les decía que 2 clases a la semana no bastaban si querían tener un nivel decente de inglés.

Frustrado de alguna forma con la situación, y aunque algunos alumnos captaban el mensaje, la mayoría confiaba en que sus escasas sesiones semanales de una hora de duración los llevarían a convertirse en nativos en el idioma. Good luck.

De vuelta a España por Navidad, y en una conversación—al parecer—casual con mi hermano, surge la idea de poner todo mi conocimiento acerca del aprendizaje del inglés en un libro. Seguidamente, agarro un bolígrafo y me dispongo a escribir toda mi sabiduría sobre el papel.

Con letra furiosa, vuelco todo eso que tenía dentro. Todas esas ideas, pensamientos y estrategias de aprendizaje que había acumulado a lo largo del tiempo. El libro iba tomando forma. Ahora solo quedaba estructurarlo, encontrarle un título y buscarle una portada. Casi nada.

Siguiendo los consejos del prolífico autor Steve Scott, me dispongo a escribir todos los días, entre 500 y 1000 palabras. Nunca había escrito nada, pero esta era la prueba de fuego: tenía que demostrarle al mundo que se podía aprender inglés de manera independiente.

Había días en que seriamente dudaba de lo que estaba escribiendo. No tenía ninguna validación y no sabía si a la gente le gustaría. Mi amigo Pablo se comprometió conmigo y yo con él a enviarle de manera regular los extractos escritos. Esto me ayudó enormemente a completar el primer manuscrito.

Primero la escritura del primer borrador, edición. Encontrarle un título. Buscarle una portada. Promocionarlo. Muchas cosas tenía que hacer uno para llegar al público.

Un buen día, uno de mis amigos más emprendedores que conozco y creador de uno de los blogs más populares en español sobre estilos de vida alternativos y emprendimiento online, me dijo:

Alejandro, tenemos que hacer dos cosas: 1. Pegarnos un viaje juntos, 2. Tienes que publicar un artículo en mi blog, “Vivir al Máximo”. 

Voilà! Así fue. Días más tarde ya estaba el artículo publicado: Cómo aprendí inglés por mi cuenta — sin colegio bilingüe, padres nativos ni novia extranjera”, contando mi historia y ofreciendo mi recién publicado libro , habiendo llegado el post a la friolera de 200.000 visitas únicas.

Recibo comentarios y mensajes de todo el mundo hispanoparlante: Cuba, México, Venezuela, Perú, Colombia, España… entre otros. El mensaje había calado hondo. Las descargas de mi libro eran estratosféricas. Atrás quedaron momentos de frustración y dudas.

Con el aprendizaje de idiomas pasa lo mismo:

A menudo no nos consideramos capaces, no encontramos la motivación para estudiar diariamente y nos autoflagelamos con el insidioso pensamiento de “no llegaré a la meta”.

Déjame decirte que si has aprendido tu lengua materna sin problema, serás capaz de aprender cualquier idioma que se te ponga por delante.

Y una vez hayas comenzado, en ocasiones te alegrarás del progreso realizado y otras veces te sentirás estancado. Al igual que un camino entre valles y montañas, el proceso por el que todos tenemos que pasar está lleno de altibajos.

Hemos de aceptarlo desde el principio y prepararnos para lo que viene. Por tal motivo, y para que estés bien preparado, quiero compartir contigo los principios que sigo durante los primeros meses del estudio de un idioma.

15 claves para aprender un idioma por tu cuenta

1. Empezar a estudiar un idioma es la parte más difícil. Empieza hoy. Si tienes poco material, utiliza el que tengas para comenzar de inmediato.

2. No tengo ni idea acerca del idioma. En lugar de preocuparme, me enfoco en aprender acerca de ello. Razón suficiente para motivarse al máximo, no para estar asustado por el desconocimiento.

3. Los primeros pasos con el idioma los daremos con métodos de aprendizaje de lenguas extranjeras. De hecho, esa es la razón de su existencia.

4. Al principio, no entenderé nada y todo lo que diré probablemente esté mal. El propósito de ello es deshacerse del miedo a hablar y comenzar la interacción en conversaciones reales, no demostrar tus habilidades orales en el idioma.

Así que no tengas miedo; al igual que James Bond tenía licencia para matar, tú tienes licencia para equivocarte.

5. Aunque puedes irte al país sin saber ni pizca del idioma, tu curva de aprendizaje se acelerará si te familiarizas con él a través de un buen método de estudio durante un tiempo, con la finalidad de pasar de la etapa de principiante.

Idealmente, deberías ir al país donde esa lengua es oficial del nivel intermedio en adelante.

6. La pronunciación debe ser prioridad absoluta durante el primer mes. De otra forma, es posible que la interferencia de tu lengua materna te lleve a una pronunciación defectuosa.

7. Encuentra 1-2 personas con las que puedas practicar el idioma con regularidad. Pueden ser amigos, profesores o penpals. En italki y lang-8 puedes encontrar estos “tándems”.

8. Si te aburres con el mismo método, prueba a cambiarlo o intercalarlo con otro. Haz actividades diferentes con otros recursos que te ayuden a mantener tu interés tanto en el contenido como en el idioma.

9. Aprender un idioma lleva tiempo. No te presiones.

10. Si alguna vez te sientes abrumado, para de estudiar. Date un tiempo para reconciliarte con el idioma. Reflexiona en lo que no funcionó, recarga pilas y empieza de nuevo cuando estés preparado.

11. Ponte objetivos a corto plazo. Aumenta tus habilidades comunicativas a través de la persistencia y esfuerzo constantes. Dale tiempo al tiempo.

12. Durante los primeros 5-6 meses, enfócate en aumentar tu vocabulario, y en practicar lo más pronto posible tus habilidades orales en conversaciones reales. El 20% de tus actividades te dará el 80% de tus resultados.

13. Combina listening con reading. Asocia el mayor número de sentidos con una palabra para que seas capaz de recordar vocabulario a largo plazo.

14. Revisa regularmente lo que has visto en lecciones anteriores, así asimilarás de una forma duradera nuevas palabras, frases completas y estructuras gramaticales.

15. La gramática se aprende mejor a través de la exposición constante a textos y diálogos reales. No te dejes abrumar por ella. La mayoría de nativos no tienen ni idea del funcionamiento de su gramática y sin embargo manejan su propio idioma con soltura.

Para que comiences a aplicar estas 15 claves, te adjunto un pdf con los mejores recursos que he encontrado para aprender inglés (o incluso algún otro idioma) por tu cuenta. Haz click aquí para descargarlo.

Y tú, ¿cómo aprendes idiomas? ¿Cuáles son tus reglas a la hora de abordar el estudio de una lengua extranjera?

*Alejandro Castrelo, español sureño de 28 años, ingeniero industrial de formación y emprendedor de vocación. Desde que descubrió la comunidad políglota de Internet, no ha parado de poner en práctica toda la información para aprender idiomas de manera autodidacta. Amante de la tecnología y de los felinos. Cuando no está viajando, está leyendo libros de ensayo. Además, le gusta conversar con amigos y entre copas sobre las verdades profundas de la vida. Puedes encontrar sus artículos en: www.casinativo.com

¿Intuición lingüística?

Como sabrás si has leído este blog con atención, yo siempre he tenido una gran predilección por las palabras.

Durante mucho tiempo sólo leía para reunirme con ellas (ni siquiera para comprender lo que transmitían) y, por lo tanto, me hice consciente de la noción de «intuición lingüística» incluso desde antes de comenzar a aprender lenguas en forma.

Esa sensación de que una palabra debe ser escrita de cierta forma, o de que cierta preposición tiene que ir con ciertos verbos pero no con otros es algo que todos los hablantes de una lengua poseemos. Es lo que nos permite saber que se dice «tuerce» en vez de «torce», y lo que hace que las lenguas evolucionen.

¿Ya sabes de qué hablo? Si no, quizá te resulte útil hacer el siguiente experimento. Debes poner mucha atención en lo que sientes, en la manera en la que tu cerebro toma una decisión. ¿Listo?

¿Cómo se dice: «Yo fotocopio» o «Yo fotocopeo»? ¿»fiNANcian» o «finanCÍAN»?*

La decisión que tomes es irrelevante para los fines de este test mientras hayas sido consciente de la manera en la que sopesaste ambas opciones, sintiendo qué tan adecuada se percibe una con respecto a la otra.

*Por si te quedaste con la duda, es mucho más correcto, en términos de la RAE, decir «Yo fotocopio» y «ellos fiNANcian».

Along the path

Ahora que todo quedó claro, sigamos adelante:

La Sprachgefühl, como se le llama en alemán (literalmente Sprach: «lengua» y Gefühl: «sensación» o «sentimiento»), no es única de tu lengua materna. Puedes desarrollarla también con las lenguas que aprendas posteriormente.

De hecho, suele ser de gran ayuda en los momentos en los que no estás seguro si una frase está bien construida (o no) si llevas a cabo el mismo procedimiento: plantear ambas opciones, probar una, ver qué tal queda, probar la otra y ver si la sensación que te genera es de mayor exactitud, o mayor corrección.

En general funciona mejor con los idiomas que ya dominas, porque has ido adquiriendo, además de las palabras y las construcciones, la «personalidad» de la lengua.

Aprendizaje intuitivo

Este tipo de «sensaciones» es fundamental en el proceso de adquisición de idiomas, sobre todo para consolidar las partes truculentas. Hay mejores probabilidades de recordar la forma correcta si se juega con ambas: la que habríamos dado antes de saber, y la que se debe usar, aunque suena extraño.

Por ejemplo, a primera instancia diríamos que si en inglés es posible decir tanto «She puts on the t-shirt» como «She puts the t-shirt on» para «ella se pone la camiseta», entonces es igualmente correcto decir «She puts on it» y «She puts it on«. (Saqué de aquí estos ejemplos).

Pero no funciona así. Sólo la segunda es correcta.

La intuición lingüística nos puede salvar en este caso si probamos ambas formas, «She puts on it» y «She puts it on» y le vamos añadiendo una «buena» sensación lingüística a la construcción en la que el «it» queda en medio.

Con el tiempo y la práctica la intuición se irá afinando y llegará un momento en el que podamos dejar de recurrir a la memoria para saber cuál es la forma más precisa. En algún momento nos sonará raro y hasta un poco feo que el pronombre it quede al final.

Seguramente tienes mejores ejemplos en tu repertorio, incluso con la lengua que estás aprendiendo, pero estoy segura de que comprendiste la idea: aprender una lengua, en gran medida, es como ir añadiendo etiquetas invisibles de Se siente bien cómo suena esto y de Puaj, eso suena horrible.

Al principio, quizá, todo suena horrible (o hermosamente nuevo, depende de tu forma de ver todo esto), pero poco a poco algunas frases toman belleza mientras que otras nos hacen alejarnos de ellas.

Ojalá esta entrada te haya hecho poner más atención en las ocasiones en que usas tu Sprachgefühl.

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Para saber cómo se pronuncia esa bella palabra (que yo estaba buscando —sin saber que existía— hasta que Fernando del Paso me la regaló hace muchos años en su inigualable Noticias del Imperio) ve a esta página y haz clic en donde te indico con mi hermosa flecha roja, hecha en Paint con amor:

sprach audio

¡Comenta! ¡Gracias!

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Foto de James Jordan

Otras dimensiones del esfuerzo

Después de la entrada anterior, me quedé pensando en el entusiasmo. Sobre todo en aquellos momentos en los que estar poseído por esa emoción conlleva mucho esfuerzo, o mucha dedicación.

En esta entrada, la autora, quien no vió objeción a escribir estas líneas en tercera persona, plantea otra idea para experimentar con distintas formas de conducirnos en presencia del entusiasmo.

Get Lost

Por ejemplo, una historia.

Hace no mucho, estaba muy emocionada sobre un plan que me había venido a la mente (llamémoslo Cocinar Recetas, aunque no tiene nada que ver con deliciosa comida).

Había conseguido administrar el entusiasmo, recordar lo que quería hacer, encontrar razones por las que era una excelente idea Cocinar esas Recetas y puse manos a la obra durante toda una semana. Fueron siete días fabulosamente productivos y «logradores». Digno de recordarse.

Pasó la semana, pero como seguía emocionada, quería continuar a ese paso durante la siguiente semana. Después de todo, había conseguido Cocinar Recetas que jamás había logrado cocinar.

El domingo, que es cuando planeo la semana que sigue, no quería planear la semana que seguía. Me sentía un poco triste y no quería saber nada de Cocinar o de Recetas. Pero todo había sido maravilloso, así que me exhorté (de buen modo, como siempre) a continuar con el plan.

Llegó el lunes y aunque sabía cuáles eran los pasos que tenía que dar para tener otra semana fabulosa de Cocinar Recetas, realmente no tenía ganas de hacer nada.

Luego de usar dos horas de mi vida leyendo reseñas de gente grosera sobre libros de Amazon que jamás compraré, de un «¿Qué estoy haciendo?»  y de alejarme de la computadora, recordé algo que según yo ya había comprendido, pero que, por lo visto, necesitaba insertarse mejor en mi memoria:

Una época fabulosamente productiva siempre trae consigo (la necesidad de) una época fabulosamente restaurativa. No puede existir una sin la otra.

Esto se puede ver de dos maneras:

Por una parte, saber que resulta prácticamente imposible sostener un esfuerzo real por mucho tiempo* nos da la libertad de no sentirnos mal cuando intentamos fallidamente mantener una racha de «fabulosidad».

Podemos entender que «todo lo que sube tiene que bajar» y que estar «abajo» no sólo es normal, sino totalmente indispensable para que sea posible volver a «subir».

Por otra parte, podemos usar para nuestro provecho la posibilidad de predecir con bastante exactitud la mayoría de los momentos en los que no querremos hacer nada. (Pista: justo después de haberlo hecho todo).

Así, como parte de una práctica avanzada, conseguiríamos organizarnos de tal suerte que veríamos nuestra capacidad de esforzarnos como es en realidad (un ciclo de esfuerzo y descanso, de entusiasmo e indiferencia), y no como se supone que debería ser (logro tras logro tras logro tras logro tras logro).

*Mis respetos + mi absoluta admiración hacia las personas que parecen incansables, como los estudiantes universitarios y quienes tienen más de un trabajo. Confío en que pronto puedan restaurarse como se merecen. 

Oh, la utopía

Si esto se pudiera instaurar en las clases de idiomas (o en todos lados, mejor), se lograría más a largo plazo y se aprendería con mayor éxito. Una persona agotada –o sea, que no ha pasado por la época fabulosamente restaurativa– puede realizar muchas menos tareas que alguien que acaba de descansar.

Quizá en algunos años todos comprendamos cabalmente este concepto, y quizá las instituciones lo implementen. Mientras eso sucede, podemos comenzar a dejar de pensar que nos está pasando algo malo cuando no tenemos ganas de hacer nada después de haber estado involucrados en cuerpo y alma en un proyecto.

E instaurarlo en la medida de lo que podamos, marcando días de descanso más o menos obligatorios después de semanas pesadas, encontrando actividades que nos recarguen las baterías metafóricas que tenemos.

Da un poco de miedo porque una parte de nosotros cree que nos vamos a quedar ahí, como una especie de bulto inactivo, pero no es así.

A modo de resumen

Normal y necesario: no querer repasar apuntes durante las vacaciones entre niveles de las clases de árabe (cof cof).

Normal y necesario: pasar toda la tarde leyendo entradas pasadas de tu blog favorito después de haber hecho un examen difícil. Vamos, que hasta Twitter funciona.

Normal y necesario: ser, durante un tiempo, una «papa de sillón», como se dice en inglés (couch potato) luego de hacer algo que te daba miedo.

Normal y necesario: sentir la mayor de las indiferencias (y hasta un poco de incomodidad) por algo que te entusiasmaba mucho.

Normal y necesario: que de repente se te quiten las ganas de aprender idiomas en general, o de subir de nivel en particular. Sobre todo si llevas años y años haciéndolo sin parar. Déjalo ser, ya regresarán. 

Todo se vale, en realidad.

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P.D.: Me acabo de dar cuenta de que esta entrada coincide con que se acercan las vacaciones de Navidad. No era mi intención, pero supongo que se pueden aprovechar para irse familiarizando con esta dimensión del esfuerzo.

Foto de Tim Green