2 – Cómo superar el miedo a hablar con extranjeros

En esta serie de artículos aprenderás qué necesitas para estar tranquilo(a) al tener una conversación en otro idioma con un extranjero. 

En la entrada anterior expliqué que los bloqueos (totalmente normales, por cierto) que nos surgen al hablar otro idioma con extranjeros tienen en común la misma razón de fondo: la muy humana necesidad de ser aceptados y pertenecer.

Sin embargo, solo porque somos humanos no significa que tengamos que permanecer bloqueados cada vez que se nos presenta la oportunidad de practicar algún idioma que sepamos con un nativo.

Hay cosas que se pueden hacer para evitar que los miedos nos bloqueen. En esta entrada te comparto un conjunto de claves que suelen dar muy buenos resultados para alcanzar un buen nivel de calma mental.

¿A qué me refiero con «calma mental»?

Hablo de tener la certeza casi absoluta de que pase lo que pase, vas a desempeñarte de manera adecuada.

De que tu pronunciación es suficiente, de que vas a comprender lo necesario para mantener la conversación, de que tú y tu nivel del idioma están bien y que de verdad de verdad de verdad no importa lo que un extranjero pueda pensar de ti.

Es mantenerte centrado(a), presente, arraigado(a) y confiado(a). Aun si conjugaste mal un verbo. Aun si dijiste algo que estaba fuera de lugar. Aun si no supiste qué contestar y tartamudeaste o te ruborizaste.

Quizá esto suena muy alejado de lo que tu mente hace en automático actualmente, pero es absolutamente posible llegar a ese estado.

Claro que no va a ser de la noche a la mañana, se necesita determinación y práctica, como con todo.

Pero es un camino que vale mucho la pena andar, porque una vez que este tipo de bloqueos disminuyen, se abren una gran cantidad de puertas que ni siquiera sabíamos que estaban cerradas.

¿Cómo irse acercando a esa calma mental?

Sin afán de ponerme abstracta y espiritual, voy a decir que el único lugar donde existe la calma mental es el presente.

Los bloqueos viven en los recuerdos de experiencias negativas que nos sucedieron o en nuestra imaginación de un futuro aterrador.

Si logramos mantener nuestra atención en aquello que estamos viviendo en vez de en los escenarios nefastos que nos propone nuestra mente, vamos a poder estar lo más tranquilos posible.

Algunas claves son muy útiles para este fin

Por ejemplo:

1. Dejar de pensar que el resto de las personas (o sea, los extranjeros) son superhéroes perfectos.

No lo son. Son personas como tú y como yo y como todos, que cometen errores y los aceptan de buena gana en los demás.

Es más, probablemente también estén preocupados con lo que la gente piensa de ellos. También tienen miedos y también las han pasado cosas desagradables.

Sí, pertenecen a otra cultura, pero eso no les quita lo humano. A veces es muy fácil olvidarlo.

2. Poner toda la atención posible en el aquí y el ahora (de la conversación).

Aprender a ignorar, por lo menos en ese momento, las imágenes de ruina y destrucción que nos vienen, así como las voces críticas y devaluadoras que surgen dentro de nuestra cabeza.

Enfocarnos, estar presentes. Y contar con mucha disposición para practicarlo.

3. Dejar ir nuestros errores

(en lugar de obsesionarnos con ellos y reproducir la tortuosa película una y otra y otra vez).

Seguir caminando a pesar de los tropiezos. Observar cómo no sucede nada malo cuando nos equivocamos.

Darnos chance de no ser perfectos y constatar que la gente no está esperando a ver a qué hora nos equivocamos.

4. Recordar que no somos el centro de atención.

Que los demás están enfocados en ellos mismos, y que por lo tanto no se fijan en nuestro desempeño ni tienen ganas de calificarlo.

Y que aun si lo hicieran, no nos van a rechazar por haberlo hecho «mal».

Nosotros mismos somos nuestros jueces más severos.

5. Confiar en nuestra capacidad para improvisar, y en nuestro buen juicio.

Creer en que somos más hábiles de lo que pensamos para salir bien de situaciones nuevas e inesperadas.

Porque lo somos aunque a veces lo dudemos.

«¡Pero es muy difícil!»

Claro que lo es. Si fuera fácil no habría una sola persona en el mundo que olvidara el idioma al hablar con un extranjero.

La buena noticia es que practicar tales claves con estos fines crea y fortalece hábitos que ayudan a todo lo demás que hagamos en nuestras vidas.

Como todo está relacionado, aspectos de nuestros días que ni siquiera sospechábamos que eran un problema se vuelven más fáciles, más agradables, o menos complicados cuando, por ejemplo, nuestra respuesta automática a un error que cometimos es dejarlo ir y seguir adelante.

Cosas por el estilo.

Así, lo anterior es una de las prácticas difíciles que vale la pena aprender a hacer y repetir hasta que viva dentro de ti.

Estas 5 claves (recordar que los extranjeros son personas con debilidades, poner atencion en la conversación, dejar ir nuestros errores, recordar que no somos el centro de atención y confiar en nuestra capacidad para improvisar) son parte de la mentalidad que hay que tener cuando se trata de hablar con extranjeros.

Sin embargo, el resto de la calma mental se obtiene a través de una técnica aparentemente sencilla (que parece obvia una vez que  la sabes) pero tremendamente efectiva, de la que hablaré en la próxima entrada. Puedes leerla aquí.

Lee sobre esto (a mucha más profundidad) en la guía Aplaca tus miedos.

4 comentarios en “2 – Cómo superar el miedo a hablar con extranjeros

  1. Lourdes

    ¡Me vi totalmente reflejada en él, Georgina!
    Me pasa muy seguido, incluso con mis amigos alemanes. No me bloqueo pero constantemente estoy corrigiendo mis frases cuando hablo con ellos y ellos me dicen que está bien y que hablo un alemán excelente. Incluso, uno de ellos me dice en broma que soy «más alemana que los alemanes» por aquello de exigirme demasiado.

    A veces hasta «envidio» a mi esposo que no habla tanto alemán (en su trabajo se comunica más en inglés) y, sin embargo, se «suelta» y no le importa no decir las cosas correctas. Él dice: «mientras me entiendan, está bien…» y es que él, al contrario que yo, es más de cerebro «matemático» (a mí siempre se me dio mejor eso de la comunicación y las letras). Cuando vamos, por ejemplo, al supermercado, yo me bloqueo totalmente y me quedo «muda»… y él es el que habla y luego me dice: «pero si tú hablas perfectamente el alemán, ¿por qué no hablas? ¡qué desperdicio!» y le digo: «es que me gustaría hablarlo mejor»… y hasta nuestra hija (que es nuestra juez más «exigente») nos dice: «mamá, tú hablas muy bien alemán y papá lo habla pésimo«.

    Hacía mucho que no leía tus entradas y ya hasta había olvidado lo agradable que es encontrarse con este «oasis lingüístico» en medio de tanta información en Internet. Te felicito nuevamente porque, además, has ido adaptando el blog a los cambios que exige esta vida moderna y, con ello, mejorándolo día con día. ™Un abrazo fuerte! 🙂

  2. Lourdes

    ¡Me vi totalmente reflejada en él, Georgina! Me pasa todo el tiempo, incluso con mis amigos alemanes. Ellos me dicen que hablo el alemán muy bien y que, por cómo me juzgo y me exijo a mí misma, soy «más alemana que los alemanes» (porque ya sabes que tienen fama de exigirse mucho en lo que hacen) e, incluso, uno de ellos me dijo: «pero si hablas muy bien, ¡la que cree que tiene un problema, eres tú! De verdad, créenos…» y, por ejemplo, veo que mi esposo —que habla menos alemán que yo— no tiene miedo y él se suelta hablando como «apache», pero habla (y en eso le tengo un poquito de «envidia», por así decirlo). Yo quiero decir todo perfecto, con la gramática perfecta, el acento y la pronunciación perfecta y —por eso— me bloqueo (sé que puede verse como una «tontería»). Y él, que habla, —como dice nuestra hija de seis años, «pésimo»— no tiene miedo y no se le cierra el Mundo.
    Seguiré leyendo tus posts. Hacía tanto que no lo hacía y ya se me había olvidado lo agradable que es este pequeño «oasis» lingüístico que has creado. ¡Felicidades! Un abrazo.

  3. Moisés Dalí

    Hola a todos, me pasa que quiero hablar mi alemán y por cierto; siento que poco a poco por necesidad laboral, he tenido la dicha de irle perdiendo el miedo al inglés, progresivamente hasta el punto de que ciertas personas, incluso me han enseñado palabras al ritmo de alguna interacción:)

    Este artículo me ha hecho reflexionar.

    Saludos desde Costa Rica

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