Desde que aprendí a hablar, he tomado docenas de clases de idiomas.
Español en la primaria y varios cursos avanzados de gramática española en la licenciatura; inglés desde los 3 hasta los 18 años (de una variedad infinita), francés con maestros mexicanos, franceses, congoleses, haitianos, argelinos, canadienses; alemán, árabe, japonés y hasta latín.
Algunos maestros han sido realmente buenos, de los que te comparten su amor por el lenguaje, el idioma y la cultura que enseñan y hasta las clases mismas.
De los que extrañas cuando ya no los ves, y de los que siempre hablas con mucho cariño y hasta con brillo en los ojos.
Sin embargo, a veces me he encontrado con profesores que a pesar de tener buenas intenciones, por alguna razón terminan transmitiendo mensajes que no concuerdan con aquello que (desde mi punto de vista) un maestro de idiomas debería transmitir.
Es decir, un aprecio hacia las culturas del mundo, la diversidad, del hecho de que existen centenas de formas (lingüísticas) de acercarse a la realidad y de que ninguna es mejor que otra.
Mi intención con esta entrada no es criticar, ni ofender, ni hacer enojar, ni mucho menos.
Solo quiero compartir algunas cuestiones que he escuchado decir a maestros de idiomas y mi opinión al respecto.
Si eres maestro de idiomas, confío en que no te lo tomarás personal, aun si te llegaras a sentir identificado con algo de lo que leas.
Entiendo que puede ser algo fuerte, y tienes todo el derecho de dejar de leer si sientes que es lo mejor para ti.
(Y si no eres profesor, ten en cuenta que si escuchas alguna de estas cosas de boca de uno, quizá valga la pena cuestionarlas un poco).
Ahora que decidiste seguir leyendo, he aquí 4 ejemplos de cosas que me gustaría que los profesores de idiomas no dijeran (y mis razones):
1. «El idioma x [que no enseño] es horrible»
Existe un fenómeno muy curioso en el que algunas personas se enojan con una lengua que no les gusta, o que no pudieron aprender por cualquier razón y entonces piensan que es una buena idea echarle tierra.
Y si bien cada persona tiene derecho a amar o no las lenguas que quiera, un salón de idiomas no es el mejor lugar para externar este tipo de opiniones.
La idea es transmitirle a los alumnos que no existen maneras mejores ni peores de comunicarse, y que todas las lenguas tienen el mismo valor lingüístico y gramatical, por el simple hecho de que es verdad.
Es más constructivo transmitir nuestra pasión por la lengua que enseñamos que esparcir nuestros juicios (o prejuicios) hacia otra lengua que no nos corresponde criticar.
2. «Si no hablas bien español, no vas a poder hablar bien [el otro idioma]»
Al saber aunque sea un poco de sociolingüística, queda claro que «hablar bien» es un término muy borroso.
¿Se refiere a usar palabras con prestigio, a usar las reglas que propone la RAE, a pronunciar como en determinado dialecto, a evitar cierto acento? ¿Qué es hablar bien?
Yo tampoco sé. Pero lo que sí tengo por seguro es que puedes hablar el sociolecto más estigmatizado y «feo» y «mal hablado» del español y aun así hablar francés como lo haría un miembro de la Académie Française* si realmente lo deseas y lo intentas con devoción, esperanza y esfuerzo.
*Suponiendo que sea lo más «correcto», pues.
No necesitas corregir tu lengua materna, o ajustarla a un estándar extraño si eso no es algo que te interese hacer, sobre todo porque puedes dominar el idioma que sea.
Para mi sorpresa, he visto gente que no redactar muy bien en español escribiendo inglés como anglófono nativo. Increíble, pero cierto.
3. «Mi método es el único que funciona»
OK, quizá no lo dicen con estas palabras, pero algunos maestros insinúan que si no estás pudiendo aprender el idioma con su método / libro / clase es porque eres un caso perdido.
No es cierto.
Pasa algo muy curioso: cuando un alumno responde bien a x método, el profesor se entera y se siente feliz y reafirma su confianza en su forma de enseñar.
En cambio, cuando a un alumno no le funciona, lo que sucede es que abandona la clase y no vuelve a tener contacto con el profesor.
Así, como en esta cultura dar feedback crítico o «negativo» está muy mal visto (o simplemente no se piensa en hacerlo), el profesor no se entera de que no le funcionó el método al alumno desertor, ni las razones para que eso sucediera.
No quiero decir que todos los métodos le funcionan a todas las personas y que cuando algo no resulta así es culpa del profesor. Y no, tampoco es culpa de los estudiantes cuando un método no les sirve. ¡Hay miles de factores!
Pero lo cierto es que hacer encuestas al inicio de cada periodo y evaluaciones continuas al final de cada uno de ellos hace que los profesores mejoren cada vez más sus métodos y los adecuen a las necesidades de los estudiantes.
Muchos maestros le temen a la crítica y por eso no lo hacen, pero yo creo que es más aterrador dejar de crecer y mejorar día a día.
Hay muchos, muchísimos métodos distintos, y quizá algunos sean mejores que otros, pero no hay ninguno que sea El Mejor para todos.
4. «Probablemente este idioma no te sirva para nada porque no es inglés»
No tengo muy claro qué haría que un profesor dijera algo como esto, pero lo que sí sé es que no resulta algo que a un alumno le gustaría (o serviría) escuchar.
Además, suponiendo que fuera algo que tiene sentido decir, en realidad no hay forma de saberlo.
Nadie sabe para qué le va a servir todo lo que aprende, e incluso todo lo que le pasa. Para estar seguros, tendríamos que saber de antemano todo lo que nos depara el futuro, y no es así.
Vale más la pena propiciar la curiosidad de cada estudiante y confiar en que cada uno de ellos sabe qué hacer.
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En resumen, siempre es mejor para todos cuando los maestros deciden transmitir pasión, apertura a la experiencia, interés, curiosidad, aprecio y confianza.
Si vas a comentar esta entrada (como profesor, alumno o lo que sea) sé lo más respetuoso y amable que puedas.
Yo soy profesora y también concuerdo en que lo que describes son errores. Asimismo, concuerdo con Laura en que conocer bien el propio idioma puede ayudar a aprender otra lengua. De hecho, mi blog está fundado en esa idea y no me centro tanto en el conocimiento de las estructuras gramaticales (aunque debo admitir, Laura, que a mí me ayudó también entenderlas en mi idioma), si no en lo que «evocan» las palabras . Creo que es útil hacer una reflexión acerca de nuestra lengua, en el sentido de asimilar que las palabras no son transparentes y los significados no son fijos… y entender que lo mismo pasa en otros idiomas (he visto cómo muchos que están aprendiendo otro idioma se frustran cuando el «eje paradigmático» de sentido que despliega una palabra en español no coincide con el «eje paradigmático» de sentido que despliega la palabra equivalente en el otro idioma).
En todo caso, creo que poder reflexionar sobre la propia lengua o «conocer mejor» la lengua, en ningún caso debería tomarse como «hablar bien» o «hablar mejor», porque eso puede llevar a discriminar a la quienes no se ciñen a una norma específica. O como se expresa bien en esta entrada, hay que definir un criterio para decir qué es mejor o peor y, si se es tajante con respecto a la lengua, en rigor sólo se quiere imponer la propia visión.
¡Enhorabuena por esta entrada que ha generado esta conversación!
¡Hola, Claudia! Exacto. Lo que quise transmitir es que si una persona es dequeísta, por ejemplo, no significa que tenga que corregir si dequeísmo para aprender exitosamente otra lengua. No es un requisito indispensable. Pero sí tienes mucha razón en lo que dices. ¡Gracias por tu comentario!
Me parece interesantísima esta entrada, tanto como estudiante que he sido de algunas lenguas, como profesora de un idioma que soy. Comparto todos los argumentos. Quizás el único error de estos cuatro en el que he podido caer ha sido en mi forma de expresarme o quizás asimilar el segundo punto y me parece genial que comentes el tema de la sociolingüística, que yo también he expresado, aunque tengo influencia tanto de esto como de la RAE. Yo lo que he dicho algunas veces a algunos alumnos/as era que cuando más «comprendiesen» su propio idioma, más fácil les resultaría adquirir un segundo. No sé si el mensaje llegaría o no de la manera adecuada, pero con ello me refiero a que si una persona es adulta, cuando más comprenda las categorías gramaticales y su propio idioma en sus mecanismos, más fácil le resultaría acercarse al segundo o nuevo idioma al tener más habilidad -esto no lo dije así- para aprehender los contenidos del nuevo idioma. En mi enseñanza, en algunos aspecto exitosa y en otros mejorable, alterno distintos métodos que componen el método comunicativo, el análisis, la traducción, la repetición…
Hola, Laura, concuerdo totalmente contigo. Definitivamente, conocer mejor la lengua materna ayuda. A lo que me refería es que el comentario que escuché (del que surgió el punto 2) era uno que no comprendía que hablar con un sociolecto distinto al propio también era válido. Gracias por tu comentario 🙂