Dos mil quince en retrospectiva 1/3

Este año ha sido bastante fuerte para mí y para muchas de las personas que conozco.

Fue un año tan desconcertante en algunos aspectos que en abril y en agosto no escribí las primeras partes del recuento del año, como sí hice en 2013 y 2014.

Pero heme aquí, en las últimas semanas del 2015, haciendo un inventario del año. Debo decir que siento un poco de miedo en este momento previo a escribir, porque sé que hay cosas de las que no me acuerdo ahora que me va a doler recordar…

Y sé que va a valer la pena traerlas a la memoria para escribirlas, porque hay muchas lecciones en ellas.

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Incomodidad y aceptación

2015 fue para mí el año en que más incómoda he estado. Salí mucho de mi «zona de confort», hice cosas que nunca me imaginé haciendo y tengo la sensación de que no tuve un día cómodo en el año (aunque sé que exagero).

Y también fue un año en el que logré aceptar: la realidad, mi vida, a mí misma, mis deseos… Fue muy intenso. 

Si recuerdo bien, la incomodidad empezó en octubre de 2014, cuando me inscribí a 100 Rejection Letters 1.0, un programa de un año de duración en el que ganas una estrella dorada por cada «no» que recibes al pedir algo que quieres (como publicar un artículo en un blog ajeno, o como una solicitud de empleo, etc).

Es decir, tienes que coleccionar 100 rechazos. Suena raro, pero es la mejor manera que conozco de quitarte el miedo a que te rechacen.

Antes de 100RL, iba por la vida pensando que era una pérdida de tiempo pedir algo porque de cualquier forma me iban a decir que no.

En realidad, lo que me pasaba es que el miedo al rechazo me detenía.

Pero una vez que tenía que buscar los «no», todo se hizo más fácil (y mucho más… incómodo).

Enero

Una de las primeras oportunidades que tuve para conseguir un «no» fue cuando recibí un correo de Cairene en el que decía que necestaba un intern o un «becario» y que ofrecía su mágico programa del manejo del tiempo—llamado en ese entonces Foundations o «cimientos»—por una cantidad simbólica de dinero a cambio de trabajo.

Yo llevaba mucho tiempo queriendo participar en Foundations porque me es muy difícil organizar mi tiempo. Al principio pensé:

«Ooobviamente no me va a aceptar, seguramente va a recibir muchísimas solicitudes de gente mucho más ____ que yo, y bla bla, para qué gasto mi tiempo».

Pero tenía que conseguir estrellas doradas, entonces le escribí. «Un ‘no’ seguro», pensé.

Me sorprendió mucho cuando me dijo que yo había sido elegida para ser intern. 

¡Excelente!

Los 3 meses de Foundations fueron una de las experiencias más agradables que he tenido. Me siento en mi elemento cuando mi inglés me permite participar en llamadas telefónicas con coaches u otro tipo de personas que las organizan en EUA. (¡Y ver que me entienden!)

Cairene incluso me pidió que revisara que los materiales del curso no tuvieran dedazos, palabras repetidas y ese tipo de cosas, y aunque sabía que el inglés no era mi lengua materna, confió en mí para que lo hiciera.

Fue extremadamente divertido y satisfactorio haber participado en algo así. Es lo que me gusta hacer.

Inspirada por esos maravillosos programas, me decidí a lanzar Duerme Tranquilo, el proyecto que más me ha gustado haber publicado hasta ahora. Incluso aunque fue la primera versión y tuvo mucho por mejorar. 

Febrero

Este mes fue el más difícil de Duerme Tranquilo porque aunque hice lo posible para que todo funcionara bien, mi falta de experiencia me rebasó y tuve muchos problemas con la tecnología. Poco a poco fui improvisando, pero me hubiera gustado que fuera aún mejor para las personas que se inscribieron.

No me arrepiento un solo segundo de haberme lanzado al ruedo y averiguar sobre la marcha cómo se hace.

Ahora que lo pienso, con todas las herramientas que he adquirido en este año, siento que haré un mucho mejor trabajo en el futuro. Sé que cuando vuelva a lanzar Duerme Tranquilo va a ser algo extremadamente poderoso y excelente.

Pero nunca hubiera aprendido todo eso si no fuera porque me atreví a empezar aun sin sentirme lista.

OMG me siento muy orgullosa de mí misma. 

Marzo

Como quizá recuerdes si leíste mi recuento del 2014, ya había terminado de escribir y revisar mi tesis, pero todavía hay un abismo entre ese logro y obtener el título.

Marzo fue un mes en el que muchos de esos trámites fueron resueltos. Por mí, claro.

Fui la versión más valiente de mí misma que conozco. Mandé imprimir mis 10 tomos de tesis, le hablé por teléfono a muchas personas (algo extremadamente incómodo para mí) y conseguí muchos sellos, papeles, firmas, etc.

Me sentí completamente no-cómoda durante todo el proceso, pero cada paso que daba en la dirección correcta me confirmaba varias cosas:

1) que soy capaz de mucho más de lo que pensaba, 2) que puedo hacer cosas aunque no sean fáciles o familiares y 3) que una vez que pasa la incomodidad hay todo un mundo de alegría y satisfacción por descubrir.

Además, participé en cuanta rifa, concurso, etc., me encontrara con tal de obtener «rechazos» para 100RL. ¡Gané dos libros electrónicos! 😀

Abril

Cerca de estas fechas, mi nivel de estrés era increíblemente alto. Como México apesta en muchos aspectos, decidieron que no había presupuesto para pagarme por mi trabajo y que no sabían cuándo iba a llegar el dinero.

Por alguna razón, mi mente interpreta este tipo de cosas como una señal del apocalipsis y entonces comienza a causarme miedo como si mi vida dependiera de eso.

De repente me empiezan a surgir temores que antes estaban dominados, me siento mucho más vulnerable a la inseguridad del país, y simplemente me sube la paranoia. No te lo recomiendo.

Obviamente, la presión que ejercían en mí los trámites hacía que mi nivel de tensión aumentara mucho.

A pesar de esto, seguí con Foundations y con Duerme Tranquilo hasta el fin y conseguí fecha de examen profesional / defensa de tesis.

Algo que me ayudó mucho a desestancarme (y que te invito a que pruebes) fue decidir que la semana en la que más miedo sentía frente a las llamadas telefónicas que tenía que hacer iba a ser la semana del «Just do it«.

Si alguna vez fui una persona que pudiera ir por la vida haciendo las cosas sin pensarlo, no lo recuerdo. De hecho, casi siempre he tendido a la procrastinación.

Decirme a mí misma que de ahora en adelante iba a llevar a cabo mis deberes a la «Just do it» me resultaría contraproducente (rebeldía mil).

Pero proponerme que solo durante una semana sería una persona que hace las cosas en el momento hizo que todo fuera más fácil.

Y lo repito: no fue cómodo ni un solo segundo.

En cada llamada que hacía se me cortaba la voz, se me trababa la lengua, me temblaban las manos y me daba mucho calor.

Sin olvidar la sensación de vacío que sentía en la panza… y la taquicardia. 

En todo momento sentía que estaba equivocándome, que me iban a rechazar, a regañar, o todas las anteriores.

Y no pasó nada de eso. Todo salió bien, aunque no a la primera.

Para finales de abril ya había recorrido un camino de trámites que yo juraba que estaba fuera de mi alcance.

Cuando pensaba que tenía que ir a pedir fecha de examen profesional, automáticamente pensaba algo así como:

«No, eso no es algo que yo vaya a poder hacer. No me veo a mí misma haciéndolo. Seguramente otras personas pueden hacerlo, pero yo no».

Y al final lo hice.

Me siento muy satisfecha con todo lo que conseguí en la primera parte del año (incluyendo aquellas cosas súper difíciles que ¿aún? no me atrevo a escribir aquí).

Si estás pasando por trámites de titulación (o de cualquier otra cosa) y estás estancado, quiero que sepas que te entiendo, te apoyo y que aunque a veces me gustaría que no fuera así, the only way out is through.

Es decir, el único camino hacia el otro lado es la incomodidad.

La forma de convertirse (aunque sea por una semana) en una persona que no procrastina, es decidir actuar como una persona que no procrastina.

Lo bueno de todo esto es que cuando llegues a ese «otro lado» serás una persona distinta. Para bien, claro está.

Atravesar el pantano de la incomodidad siempre viene acompañado de mayor fortaleza, mayor tolerancia a la frustración (y a la incomodidad misma, evidentemente), mayor resiliencia, mayor satisfacción con uno mismo y con su vida.

No se trata de estar incómodo por estar incómodo, tiene una finalidad. Dicho de otra forma, tiene muchos beneficios psicológicos. 🙂

En fin, más que tratar de «venderte» la incomodidad, solo quiero decirte que nada anda mal contigo si por más que lo intentas no puedes avanzar en algún proyecto, ya sea impuesto desde fuera o desde ti mismo.

Es totalmente normal, pasa hasta en las mejores familias (ja) y hablar de ello (o sea, dejar de fingir que somos perfectos) ayuda, y mucho. No solo a quien lo dice, sino a quien lo escucha.

Como sociedad, tenemos que quitarle la capa de vergüenza que rodea a algo tan normal como postergar algo que no nos emociona hacer. No solo porque no ayuda, sino porque lo vuelve aún más difícil de lo que realmente es.

Y como esta entrada ya se hizo muy larga, aquí la voy a dejar.

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Espera la continuación de mi versión del 2015 en la siguiente entrada.

Si quisieras comentar algo sobre algún aspecto de mi año, te invito a que lo hagas con tacto y respeto (y a no dar consejos).

¡Gracias por leer!

P.D. En lo que esperas, te invito a darle «Me gusta» a la página de Facebook de Necesitas otra lengua, donde hablo de temas importantes que no son tan largos como para llenar una entrada de blog.

4 comentarios en “Dos mil quince en retrospectiva 1/3

  1. nass

    Fear, uncertainty and discomfort are your compasses toward growth.
    Genial, just do it es la contraseña de mi face lo recuerdo siempre 😀

    Saludos, que estes muy bien.

Vamos, di algo...