Algunos de mis amigos tienen muy buen nivel de inglés. Muchos de mis amigos no.
Con los primeros, siento que me puedo expresar mejor, que puedo ser más auténtica. El inglés ya es parte de mí y de mi manera de ver el mundo y de expresarme.
Hay impresiones que solo puedo expresar en esa lengua, pues son justamente esas expresiones que no tienen traducción las que, aparentemente, me sirven más para decir lo que yo quiero transmitir.
Con mis amigos que no tienen tan buen nivel de inglés, a veces me siento menos clara. Me tardo más en intentar traducir una expresión que explica exactamente lo que estoy sintiendo en determinado momento.
A veces incluso lo digo en inglés por prisa o porque pienso que quizá mi interlocutor conozca esa expresión, y muchas veces lo que recibo son gestos de a) desagrado, b) molestia, c) ofensa, d) duda, e) curiosidad, f) incomodidad o g) todas las anteriores.
No ha sido raro en mi vida que algunas personas me pidan que deje de decir palabras en inglés.
De hecho, yo misma me he sentido incómoda frente a otras personas de mi grupo de conocidos que se ponen a hablar en inglés de la nada, como para que el resto del grupo en el que están no les entiendan, o simplemente porque se sienten más cómodas al tener ese código en común. (O porque YOLO, en realidad no sé).
Y te estaría ocultando una gran parte de la historia si no te dijera que realmente me puede hacer sentir muy bien saber que tengo el nivel de inglés más alto de cierto grupo. (Lo cual no necesariamente significa que se los hago saber).
Hay muchos pero muchos matices emocionales que surgen cuando dentro de un grupo determinado (de amigos o de conocidos) las personas tienen diferentes niveles de una segunda lengua.
No es lo mismo empezar a hablar en inglés si estás en Canadá, porque muchas personas ahí son totalmente bilingües, a decir expresiones estadunidenses en tu discurso cotidiano si estás en la Ciudad de México.
A lo que quiero llegar es que el hecho de que nosotros hablemos un idioma que el resto de la gente que nos rodea no, o que ignoremos una lengua que nuestro alrededor conoce tiene repercusiones en las emociones.
Suelen surgir la envidia, la soberbia, los celos, el enojo, la tristeza, la vergüenza, la frustración, incluso el miedo.
No estamos aislados, somos parte de muchos grupos, y es importante que seamos conscientes de que la manera en la que decidimos hablar—ya sea en términos de nuestro sociolecto, de otras lenguas que hablemos, de si hablamos en un registro formal o informal, o de si decimos palabras altisonantes o no—tiene un efecto emocional en los demás.
Esto no quiere decir que debamos preocuparnos excesivamente por las emociones que puedan sentir los demás. (No nos corresponde). Debemos, ante todo, ser auténticos porque de la autenticidad nacen la empatía y la sensación de pertenencia.
Sin embargo, estas palabras son solo una invitación a ser consciente y observar, por un lado, que la manera en la que las personas hablan nos genera algo (¿Qué te sucede a ti cuando alguien habla «mal»? ¿Cuando alguien dice groserías? ¿Cuando alguien tiene un acento distinto al tuyo?) y, por el otro, saber que la manera en la que hablamos, indudablemente, le genera algo a las personas que nos rodean.
¿Por qué pasa esto?
Esto sucede porque, inconscientemente, todo el tiempo nos estamos comparando con los demás. A veces nos ponemos por encima de ellos, y a veces por debajo.
Y también sucede porque todo el tiempo estamos expuestos a «pistas» que nos recuerdan asuntos pendientes para nosotros: temas no resueltos, necesidades desatendidas, emociones no procesadas.
Si estamos enojados con nosotros mismos porque no hemos podido hablar inglés, en el momento en el que alguien cercano a nosotros (sobre todo si es alguien con quien nos identificamos en otros aspectos), se muestre muy-acá-muy-bilingüe, ese enojo va a surgir.
Y como en automático sentimos que la otra persona está presumiendo que tuvo dinero para irse a Inglaterra, le lanzamos el enojo a ella, en lugar de reconocer que es nuestro (porque eso duele).
Es muy común que suceda esto, y es totalmente aceptable. No significa que algo anda mal con nosotros.
A medida que nos demos cuenta de que el asunto central es la comparación que ejercemos, podremos recordarnos cosas como las siguientes:
Nadie es mejor ni peor que yo, todos somos esencialmente iguales.
El hecho de que ella hable x lengua no tiene nada que ver conmigo como persona.
Me sentí enojada cuando habló en inglés. Me pregunto qué me querrá decir esa molestia.
¿Quién dice que su camino es mejor que el mío? Solo son distintos.
Este es un tema delicado. Entiendo si en este momento te sientes incómodo. (Yo me sentí un poco incómoda al escribirlo, pero creo que es importante hablar de estas cosas).
Sobre todo porque, si comparamos nuestro nivel de inglés con las personas que nos rodean, significa que no es lo único que comparamos de nosotros con las personas que nos rodean.
Todos lo hacemos, es humano.
De lo que se trata es de ir comprendiéndonos mejor a nosotros mismos, poco a poco, y está muy bien que los idiomas que nos rodean nos ayuden a eso, ¿no crees?
¿Cómo te hace sentir esto? ¿Te habías dado cuenta de que esto sucedía?
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P.D. ¿Ya le diste Me gusta a la página de Facebook de NOL? (¡Es nueva!)
Así es lo mejor no es compararse, terminas amargando tu vida. Es importante conocer otro idioma y si es posible dominarlo pero que ese no sea motivo para mirar por encima a otros que no lo saben. Por ello, pienso que seas bilingue o no hay que comprenderse los unos y los otros. El idioma ayuda pero no es un requisito indispensable para lograr establecer un real diálogo con los demás sin prejuicios, ni discriminaciones.
Al igual que Georgina también me incómoda hablar de este tema pero es necesario.