Nota: Esta entrada fue escrita por una invitada*. Recuerda que tú también puedes ser publicado. ¡Que la disfrutes!
Nunca pensé que yo, una chica de Valencia (España) acostumbrada a vivir con sol y buen tiempo casi 365 días al año, acabaría viviendo por una temporada al este de Europa, donde el sol se ve poco y en contadas horas al día en los meses de invierno.
Pero así fue.
Tras concederme una Beca Erasmus Estudios (que es algo así como darle la oportunidad a los europeos de vivir en otro país del continente, y lo importante es la experiencia, lo de estudios es lo de menos) tuve que decidir cuál sería mi destino para los siguientes 9 meses.
Y mi decisión fue inmediata: Polonia.
¿Por qué Polonia?
Aunque el este de Europa es menos atractivo para el turismo, ya que su percepción dista mucho de la que se tiene de ciudades como Londres, París, Roma, en realidad tiene poco que envidiarles.
Primero de todo, teniendo en cuenta que iba a vivir gracias a la asignación mensual de los estamentos públicos que financian la beca (que en total eran unos 300 y pocos euros al mes), ni en sueños podía plantearme vivir en las anteriores ciudades citadas.
Por lo que la primera razón para mi elección fue económica: Polonia es buen destino para conseguir gran calidad de vida con poco dinero. Y aunque en un principio se basó meramente en lo económico, al llegar allí supe rápidamente lo acertado de mi decisión.
Segundo, Polonia forma parte de la historia, no solo de Europa, sino también de la historia mundial. Muchos sucesos de la Segunda Guerra Mundial tuvieron lugar allí, por lo que visitarla es obligatorio para cualquiera que quiera aprender más sobre ese trágico suceso del siglo XX.
Tercero, en ella puedes encontrar TODO lo que quieras. Si te apetece fiesta, tienes fiesta los 7 días de la semana; si te apetece relax, tiene parajes naturales espectaculares; si quieres playa, al norte puedes encontrarte con el Mar Báltico…
Además, su posición geográfica la hace perfecta para poder viajar de forma fácil (y siempre barata) por todo el continente.
Y allí que me fui.
Culturalmente
Culturalmente fue una experiencia única e irrepetible.
Aparte de lo que ya supone salir de tu casa para vivir sola a más de 3000 kilómetros de distancia, hacerlo en un destino tan distinto a lo que conoces.
Climáticamente, Polonia consiste en temperaturas extremas, con nieve cada día y sin sol, lo que ya supone un reto vivir allí sin perder la cabeza.
Además, la cultura del este de Europa presenta muchas diferencias frente a la cultura española o latina en general. Los polacos son gente muy distante, que va del trabajo a casa y de casa al trabajo, cosa que con los españoles no va mucho, pero que empiezas a entender cuando alcanzas los 17°C bajo cero; pero a ti te da igual, pues como buen español, sales a la calle a la menor oportunidad.
Aprendes a convivir con gente de toda Europa (ingleses, turcos, rumanos…) lo que da pie a un intercambio cultural continuo: aprendes de ellos, aprendes palabras en sus idiomas (palabrotas principalmente, claro está) y por unos meses esa gente que probablemente no vas a volver a ver en tu vida se convierte en imprescindible en tu día a día, se convierte en tu familia polaca.
Inmersión lingüística diferente
Un nuevo reto se plantea (aparte de la distancia, el tiempo, los polacos…) con el idioma.
En una ciudad pequeña como lo fue mi destino, únicamente encontrabas gente que hablara inglés en la universidad. El resto solo se comunicaba en polaco. Y aunque intentaban hacerse entender en esa lengua, era imposible conseguir una comunicación eficaz.
Y es que el polaco es uno de los idiomas más difíciles de aprender para los hispanohablantes, debido principalmente a su vocabulario y fonética, tan distintos a los nuestros.
Así que con tu escaso nivel de inglés con el que aterrizas pretenden que entiendas el polaco… Cosa difícil.
Pero poco a poco vas aprendiendo. Primero te suena raro. Después, con el curso de polaco básico que te ofrece la universidad, empiezas a saber algunas palabras de uso diario, que en un principio solo te sirve para entender palabras sueltas en cualquier conversación entre polacos en el autobús, pero que después utilizas para dar los buenos días, las gracias o pedir dos cervezas en un bar (esperando que el interlocutor no siga con la conversación porque ahí estás perdido).
Inmersión lingüística en inglés
Llegas a Polonia con un nivel B1 de inglés (que en Europa corresponde a un nivel intermedio) que te sirve para el día a día (solo con la gente vinculada a la universidad) pero poco más.
Pues con ese nivel te metes en una clase de Business and Administration impartida completamente en inglés. Al principio se te hace imposible. Como si te hablaran polaco.
Pero poco a poco empiezas a perderle el miedo a hablar, empiezas a entender lo que te dicen casi como si te lo dijeran en tu propia lengua, empiezas a tener clases particulares con profesores a los que entiendes y a los que te haces entender. Y eso te da seguridad.
Saber idiomas te proporciona, bajo mi punto de vista, libertad, independencia, saber que puedes hacerte entender a cualquier persona en cualquier lugar del mundo.
Lo que más me ayudó a perder el miedo a hablar inglés, y de esta manera mejorar en este idioma, fue la interacción directa con profesores que dominaban a la perfección el idioma (muchos de ellos nativos ingleses que habían emigrado a Polonia), de forma particular y acorde a mi nivel.
Había intentado estudiar inglés antes, en España, mediante academias con clases en grupos, que no me ayudaron en casi nada, ya que no se adaptaban a mis necesidades. Por eso considero que las clases `OnetoOne´ con nativos son la mejor manera de avanzar en un idioma.
Porque lo más importante en un idioma es que sirva para comunicarse. No sirve de nada aprender de forma monótona y repetitiva la gramática o vocabulario de un idioma si luego no eres capaz de usarla en un contexto de vida real.
Y esto me aportó a mi la experiencia de estudiar en inglés. Aunque volví con el mismo nivel oficial B1, encontré la manera de poder expresarme de forma eficiente y real en ese idioma.
Por lo que vuelves a casa, nueve meses después, con algunos kilos de menos, extrañando la comida de tu madre, pero con la maleta llena de experiencias inolvidables, con un nivel de inglés muy superior al que te fuiste y, ¿por qué no decirlo?, con una base de polaco.
*Marta Almenar, licenciada en Business and Administration. He descubierto hace poco el mundo blogger y me ha fascinado poder compartir ideas y experiencias con gente de todo el mundo estando delante del ordenador. Me gusta la multiculturalidad y el estudio de idiomas me parece la mejor manera de llevarla a cabo, ya que saber idiomas te permite conocer multitud de gente y culturas.
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Foto de Varsovia, la capital de Polonia, de Ewelina
Nunca sabes donde te va a llevar la vida. Yo soy de Playa de Aro (Girona) y vivo en Barcelona. Me fui al frío y gris Milán 10 meses de Erasmus y regrese con las historias más memorables de mi vida así que ya ves! Nunca he estado en Polonia y desde luego después de leer esto no podría tener más ganas! Gracias por contar tu historia! Un abrazo desde Barcelona. Seguiré tus pasos! 🙂
Gracias por compartirlo!
Muchas gracias por compartir tu experiencia en Polonia, y tienes toda la razón con respecto a que es muy importante usar el idioma en la vida real ya que ahí es donde uno se da cuenta si verdaderamente uno sabe expresarse, y por último quisiera hacerte una pregunta ya que mi nombre es Juan Carlos Ruda Tiga, vivo en Bogotá, Colombia…quizás escuchaste algo sobre Ruda Slaska? ya que he intentado saber cual es el origen de mi primer apellido y lo único que he encontrado es sobre ésta ciudad en Polonia.Muchas gracias.