La historia de mi último proyecto

Desde diciembre del año pasado, he estado trabajando en un nuevo proyecto.

Un día se me ocurrió la idea, y empecé a escribir en torno a ella con el fin de expandirla, lo cual no me intrigó ni me sorprendió demasiado porque a lo largo de los últimos años he escrito el inicio de unos 23.84 proyectos que pierden mi interés después de unos días.

Sin embargo, esta vez fue diferente y el proyecto tomó vida propia.

Fui testigo de cómo iba encontrando tiempo para refinar las ideas que contenía, y aunque a veces me encontraba con obstáculos, contratiempos y voces críticas dentro de mi cabeza, seguía adelante, encontrándolo no solo interesante sino divertido y hasta emocionante.

Esto era inaudito.

Entonces seguí y seguí y seguí, llevando al proyecto hasta donde quería crecer, desarrollándolo hasta la forma que terminó por tomar, y escuchándolo cuando me decía que todavía no estaba listo para salir a la luz y cuando sí lo estuvo.

Muchas de las cosas que las voces críticas de mi cabeza decían iban (y van) más o menos así:

–¿Quieres hacer un proyecto así aunque este año vas a tener mucho menos tiempo del que has tenido en años anteriores?

Sí. Hay tiempo. Siempre hay tiempo.

–¿Estás segura de que no te preocupa lo que la gente va a pensar de ti? Es decir, tú escribes sobre idiomas, no sobre… eso.

Claro que me importa, pero no me siento con la autoridad moral de impedirle a este proyecto que nazca (pues, por lo visto, tiene vida propia).

–¿Y si es un rotundo fracaso y todo el mundo lo ignora y te pierden el respeto que, pensándolo bien, en primer lugar probablemente ni siquiera tienes?

Sería muy doloroso, pero 1) ya he pasado por eso y 2) siempre puedo verlo como un experimento que no funcionó, no como El Fracaso del Siglo. Además, no puedo controlar lo que la gente opine de mí. Lo he intentado, no funciona. 

Ese tipo de cosas.

Así, aunque mi primer instinto es de esconder lo que creé y dejar que mi vida siga como antes, sería absurdo porque, en primer lugar, no lo hice para mí, sino que su objetivo final es ser algo útil para la gente y, en segundo lugar, porque ponderar la posibilidad de no sacarlo a luz se siente como una traición nada insignificante.

Por lo tanto, he aquí el botón de mi nuevo proyecto:

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Mientras tú ves esa página yo voy a estar leyendo a Liz Gilbert y fingiendo que nunca me ha importado la opinión de otras personas 🙂

Y, dicho sea de paso, espero que puedas participar.

Va a estar genial.