Llevo todo el mes sin escribir aquí.
Un par de historias dignas de contarse en este blog se están gestando, pero todavía son muy bebés como para que las saque a la luz.
Sin embargo, pensé que sería buena idea dar señales de vida y saludar durante la ausencia creada por mi aparentemente necesario silencio.
Apertura
No siempre me resulta fácil escribir aquí.
A veces, cuando pasa una semana sin que publique, suele ser porque:
a) estoy dejando que una entrada «madure» para que la distancia me ayude a ver si es tan horrible como creo o si está bien que sea leída,
b) empecé a escribir algo que al final no me gustó en lo absoluto, y como esa era La Idea de la Semana, me quedo sin idea para esa semana,
c) los días pasan mucho más rápido de lo que consideraba al inicio de la semana, se hace sábado y entonces prefiero publicar algo el lunes o martes siguiente.
Cosas así.
Pero cuando dejo que pasen dos semanas o más, normalmente es porque sucede algo que ocasiona que me vuelque (aún más) hacia dentro y que me hace desear vivir cerca de un lago para irme a pensar o a escribir para mí junto al agua y sobre el pasto. O algo así.
Esto me sucede cuando una parte de mi identidad o de mi forma de ver el mundo comienza a cambiar mucho o muy rápido, y tengo tanta información nueva que no me da tiempo de consolidar nada como para que sea escrito, sino que voy digiriendo, entendiendo, etcétera, en un estado como… meditativo.
¿Te ha pasado algo así?
Estoy en una etapa de mi vida en la que me estoy enfrentando a muchos cambios externos que conllevan muchas [cosas] internas; estoy—cómo me molesta esa frase—«cerrando ciclos» y, sobre todo, comenzando a dejar atrás algo que se podría denominar «vida provisional«.
Es lo más difícil que he hecho en mucho, mucho tiempo, y está patrocinado, en parte, por… los trámites de mi tesis.
No me voy a quejar (demasiado) pero, para mí, hacer trámites es mucho más difícil que {investigar + escribir + editar + dar a leer mi tesis}.
Ok, ¿a quién engaño? me encanta investigar, escribir, editar y que me lean (cof cof, blog). ¿Pero llevar papeles (altamente valiosos) de un lado a otro, recolectando firmas y sellos? No, por favor. Nooo.
Creo que, aunque me queje, también puedo encontrar algo que disfrutable en todo esto. Me gusta imaginarme que cuando pasen muchos meses o años me voy a sorprender mucho de la cantidad impresionante de fortaleza y recursos que reuní para cumplir con todos esos trámites, y todo esto me va a dar risa.
En fin.
Lo anterior es para decirte, queridísimo lector, que sigo viva (hola), que quizá siga sin escribir sobre los temas del blog durante otro rato, pero que hay un par de posts programados (yay!):
Está en el horno la nueva Reseña de Genaro.
Y a finales de este agosto sigue la serie de entradas sobre mi 2014 en retrospectiva (en la que te cuento todo lo que pasó desde mayo hasta agosto).
Mientras eso sucede, te dejo con unos videos en cuyo contenido no puedo dejar de pensar (entre más los veo, más cosas me dicen):
Te recomiendo que veas al menos uno si tienes un momento.
Dicho lo anterior,
seguiré en mi proceso extraño de digestión e introspección, del cual—estoy segura—saldrán muchas entradas buenas para NOL en un futuro nada lejano.
Gracias por leer, y hasta pronto.
❤
Palabras de ánimo y comprensión, en los comentarios.
Querida Georgina:
Aunque leo casi todas las entradas de tu blog, nunca comento porque generalmente entro aquí de noche, entre una actividad y otra. Te voy a contar un poco más de este hábito porque creo que se relaciona con lo que dices arriba. Cuando estoy trabajando de noche, y llevo algunas horas de leer y hacer notas, suele entrarme un sentimiento como de angustia, se siente como si estuviera muy sola, como si realmente no estuviera escribiendo para nadie. En ese momento es cuando empiezo el recorrido por los ensayos (en blogs, periódicos, revistas) que frecuento, leerlos me da renovadas fuerzas para continuar en lo que estaba, recupero el sentido vital de lo que hago. Recuerdo que no estoy sola, que escribo desde una comunidad muy nutrida de personas que buscan compartir la experiencia que les deja el contacto frecuente y amoroso con la lengua (ya sea como escritores, como críticos, teóricos, docentes, profesores, lingüistas, y todas las combinaciones posibles). Por eso me gusta regresar a tu blog en especial, el tono amable y generoso de tus ensayos me agrada, me acompaña.
En esta publicación específica creo que estás sintiendo una angustia similar, sólo que esta es de esas que da cuando uno se siente incapaz ante el muro gigantesco de la burocracia institucional (desafortunadamente casi todas las instituciones funcionan así: la academia, el estado, hacienda, etcétera). Lo que quiero decirte es que no estás sola, yo también sufrí mucho con los trámites de titulación porque me sentía muy impotente y vulnerable ante un sistema que aún no termino de entender. Pensaba en lo absurdo que sería perder un papel y atrasar mi salida de la universidad, después de todo lo que me había costado decidirme a «cerrar ese ciclo» (a mí también me parece un poco absurda esa idea de cerrar el ciclo, pero ya sabes a lo que me refiero). Cuando yo inicié los trámites de titulación estaba en un momento difícil de mi vida, me había alejado de mucha gente a la que quería y, luego me di cuenta, también estaba asustada por lo que vendría después, mi vida estaba cambiando por todos lados, lo que antes me sostenía se estaba transformando, y a mí me daban unas ganas enormes de regresar un poco en el tiempo y disfrutar de nuevo lo anterior, o de adelantarme unos meses y ver cómo iba a estar la cosa después. En fin, no quiero usar este comentario de diván, pero sí quiero decirte que te entiendo y que, al leerte y revivir aquella experiencia, sentí como si no hubiera estado tan sola, como si Nayeli del pasado y Georgina del presente pudieran darse ánimo una a la otra. Es una idea algo cursi pero son casi las 2 de la mañana y realmente hubiera deseado que alguien me dijera que no era absurda, ni débil, ni tonta (no sé si tú sientas que eres alguna de esas cosas, pero a mí ese es el efecto que me causaba el trámite), que era suficientemente fuerte para terminar con esos todo eso y que el futuro iba a estar buenísimo. Ya falta poco, Georgina, verás que todo fluye. La única recomendación que puedo hacerte es que lo escanees todo y lo guardes en una nube (dropbox o google drive son de mis favoritas), también que dejes una fotocopia extra en casa de todos los papeles. Al menos eso disminuirá un poco el temor de perderlos o facilitaría, en el peor de los casos, el trámite de volverlos a conseguir. También te recomiendo que te saques las fotos para el título y la cédula cuanto antes, que pidas presuuestos de impresión de tesis y que, por sobre todas las cosas, intentes tener paciencia.
Te mando un abrazo, Nayeli
PS: Aquí una escena que me relaja mucho: ante la montaña interminable de trabajo por hacer, Wall-e mantiene su amor por el arte (canta y baila de manera adorable, ¿no te parece?) y eso, mantener eso, le permite enamorarse de Eve después (sí Disney muchas veces apesta, pero así editado y comentado, pasado por experiencia, puede ser reconfortante). Acá va, pues: http://youtu.be/EIfD2g9QOTo
Querida Nayeli:
Muchas gracias por tu sincero comentario, que me cayó como anillo al dedo. Me encantan tus consejos, lo haré!
Yo también me siento absurda, débil y tonta en cierto sentido, pero leer de ti que es más normal de lo que ya me sospechaba es un gran, gran alivio.
Sentir esa soledad de la que hablas es una de las cosas mas difíciles de hacer una tesis… Nadie habla de sus temores, todos nos intentan mostrar el lado fuerte, pudiente, exitoso, y nosotros nos vemos tentados a hacer lo mismo, mientras una parte de nosotros está, literalmente, muriendo por dentro.
Te agradezco mucho de nuevo que hayas compartido eso conmigo, no tienes idea de cuánto bien me hizo.
Un abrazo para ti también 🙂