Tus fracasos con las lenguas no son tu culpa. He aquí por qué.

Tal parece que no somos inmunes a sentir que alguno de nuestros intentos por aprender otra lengua ha sido un fracaso.

Cuando esto sucede, automáticamente nos vemos obligados a justificarlo, lo que no sería tan grave si no fuera porque casi siempre nos echamos la culpa de cosas de las que somos totalmente inocentes.

Decimos cosas como:

«Es que soy muy flojo»

«No tengo talento»

«No fui lo suficientemente valiente»

«En realidad no me interesaba tanto».

«He de tener algún problema o algo malo porque mis compañeros sí pueden y yo no».

Como no te conozco, no sé qué tan cierto sea esto para ti, pero lo que sí sé es que muchas veces decimos eso porque no tenemos un concepto fundamental en mente:

A veces las cosas están mal diseñadas

Si un aparato es demasiado difícil de usar o tiene un montón de características que nadie aprovecha; si tienes que tener un entrenamiento avanzado para poderlo usar y casi nadie entiende para qué sirven esos botones, entonces no es tu culpa que cuando te enfrentes a él te frustres, te enojes o te distraigas con lo que sea en el momento en el que te dispones a aprenderlo a usar.

Es culpa del aparato. Bueno, de las personas que lo diseñaron.

Lo mismo pasa con muchas cosas:

En ocasiones, le pedimos algo a una persona y no lo hace o hace algo totalmente distinto, y cuando le reclamamos nos dice «Wow, no había entendido que eso era lo que querías». Quizá lo que dijimos estaba mal diseñado y no fue lo suficientemente claro.

Por su parte, intentar navegar en una página de Internet mal diseñada es lo más frustrante que hay (las dependencias de gobierno de mi país son expertas en páginas mal distribuidas y mal concebidas).

Todo esto está mal diseñado por varias razones.

La primera: es extremadamente difícil recordar cómo veíamos algo cuando no teníamos cierto conocimiento, es decir, se nos olvida qué se siente no saber algo que ya sabemos.

La segunda: ignoramos el concepto de «mal diseño» y «buen diseño» y damos por hecho que  si [el visitante de una página / el usuario de un aparato / el receptor de nuestro mensaje] está realmente interesado en recibir un beneficio del [artefacto] va a luchar por aprender a usarlo y entenderlo.

La tercera: algunos [artefactos] no corren pruebas de usuarios, esto es, no le piden a la gente que los use para ver por qué se traban, o dónde se frustran. Y, por lo tanto, no estamos en busca de qué se puede mejorar, por lo que no lo mejoramos.

Seguramente a estas alturas del texto ya te diste cuenta de a qué voy con todo esto:

No eres tú, es tu método mal diseñado

Hay varios escenarios:

1. El método está mal diseñado en general. El libro con el que estás aprendiendo otro idioma es del año del caldo, antes de que hubiera métodos «avalados» por la investigación lingüística en adquisición de segundas lenguas.

2. El método está mal diseñado para ti. Puede ser que tú seas una persona muy visual, y que tu curso tenga mucho énfasis en hablar y escuchar, sin escribir ni leer, por ejemplo.

3. Era un momento inadecuado. Quizá la etapa de tu vida en la que estabas intentando aprender otra lengua estaba «mal diseñado» para apoyar tu empresa. Tal vez estabas pasando mucho estrés por alguna(s) persona(s) indeseable(s), o era cuando tenías tres trabajos.

4. No tenías suficiente claridad. Puede ser que tu motivación haya estado mal diseñada en el sentido de que no tenías ni idea de en qué te estabas metiendo. Quizá pensaste que aprender idiomas era lo más fácil del mundo (no lo es), o tal vez no tenías claro por qué o para qué querías hacerlo.

Qué hacer al respecto

Si te reconociste en las líneas anteriores, puedes darle varios remedios.

1. En el caso de que hayas identificado que el método con el que estás aprendiendo esté mal diseñado en general, puedes cambiarlo. Si son clases, busca otro maestro u otra academia, y si es un libro, busca en Internet otras herramientas de aprendizaje.

2. Pon atención en lo que haces y en la manera en la que aprendes para saber qué es lo que tu cerebro prefiere:

¿Aprendes mejor leyendo o escuchando? ¿Te gusta más ponerte un reto muy difícil e irlo desentrañando, o prefieres ir paso a pasito? Todo eso hará que poco a poco vayas recolectando un conjunto de materiales que se adaptan a la manera exacta en la que aprendes mejor.

Por ejemplo: a mí me aburre ver videos en los que sólo aparecen personas hablando, pero he descubierto que si le pongo subtítulos (aunque sean en el mismo idioma) y/o tomo notas, no sólo me entretengo más, sino que se me graba mejor el contenido.

3. En el caso de que hayas descubierto que este momento es inadecuado para aprender otro idioma, piensa en soluciones:

¿De qué te puedes deshacer para que deje de ser un momento inadecuado? (¿tienes suficientes ahorros como para renunciar a uno de tus tres trabajos? ¿Puedes terminar alguna de tus relaciones desgastantes?).

O bien, si eso no es posible y lo mejor es dejar tu aprendizaje para otro momento, mete todo lo que estabas usando en una caja y escribe en qué te quedaste, junto con instrucciones precisas para retomarlo en cualquier momento. (Como una cápsula del tiempo 😮 ).

4. Y si tus motivaciones no son lo suficientemente claras, puedes hacer que sean claras ahora mismo:

¿Por qué quieres aprender otro idioma? Responder esta pregunta (con muchas respuestas) y tenerlo claro a lo largo del viaje es mucho más importante de lo que se cree a simple vista.

Asimismo, ir aprendiendo sobre la marcha (y gracias a este blog, yes?) cómo funciona el proceso de adquisición de una lengua, y todo lo que implica, hace que nos tome menos por sorpresa todo aquello que podría salir mal:

¿Que va a ser frustrante? Claro. Pero no lo será siempre.

¿Que vas a sentir que no avanzas durante mucho tiempo? Cierto. Pero de un día para otro ¡BAM! tu progreso va a dar un salto y todo el esfuerzo habrá valido la pena.

5. Sobre todo, deja de culparte a ti mismo:

El 98.976% de las veces no eres tú, es algo mal diseñado.

___

¡No sé de quién es la imagen! Pero está basada en la portada del libro The Design of Everyday Things de Donald Norman, de donde saqué la idea para esta entrada. 

6 comentarios en “Tus fracasos con las lenguas no son tu culpa. He aquí por qué.

  1. Leonardo

    Hola,

    Muchas gracias por tomar el tiempo de describir lo que muchos de nosotros no llegamos a nombrar. Es cierto que hay veces que no pensamos en alternativas o alterar algo ya formado por algún conocedor mejor que nosotros. Siempre había crecido con la idea de que el maestro tiene la palabra. Yo estudie el francés por muchos años y fracase mucho en aprender porque me daba tantisima pena practicar y hablar. No me gusta ser corregido. Me hacia sentir mal que la mayor parte de mis compañeros siempre avanzaban tanto mas que yo. Ahora con el internet entro en sitios de web para practicar y tras la pantalla ya no soy tan tímido. Aunque ya no tome cursos, al poner en practica y chatear con otros usuarios extranjeros en el sitio de Swapasap.com eh progresado muchisimo. Creo que es importante saber que es lo que trabaja para uno. Cuando no es un maestro que te esta calificando y dando intimides a cada rato es mejor llevarsela tranquilo y de manera divertida.

    1. Georgina

      Cierto, Leonardo. Muchas veces los maestros van pasando métodos mal diseñados sin cuestionarlos… Ellos también son víctimas de que no tengamos claro este concepto de lo «bien diseñado» vs. lo «mal diseñado». Gracias por compartir tu historia 🙂

  2. Alessandro Ugarte

    Gracias ahora tendre mas motivación, uso el mismo metodo que te enseñan en una academia para aprender otro idioma, lo mismo lo hago con el Japones, solo que no sera lo mismo hasta dicho tiempo de lenguaje básico.

Vamos, di algo...

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