¿Alguna vez te has visto tentado a dejar de lado el aprendizaje de la lengua que estás estudiando?
Si eres humano, seguramente te ha pasado.
En ocasiones es difícil saber qué tan bueno va a resultar a largo plazo que desertemos o nos quedemos porque cualquiera de las dos opciones puede salir peor.
En esta entrada comparto contigo algunos puntos a considerar antes de abandonar una lengua. Podría ser que le estés echando la culpa a un inocente idioma en vez de a lo que es responsable. Hay decenas de factores que ni siquiera se nos habían ocurrido.
Los detectives detectan
Cuando dos eventos suceden al mismo tiempo más de una vez, ambos se asocian. De esa forma, cuando ves que sucede uno, automáticamente piensas en el otro.
Todo el tiempo se están creando asociaciones, pero no somos conscientes de ellas. Sin embargo, modifican la forma en la que nos sentimos con respecto a las actividades que realizamos en el día con día.
Esto me quedó muy claro en mis clases de árabe porque llegó un momento en el que estaba a punto de convencerme de que yo nunca debí haber intentado aprender esa lengua tan lejana. Pero me puse en mi papel de detective y comencé a poner atención para juntar pistas y saber si lo que quería abandonar era la lengua en sí o, más bien, otro tipo de factores.
Durante una de las clases me tomé la libertad de distraerme un poco y observar desde fuera todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor y en mi cabeza.
Esto fue lo que descubrí:
1. Mi salón olía mal. (No, no era yo, lo juro 😛 )
2. A la hora de las clases tenía hambre y/o mi estómago estaba digiriendo. Y me daba calor. Y después, cuando prendían el aire acondicionado, me daba frío.
3. Descubrí que a veces no me aprendía ciertas palabras o no entendía algunos temas porque me la pasaba haciendo una lista mental de las fallas que, según yo, tiene el método con el que me estaban enseñando o me ponía a fantasear cómo mejoraría yo una clase de árabe nivel uno.
4. El libro de texto me parecía francamente feo y cuando me daba cuenta, me hallaba a mí misma haciendo dibujos en él. Por lo que, entonces, me ponía a pensar en cómo nunca he sido buena dibujando y en Richard Feynman, que aprendió a dibujar tan bien que vendió sus obras a muy buen precio, pero que yo no soy él y que, de hecho, he decidido mejorar mis habilidades lingüísticas en vez de las artísticas y me pregunto qué sería de mi si…
5. Por los puntos anteriores, mi actitud frente a la adquisición de esa lengua se había vuelto todo menos óptima y me daba flojera hacer algunos ejercicios que me harían tener dudas que me harían llenar huecos con respuestas que me harían avanzar.
Entre mil y un cosas que siempre habían estado ahí pero a las que no les había puesto atención por estar intentando concentrarme en aprender.
¡Y yo que pensaba que lo que no me hacía sentir bien era la dificultad de la lengua!
En realidad, lo que me producía esas ganas de regresar a la vida cómoda que tenía antes de enfrentarme a la frustración de que el árabe no tenga verbo «ser» o «estar», eran las asociaciones que se habían creado en mi mente.
Pensaba «aprender árabe» y lo asociaba, sin notarlo, con un olor desagradable en un lugar en el que hacía calor (y frío), con un método totalmente capaz de ser mejorado, con un libro carente de belleza y con la sensación de hambre o de estar digiriendo galletas.
Gracias a esos cabos que até por hacerle de detective unos días, tomé cartas en el asunto:
-Cambié mi actitud. Decidí que, aunque había cosas que no me gustaban, ya estaba ahí, y dependía de mí sacarle provecho y convertirlo en una buena experiencia.
-Recordé que yo no iba a la academia de lenguas a experimentar el paraíso en la tierra o algo parecido, sino a aprender lo necesario para poder seguir aprendiendo el idioma por mi cuenta.
-Volví a leer mi lista de razones para aprender árabe y reuní todas mis motivaciones, todo aquello para lo que quería esa lengua en mi cabeza, y los beneficios que me otorgaría y ya me está otorgando.
Y pronto esas asociaciones, que se habían formado sin mi permiso, empezaron a verterse en cosas buenas:
«Aprender árabe» = Vencer obstáculos. Seguir a pesar de la incomodidad. Tener una buena actitud. Poner atención en lo que hago porque es donde estoy en ese momento. Conocer un poco más de mí misma. Etcétera.
En mi caso, las clases siguieron siendo las mismas, pero como seguramente has deducido, cuando estás consciente de lo que te impide disfrutar el aprendizaje de tu lengua, puedes cambiarlo. Y si no puedes porque no depende de ti, al menos tienes la capacidad de cambiar aquello con lo que lo asocias.
Sé como un detective, encuentra pistas, modifica lo que se tenga que modificar y abandona la lengua sólo si es justamente ella, y no cualquier otra cosa asociada con ella lo que te está molestando más que ayudando.
Hay lenguas así, con las que no hacemos clic, con las que no nos sentimos como en casa y con las que se empieza a arruinar nuestra pasión por los idiomas.
Pero hay tantos y tantos factores que se nos escapan, que vale la pena ver la situación bajo la lupa.
Quizá lo que requerimos es vernos desde fuera, no dejar fuera a una lengua.
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Lee más:
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Salir de tu cabeza para aprender mejor
No necesitas sentirte bien
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Foto de Steve James
Gran historia, ya que nos sirve de ejemplo de motivacion, para no abandonar, lo que empezamos, asi no nos guste, y mas un idioma tan complicado como el árabe…saludos
Gracias y saludos
hola.
en verdad me parece muy interesante este articulo, porque esta realidad es muy comun entre muchos estudiantes de idiomas.
yo he conocido muchas personas que han estudiado el idioma ingles y lo abandonan por alguna razon. aunque creo que la principal razon es de no conseguir los resultados esperados. hay otras personas que lo abandonan por lo harto y aburridor de estudiar gramatica. estudiar gramatica es la parte mas aburrida del aprendizaje, pero una vez superado este obstaculo,estudiar un idioma se vuelve agradable. bueno, esa es mi opinion por mi experiencia personal.
me sorprendi y quede petrificado de lo que dijiste de de que el arabe no tiene el verbo ser o estar, ya que me imagino esa pesadilla de tratar entender otras formas diferentes de «ser o estar». afortunadamente nunca me voy a castigar estudiando arabe musulman.
adios.
Gracias, Hernando.
Hola Georgina ! gracias por compartir tus experiencias, interesante como siempre, nos motiva… a seguir esforzándonos…. , saludos!!
Gracias, Eric! Saludos