A todos nos gustaría que las cosas buenas de la vida se consolidaran rápidamente porque no nos gusta sentir que los resultados tardan en llegar. Sin embargo, hay que ser paciente. Hasta con las lenguas.
En esta entrada hablo de cómo a veces esperar es, fue o será bueno (aunque a simple vista haya podido parecer tiempo perdido).
1. Lenguas con fósiles
Si aprendiste una lengua hasta un nivel más o menos intermedio y después dejaste de estudiarla durante mucho tiempo, entonces seguramente vas por la vida produciendo errores fosilizados, es decir, frases o palabras que a un nativohablante le suenan incorrectas, pero que como son suficientes para darte a entender, careces de la motivación para corregirlas.
A pesar de que este término suena muy trágico (después de todo, un fósil de trilobite de la era paleozoica no revive, ¿cierto?), en realidad tiene solución: Con sólo volver a exponerte a la lengua, decidir que vas a volverla a estudiar y poner manos a la obra, la habrás sacado de su estado de inmovilidad para subir de nivel.
Incluso si el idioma en general ya se te estaba empezando a olvidar, cuando regreses a su aprendizaje, tu cerebro dirá: «¡Ah, claro!» y seguirá aprendiendo casi como si nada. Sólo deja que suceda.
2. Lenguas que maduran
Si llevas varios años expuesto a una lengua, te darás cuenta de que a medida que pasa el tiempo, todo comienza a tener más sentido.
Cuando aprendí francés, no entendía muy bien el pronombre «en » , como en J’en veux o Il n’y en a pas. Me rompía la cabeza tratando de comprenderlo y sufría. Lo dejé de lado y seguí leyendo-escuchando-pensando-hablando en francés, muy felizmente.
Meses después, sin haberme esforzado en demasía, me sorprendí a mí misma usando CORRECTAMENTE ese pronombre al hablar. Lo adquirí de una vez por todas y para siempre porque nunca abandoné el proceso de adquisición. El tiempo y la exposición continua le ayudaron a mi cerebro a comprenderlo todo, incluso sin mi «autorización».
A partir de ese momento, lo que no podía entender era por qué no lo comprendía antes.
Moraleja: si hay alguna construcción que hace que te duela la cabeza, déjala ser, ignórala y sigue haciendo lo que te gusta en esa lengua. Ya cuajará.
3. Lenguas que calientan
Todavía hay personas que en cuanto se suben al auto y lo prenden, esperan a que el motor se dé cuenta de lo que van a necesitar. En unos minutos toma suficiente calor y funciona a la perfección. Lo mismo pasa con los músculos antes de hacer ejercicio. Hay que calentar.
Con las lenguas es igual para algunos contextos.
Una vez me presentaron a un alemán. En cuanto le contaron que yo hablaba su lengua (que, por cierto, llevaba varios meses sin utilizar), sacó su lado germano y me dijo algo a lo que yo tenía que haber respondido: «Gracias«. Creo que decepcioné a quien quería presumir mi conocimiento del alemán porque, en ese momento, mi cerebro estaba frío y no pude acordarme del extremadamente común «Danke» sino hasta varios vergonzosos segundos después.
Deja que la lengua que vas a necesitar «caliente». Ya sea al hablar o al escribir, usa la lengua un rato antes de tu examen, entrevista, encuentro o reunión políglota para que todo venga a tu mente con más facilidad. Hablar contigo mismo siempre funciona para esto.
Lo mismo pasa cuando escuchas o lees: al principio de ciertos textos o «audios» no entiendes casi nada, pero si tienes un poco (o un mucho) de paciencia, las cosas comienzan a ser claras.
Seguramente te ha pasado cuando oyes otro acento de una lengua conocida: debes esperar cierto tiempo para identificar satisfactoriamente lo que se dice. (A mí me ocurre hasta con el español, cuando la persona con la que hablo es de Argentina o de Uruguay, por ejemplo).
4. Palabras y frases en stand-by
Estás escribiendo en otra lengua, muy quitado de la pena, y de pronto quieres poner una palabra cuya traducción no conoces. Como no tienes un diccionario a la mano, dejas una línea (y un signo de interrogación) y sigues anotando las demás ideas de tu texto.
Pasan uno o dos días. Se te cruza un artículo en esa lengua sobre los trilobites de la era paleozoica y ¡bam!, aparece la palabra para la que dejaste la línea, a pesar de que nunca averiguaste su traducción. Tu cerebro la estuvo buscando todo el tiempo, como en segundo plano, para identificarla cuando te la encontraras. Así de mágico es.
Lo más bonito de este punto es que, como te sorprende sobremanera el hecho de hallarla e identificarla, se te graba muy bien en la memoria. Por eso es importante que te sigas exponiendo al idioma que te interesa, aunque en ciertos momentos parezca frustrante y que no está sirviendo de nada.
Ten paciencia, confía en tu cerebro y nunca dejes de exponerte a la lengua, ni mucho menos a las oportunidades para practicarla.
¿En qué otras situaciones es bueno ser paciente con las lenguas?
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Foto de cobalt123. (Ya sé que no la imagen de tres trilobites, pero ¿a poco no está bien bonita?)
aay yo llevo 5 meses en Francia y aún me cuesta mucho trabajo comunicarme… siento que se acaba mi paciencia jaja. Gracias Geo, esta bueno tu blog
Gracias, Ana Paula :). No dejes que se te acabe la paciencia. Visto de una forma, 5 meses es bastante, pero visto de otra, en realidad es muy poco como para ser experta en francés de la región de Francia en la que estás. Saludos!
¡Muchas gracias por tu blog! porque más que un blog para aprender idiomas es un lugar donde he aprendido mucho de la vida. Tal vez no sea este el lugar más apropiado para decirlo pero gracias a tus escritos me lograste sacar de una depresión y verle de nuevo el lado lindo a la vida.
Me hago miembro oficial de tu club de fans.
Un abrazo, espero poder leerte mucho tiempo más.
Fernando.
Hola Fernando! Muchas gracias por tu comentario, eres muy amable y me haces sonreír 😀 Me da mucho gusto que te haya ayudado. Muchos saludos y gracias de nuevo.
tambien necesitas paciencia cuando lees y te enfrentas con muchas palabras nuevas …
Sí, una o dos palabras nuevas, no afectan, pero cuando ya son muchas, uff.. Gracias 🙂