Así que empezaste a aprender una lengua y de repente (sin saber por qué) te atoraste. Tu motivación se esfumó y ya ni te acuerdas para qué querías hablar X lengua. ¿Te ha pasado? ¿Te atoraste?
Suele suceder
No eres el único al que le pasa. ¡Y tiene solución! Antes de dártela, te explicaré por qué nos atascamos cuando queremos hacer algo que lleva varios meses de esfuerzo continuo.
El problema es que la motivación también debe ser continua, y normalmente nos la administramos una vez cada… mucho tiempo.
Vlad Dolezal, uno de mis bloggers favoritos, propone algo para que el entusiasmo dure y puedas lograr lo que quieres (en este caso, seguir avanzando en la lengua que abandonaste o estás por abandonar):
- Entusiasmo respaldado por la curiosidad y por un deseo ardiente de lograrlo: si te pones a «estudiar» y sigues buscando la infinita lista de cosas que podrían gustarte acerca de la cultura del país o países en que la lengua es hablada y te interesas genuinamente por entender cómo piensan y viven esas personas, tu entusiasmo no se irá tan fácilmente.Me refiero a necesitar conocer lo más que se pueda.También hablo de ver la lengua como un enigma que se resuelve conforme la vas adquiriendo. Si has llegado a niveles avanzados, tal vez ya hayas sentido esto. «¿Cómo se dice tal cosa en X lengua?» Dale la bienvenida a tu curiosidad. A medida que decides no ignorar las flechas de neón que parecen tener algunos conceptos con que te cruzas por la vida, esa curiosidad te lleva por mejores caminos.
Es genial (y divertido) ver todo como un misterio del que quieres saber más y más.
Una de las cosas que más me gustan de la curiosidad es que es infinita, por lo que nunca te aburrirás si la ejercitas. Tal vez esté dormida en ti y sólo necesitas despertarla.
Redefine tu deseo
¿Recuerdas para qué querías aprender tu nuevo idioma? ¿Y por qué?
- Haz una lista después de pensarlo un buen rato, hasta que la sensación que te motivó al inicio regrese o una nueva aparezca. Busca en Google: «razones para aprender [x lengua]» y ve qué sale. (Prueba buscar en inglés, también).
- Platica con gente que hable esa lengua y pregúntale por qué le gusta o de qué le ha servido.
- Revisa los apuntes (o películas o libros o páginas de Internet) que te recuerden tus «épocas felices» en relación con tu aprendizaje.
- Busca en una guía de viajes al país donde se habla la lengua y déjate seducir por los lugares que no has visto y la gente con la que podrías comunicarte si hablaras la lengua.
Evita la rutina
La rutina mata neuronas. O por lo menos no crea más conexiones entre ellas. Estas conexiones son lo que mantienen en crecimiento nuestro cerebro. A menor rutina en tu vida, más vida en tu vida. 😉
Creo que no tengo que recordarte que la rutina es aburrida y que lo menos que queremos aquí es aburrirnos. Para salvarte de ella, no hagas lo mismo para «estudiar» todos los días que estudies.
Por ejemplo:
- Si ves una película a la semana, hazlo un martes en la mañana, un domingo en la tarde y un jueves en la noche, no todos los sábados a las 7. Pasa una semana sin ver una película y ve cómo ocupar ese tiempo. Busca cuál es tu equivalente a la «película» de mi ejemplo.
- Prueba actividades que nunca hayas hecho. Si te la pasas leyendo, sal a correr con música. Y si siempre oyes pop, pon reggae en la lengua que aprendes. Todos esos cambios hacen que tu cerebro despierte y que aprendas mejor, además de que renuevas tu motivación.Si las clases ya te aburrieron o no te inspiran, proponle al profesor un juego o actividad… algo divertido. Deja que tu imaginación fluya.
Lo más importante:
Encuentra motivación dentro de ti. La que viene de afuera se va demasiado rápido.
Para lograrlo, hállale un propósito a lo que estás haciendo. Ponte una misión, una meta que te inspire. Encuéntrale un sentido real para tu vida y la de los demás.
Si no lo ves a simple vista, detente a pensar hasta que salga. Recuerda que el lenguaje es lo que nos hace humanos y que, por lo tanto, toda la humanidad está relacionada con él y contigo.
Ya que tengas tu motivación, cuídala. Mantenla fresca. Alimenta tu curiosidad (y hazla crecer) y mantén vivo el deseo de aprender.
Y recuerda: si te atoras otra vez, no es que la lengua sea difícil o tu no seas bueno o los extranjeros sean feos. Es que no renovaste tu motivación.
Pequeña pausa
Si después de aplicar todo lo anterior esa lengua sigue sin llamarte la atención de verdad, tal vez sea hora de cambiar de lengua.
Quizá ya no te motiva porque cambiaron las situaciones que rodeaban a tu deseo original por aprenderla (como haber convivido mucho con una persona a la que ya no ves, por ejemplo).
Si este es tu caso, elige otra lengua. No tienes por qué obligarte a aprender una que no te gusta si nadie más te obliga. En este enorme mundo hay miles de lenguas.
Probablemente si ya te atoraste y no pudiste renovar tu motivación es porque ese idioma no era para ti. También sucede, y está bien. O tal vez necesites aprender más idiomas para regresar a este con otros ojos.
Se trata de divertirse, no de sufrir, de que cada día que «estudias» te haga más feliz, no que te haga quejarte.
Aunque no te hayas atorado aplica lo de romper la rutina y cuidar tu entusiasmo. Y aplícalo a todo aquello para lo que necesites motivación. O sea, todo.
Me despido por hoy con una cita que no podría tener más razón:
«La gente dice a menudo que la motivación no dura. Bueno, tampoco dura bañarse–por eso recomendamos hacerlo diariamente» –Zig Ziglar
Vale muy buenos consejos, ya hasta me motive mucho mas :). Sigue haciendo tan buen trabajo con este blog.
Muchas gracias 😀 qué bueno que te motivaste, de eso se trata. No dejes que se pierda 😉